A primera vista, la casa estaba en silencio.Podía escuchar la respiración levemente ralentizada de Kol y Niklaus, revelando que estaban durmiendo. Normal ; eran las cuatro de la mañana.
En realidad, los vampiros no tenían porqué dormir, o comer. Ni siquiera tenían porqué respirar. Pero la falta de todo eso, hacía que uno se sintiera más fatigado, que perdieran fuerzas. Y, especialmente los Mikaelson, tenían que estar preparados para todo lo que se les echara encima.
No obstante, sí pudo captar algo gracias a su buen oído ; alguien moviéndose.
Rebekah subió las escaleras a velocidad vampírica, y siguió el sonido hacia el cuarto de su hermano mayor.
Tocó suavemente la puerta, y entró sin esperar a que le dieran el permiso.
- Buenas noches, Rebekah - saludó Elijah sin darse la vuelta, dejando de escribir uno de sus tantos diarios.
- ¿ No deberías estar durmiendo ?
- ¿ No deberías de estarlo tu también ? - señaló él con una mirada de reproche, y la rubia mostró una pequeña sonrisa. Elijah siempre se comportaría como un padre. Y en el fondo, a ella le encantaba ser su hija.
- Vengo de ver a Marcel - explicó, encogiéndose de hombros y sentándose en el borde de la cama - ¿ Y tú ? ¿ Cual es tu excusa ?
El vampiro soltó la pluma que aún sostenía entre sus manos y se levantó del escritorio para sentarse junto a ella.
- He quedado con ella.
Rebekah lo miró, sorprendida.
Ayer mismo se había enterado de dónde vivía, mediante Kol, y al día siguiente ya la había visto. Eso demostraba lo realmente importante que ella era para él.- ¿ Y ? ¿ Cómo está ? ¿ Ha cambiado mucho ?
Elijah sonrió levemente.
- Tendrías que verla.
- ¿ Y como fue ?
La Original lamentó haber hecho esa pregunta en el mismísimo momento en que la hizo, porque la cara de su hermano cambió drásticamente a una llena de tristeza.
- ¿ Qué pasa ? ¿ No se acordó de ti ? - preguntó preocupada de verlo así.
- No, no es eso... se alegró de verme, pero yo... - la voz de Elijah comenzó a temblar, y Rebekah le cogió de la mano para darle ánimos - le hice tanto daño, Bekah...
Y sin poder aguantarlo más, sin poder mostrarse siempre fuerte ni un segundo más, el vampiro con miles de siglos de edad se derrumbó ante los ojos de su hermana. Y comenzó a llorar.
- Oh, 'Lijah - suspiró la rubia abrazándolo con ternura.
- No dejo de recordar una y otra vez el dolor que vi en sus ojos, Beks... - sollozó, dejando que su hermana le acariciara el cabello y la espalda con cariño - y me odio a mi mismo por ser el causante.
- Sabes que no tienes la culpa, Elijah. Tú no quisiste hacerle esto - le dijo ella, casi llorando también.
Elijah Mikaelson siempre había sido el fuerte de la familia. El padre, el hermano mayor. Había estado ahí para remendar las travesuras de Kol, ayudarla con Marcellus, y defender a Niklaus de cientos de enemigos.
Y allí estaba ahora, llorando entre sus brazos como un niño pequeño. Y no podía haber nada en el mundo que le causara más dolor.- Estoy segura de que te perdonará, y de que recuperareis lo que teníais antes - continuó - Solo necesita tiempo. Y nosotros tenemos mucho de eso.
Elijah asintió, y separándose de ella, se enjuagó las lágrimas y se dejó caer de espaldas en la cama.
- ¿ Por qué duele tanto, Rebekah ?
La vampira se inclinó para darle un beso en la frente, y le acarició el pelo con suavidad antes de incorporarse y salir.
Pero antes de irse definitivamente, se detuvo con la mano en el marco de la puerta y le dijo :
- Eso es algo que ambos sabemos desde hace ya mucho tiempo, 'Lijah. Ya es hora de admitirlo.
Y él no hizo réplica alguna. Porque sabía que lo que su hermana decía era cierto.
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Eternity
VampireHas vivido toda una vida. Ahora tienes la oportunidad de vivir miles. [Somos las criaturas que aparecieron en tus pesadillas una vez] GANADORA CONCURSO SINSAJO 16