No había día, ni noche.Sol, ni luna.
Luz, ni oscuridad.
Ya no eran capaces de diferenciar una cosa de otra.
No se hacían una idea de cuánto tiempo había pasado desde que entraron allí.
Las horas se hacían más largas que nunca, sin más cosa que hacer que contemplar la titileante lámpara de aceite que colgaba del techo, iluminando fantasmalmente el cubículo.
Áurea había comenzado a hablar sola. Bueno, a hablarle a Elijah. De alguna forma, sentía que él no estaba muy lejos, e intuía que Niklaus lo tenía también encerrado. Sabía que con su oído vampírico, si se concentrara, podía escuchar a kilómetros de distancia. Así que hablaba en voz alta, con la esperanza de que él la oyera.
Su dulce voz era lo único que hacía que el día del Original se hiciera menos insoportable.
Le contaba cualquier cosa ; anécdotas de cuando era pequeña, confesiones, opiniones sobre películas, libros, sobre la universidad, Caroline... Carol. Debía de estar realmente preocupada.
Elijah se sentaba con la espalda apoyada en la rugosa e incómoda pared, y cerraba los ojos para oírla. Era lo único que lo mantenía con esperanza.
Ella le decía que le echaba de menos. Y más que nunca él deseaba poder responderle.
Elijah estimó que habían pasado aproximadamente tres semanas. Tres semanas sin tomar sangre. Su cuerpo se sentía débil, había días en las que no podía ni levantarse. Sus párpados parecían estar hechos de plomo, y se le cerraban involuntariamente. El estómago le dolía intensamente, demandando su bebida favorita. El Original suspiró. Ojalá pudiera dársela.
A quién sabe qué hora del día, el vampiro escuchó pasos bajando las escaleras.
Reconoció el andar característico de su hermano menor dirigirse hacia el final del pasillo.
Escuchó el crujido de la última puerta abrirse, oyó el débil murmullo de una conversación y dos pares de piernas que hacían el camino inverso.
Las dos personas se detuvieron al otro lado de su celda.
Y entonces la puerta se abrió, y un cuerpo, empujado con fuerza, cayó sobre la arena.
- Os deseo una buena reconciliación - comentó Niklaus sarcásticamente, con una sonrisa malvada, volviendo a cerrar la puerta.
- 'Lijah - sollozó Áurea, sin creerse todavía que por fin lo tuviera delante de sus ojos, y lanzándose a abrazarle.
El Original se concentró en enfocar la vista en el hermoso rostro que tenía ante él, y empleó todo su esfuerzo para levantar los brazos y rodear el cuerpo de Áurea con ellos.
- Tenía tanto miedo de que te hubiera hecho algo - suspiró acariciando sus mejillas con preocupación.
- Me alegra que estés bien, pequeña - contestó con la voz tan ronca que en un principio a la joven le costó averiguar lo que decía.
Después sonrió y se acurrucó a su lado, reposando la cabeza en su pecho, y secándose las lágrimas con la manga de su camisa, ya sucia de polvo y tierra.
El vampiro no supo como sentirse.
Agradecido, porque volvía a estar junto a ella, o asustado, porque no sabía lo que en aquel estado podría hacerle.
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Eternity
VampireHas vivido toda una vida. Ahora tienes la oportunidad de vivir miles. [Somos las criaturas que aparecieron en tus pesadillas una vez] GANADORA CONCURSO SINSAJO 16