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El segundo plato se recibió entre exclamaciones.

Los dos comensales tenían la boca echa agua, y el solo verlo hacía que el hambre aumentara.

Cuando el camarero lo dejó en la mesa entre ambos (habían pedido para compartir) se echaron hacia delante, inclinados sobre sus asientos, adelantando lo que se avecinaba.

Ella dió el primer bocado.

Cerró los ojos mientras soltaba la respiración lentamente, y degustó el sabor del solomillo detenidamente, alargando el momento.

¿ Cómo podía estar algo tan bueno ?

- ¿ Te gusta ?

- ¿ Estás de broma ? Está delicioso - confirmó ella pinchando un segundo trozo.

-Estoy totalmente de acuerdo.

- ¿ Naciste aquí, Kol ? No tienes un nombre muy común- inició ella una nueva conversación.

- Vivo aquí desde que tenía seis años, pero en realidad nací en Mystic Falls, Virginia - contestó - ¿ y tú ?

- Nací aquí y vivo aquí.

- ¿ Y tu nombre ? No vas a negarme que no es normal...

- Bueno... - dudó ella - mi padre era sinestésico.

- ¿ La enfermedad que relaciona sonidos con colores y texturas con sabores ?

A ella le sorprendió que la conociera, pero contestó igualmente.

- Ajá. Según él mi voz era del color del oro - explicó.

- Por eso Áurea. Interesante.

- No tanto - se encogió de hombros.

- Sí, en realidad sí- sonrió él- Me gusta aprender sobre este tipo de cosas.

- ¿ Eres médico o algo parecido ?

- No... abogado. Pero también he tenido que salvar a muchas personas, si eso lo hace más impresionante- añadió.

- Sin duda suma puntos -bromeó ella arrancándole una sonrisa- ¿ Y qué tal la vida en la abogacía ?

- Más complicada de lo que parece.

- Pues a mi que ya de por si me parece complicada... Me planteé ser abogada, ¿ sabes ?

- ¿ Ah, sí ?

- Síp.Pero decidí que eso me iba a plantear debates éticos y morales bastante fuertes y me decanté por otra cosa - le contó, pinchando el último trozo de carne que le quedaba.

- ¿ Y qué es ? ¿ Qué estás estudiando ahora ?

- Pues acabo de terminar mi primer año en la universidad en Óptica y optimetría.

- ¿ Tu primer año ? Pareces mayor...

- Lo sé, me lo dicen siempre - comentó Áurea, con temor a que la diferencia de edad los separara - Tengo dieciocho, en unos meses diecinueve.

El silencio reinó durante unos segundos.

- Así que Óptica... una carrera algo atípica- reanudó él - ¿ Te gusta ?

- Más de lo que pensaba - asintió ella emocionada - el funcionamiento del ojo es... indescriptible.

- Me alegro de que lo estés disfrutando. Estudiar algo que no te llama la atención es bastante aburrido - sonrió amablemente, y se hizo atrás para que el camarero retirara los platos con mayor comodidad.

- ¿ Quieres postre ? - ofreció, y Áurea asintió enérgicamente- déjame adivinar el que más te gustaría.

- Está bien - aceptó ella, aunque temió que pidiera algo que no le gustara. Era muy maniática con la comida, y le gustaba muy poca variedad de ella.

Kol hizo el pedido, y para cuando se volvió hacia ella, la descubrió hablando animadamente con la pareja de al lado, con quienes compartían mesa.

No interrumpió, y se limitó a observar la escena con detenimiento. Se fijó en cada movimiento que hacía, apartarse el cabello del hombro, el simple hecho de sonreír dulcemente y grabó el sonido de su risa.

- Robert y yo venimos aquí cada aniversario para celebrarlo - le contó la mujer, tras muchas otras cosas.

- Es el lugar donde nos conocimos - explicó su marido, y Áurea escuchó atenta, presintiendo que se acercaba su pequeña historia de amor - Yo era camarero, en aquel entonces. Mi amigo Frank se había cogido algún virus y yo estaba sustituyéndole. Iba a una de sus mesas, manteniendo en equilibrio la bandeja como podía. Pasaba por su lado cuando ella levantó la cabeza. Me miró, directa a los ojos, y yo no puedo hacer más que quedarme prendado de ella, sin fijarme por donse caminaba o qué estaba haciendo.

- Y tan distraído que iba, le tiró la sopa caliente por encima a mi acompañante - continuó ella acariciando su mano con una sonrisa nostálgica - Y no dejó de excusarse, avergonzado, mientras mi por aquel entonces prometido salía echando chispas y mascullando maldiciones del restaurante.

- Pero entonces ella dijo algo que no me esperaba "No se preocupe. Él no merecía la pena" . Esas palabras fueron las últimas que escuché antes de que me despidieran.

- Y yo sin acompañante y él sin trabajo, nos escapamos de allí juntos - terminó ella de forma abreviada y besó la mejilla de su marido - Fue el mejor error que cometiste nunca.

Áurea sonrió enternecida, mientras que Kol se resistía a rodar los ojos y soltar algún comentario sarcástico.

- Es una historia preciosa, Anne.

- Cada historia de amor es única, cielo - contestó tomándole la mano - y estoy seguro de que vosotros también tuvisteis la vuestra.

- ¿ Cuánto tiempo llevais casados ? - preguntó Robert, pasándose la mano por la barba.

Kol dejó que ella contestara.

- Oh, él y yo ni siquiera somos novios - se sonrojó.

- Ah, disculpa. Se os veía tan cómodos y cariñosos... - continuó.

- Es fácil sentirse así al lado de Áurea - la halagó Kol mientras la miraba intensamente.

Ella no pudo hacer más que volverse a ponerse colorada y bajar la mirada con una sonrisilla.

- Así que una buena impresión en la primera cita, ¿ eh ? Es un restaurante bastante sofisticado.

- Sí, algo así - sonrió él, y Áurea no pudo contener su alegría.

En efecto, sí, era una cita.
Las cosas habían estado muy claras desde el principio, y no había nada con segundas intenciones. ¿ No ?

- ¿ Y cuántos años os llevais, queridos ? - preguntó la señora.

Áurea miró a Kol, dejándole dar la respuesta, ya que ella no conocía su edad.

- Cinco años.

Áurea hizo los cálculos. Eso quería decir... que tenía veinticuatro.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora