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Finales de verano. Últimos momentos para disfrutar de las vacaciones. Y cada día hacía más calor que el anterior.

La ventana estaba abierta, debió de dejarla de par en par anoche en cuanto llegó.

La alarma en su mesilla marcaba las 12.23. Una buena hora para despertarse.

Carol la escuchó levantarse, así que entró en su habitación sin pedir permiso y saludó a la recién despertada.

- Buenos días, princesa - bromeó viéndola desperezarse.

- ¡ He soñado toda la noche contigo ! - exclamó Áurea alzando las manos hacia arriba, extrañamente feliz.

- Tú llevabas aquel vestido... - siguió Carol con la referencia al libro de Blue Jeans, hasta que se cansó y se tiró encima de su hermana pequeña.

Ella soltó un quejido al sentirse aplastada por el peso del cuerpo de la mayor, pero en lugar de echarla, se hizo a un lado para dejarle sitio.

Las dos contemplaron el techo con una leve sonrisa durante unos segundos, sin decir nada, hasta que Carol habló.

- Me parece que es mejor que no desayunes y esperes a la comida - sugirió mirando el reloj - al fin y al cabo, comeremos en aproximadamente una hora.

- De acuerdo - aceptó Áurea.

- ¿ A qué hora llegaste ? No te escuché entrar.

- Creo que sobre las dos de la mañana.

- ¿ Te llevó a una fiesta ? - se sorprendió ella y Áurea le dió un manotazo molesta por su tono de incredulidad. Ni que ella no hubiera ido a una fiesta nunca... aunque es cierto que desde el accidente de sus padres iba con menos frecuencia.

- No, pero me lo estaba pasando tan bien que no me di cuenta de la hora que era - Áurea se encogió de hombros, y Carol alzó las cejas repetidas veces de forma picarona.

- Te salvarás de las preguntas por hoy, pero espérate a mañana - le advirtió levantándose, saliendo de la habitación caminando hacia atrás.

- Lo estaré deseando - ironizó ella, divertida.

Una vez Carol hubo desaparecido, Áurea se incorporó. Hizo la cama, colgó la ropa en el armario del día anterior y se cambió el pijama por un chandal de estar por casa, fue al baño a lavarse la cara y volvió al dormitorio más despejada.

Puso el ordenador sobre la cama, e inició sesión en skype.
Era una red social que hoy día muy poca gente utilizaba al disponer de facetime, snapchat y otras, pero Áurea sí sacaba un buen uso de ella.

Buscó el nombre de Mark en la lista de contactos, y pulsó sobre él abriendo una nueva pestaña con la videollamada.

Mientras esperaba a que contestara, se acomodó en la cama, tumbándose sobre la colcha y reposando la cabeza en una de sus manos.

Finalmente, su amigo aceptó su petición, y su adormecida cara apareció en primer plano en la pantalla.

- Buenos días, rubio - saludó divertida.

- Mmm - gruñó Mark en respuesta, frotándose los ojos como si se acabara de despertar. Y quizás así fuera- ¿ qué hora es ?

Su voz sonaba ronca, rasposa, antes de que se la aclarara.

- Las una menos cinco, ya.

Él asintió, y sin avisarle ni nada, se alejó de su ordenador. Áurea pudo ver a través del suyo cómo abría el estor hasta arriba y la luz iluminaba el cuarto.

- ¡ Dame un segundo ! - gritó entrando al baño, y Áurea escuchó el sonido del grifo abrirse y seguidamente, el de la cisterna.

- ¿ Saliste anoche ? No estabas en casa.

Áurea respondió mientras lo veía abandonar el lavabo.

- Sipp. ¿ Recuerdas aquel chico que vimos en el Dark End ?

Mark dejó su expresión adormilada para mirarla con sorpresa.

- Hombre - le corrigió, antes de observarla divertido - Así que tuviste una cita con él... no eras tan tonta como parecía.

- Gracioso - dijo haciendo una mueca, aunque sin estar ofendida.

- Lo sé - chasqueó la lengua encogiéndose de hombros - bueno, ¿ y ?

- ¿ Y qué ?

- ¿ Cómo fue ? Ya sabes, los detalles - le apremió.

- No voy a contarte detalles. Solo te diré que me lo pasé increíblemente bien - contestó a medida que recordaba trozos del día anterior. Por alguna razón, Áurea quería reservarse sus sentimientos y opiniones para ella misma un poquito más. Quería que siguiera siendo algo que solo ellos dos compartían.

- Está bieen - resopló alzando las manos en son de paz - ¿ pero te besó, no ?

- Ñee, ¡ error !

- ¿ En serio ? ¿¡ Qué clase de hombre puede resistirse a besarte con esa carucha que tienes ?!

Áurea alzó los ojos al cielo.

- Un caballero, Mark.

- Los caballeros están pasados de moda.

- Los caballeros nunca se pasarán de moda.

La guerra de miradas duró unos segundos más, hasta que él suspiró y lo dejó pasar.

- ¿ Vas a volver a verle ?

- No lo sé - contestó con sinceridad.

Mark pareció notar que estaba preocupada, porque se aseguró de traer su atención de vuelta y distraerla.

- ¿ Sabías que tu hermana está muy buena ?

Áurea dejó de mirar hacia el techo y clavó la vista en el ordenador con un quejido.

- ¡ Mark, por favor ! ¡ Es mi hermana !

- Lo sé, pero es la verdad - dijo inocentemente - Aún no entiendo como puede ser tan diferente a ti y seguir siendo igual de sexy.

- Bueno al menos me llevo un halago - murmuró ella rodando los ojos.

- Las hermanas Monet - canturreó con ojos soñadores- Daría lo que fuera por...

- Basta - le cortó Áurea con una sonrisa - no quiero saberlo.

- Nada que no hubieras pensado alguna vez, querida - contestó pícaramente guiñándole un ojo con descaro.

- Y doy esta conversación por terminada - informó poniendo el dedo encima del botón de apagado - Nos vemos mañana, rubio.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora