Áurea escuchó un grito de furia que retumbó a lo largo de la calle.
La sangre se acumulaba bajo ella, adhiriéndose a su ropa, y los párpados le pesaban como si fueran de plomo.
Segundos después, una mano se posó sobre su hombro. Gimió adolorida, y comenzó a temblar. El tormento aún no había terminado.
- Por favor - suplicó desesperada, tratando de apartarse - por favor...
Su cuerpo volvió a sacudirse cuando las manos se movieron hacia su cara, acunando su rostro.
- Tranquila, pequeña.
Rojo rubí. Áurea entreabrió los ojos con esfuerzo, y enfocó su mirada sobre el rostro que tenía delante de ella.
- 'Lijah - sollozó abrazándose a él con la poca fuerza que le quedaba - Elijah, 'Lijah...
- Shh - la tranquilizó acariciando su pelo y cargándola entre sus brazos como a un bebé - estoy aquí, estoy contigo. Todo ha acabado.
Áurea asintió aliviada, aferrándose a él, pero no logró que su cuerpo dejara de temblar.
- Elijah ellos...
- Lo sé, Áurea - la interrumpió - estás débil, duerme. Estás a salvo, te llevaré a casa.
Y la pobre chica no pudo escuchar nada más. Se dio por vencido y se dejó caer, medio inerte, en los brazos del Original.
Las siguientes horas fueron críticas para la vida de Áurea.
Elijah corrió a toda velocidad hacia la casa de la joven, y aporreó la puerta de su piso, llamando a su hermana a voz de grito.
Una adormilada Caroline le recibió, quitando la cara de dormida por una de horror e inmensa preocupación al ver a su hermana menor toda ensangrentada.
El Original no tuvo tiempo de explicarle lo que había pasado. Solo le contó que unos salvajes le habían herido en el camino de vuelta a casa. Y él se odiaba por ello.
- Voy a llamar a una ambulancia - informó Carol histérica.
Elijah le agarró de la mano y le quitó el teléfono.
- Hay una forma de curarla más rápido. Pero tienes que confiar en mi.
Caroline asintió angustiada. Aquel no era el momento de preguntarse quien era ese hombre y que relación tenía con su pequeña. Era el momento de hacerlo todo por ella.
- Traeme un vaso vacío - le apremió, dejando a Áurea sobre la cama y arremangándose la camisa.
Carol voló a la cocina, y le entregó el recipiente.
- Bien, esto no te va a gustar, y probablemente te asustes, pero que sepas que no voy a hacerte daño y que lo que más quiero es que Áurea se recupere - le adivirtió, y la mayor de las Monet asintió confundida.
Entonces Elijah llevó la boca hasta su muñeca, y ante la mirada atenta de la chica, sacó sus colmillos y se mordió a sí mismo.
Su sangre comenzó a fluir fuera de su cuerpo, y a caer en el vaso de cristal.
Caroline ahogó un grito de puro terror. No alcanzaba a comprender...
Pero Elijah no tenía tiempo para explicarle nada.
Colocó el vaso sobre los labios de Áurea, y lo inclinó hacia arriba para que su sangre entrara en la boca de la joven.
- Bebe, pequeña, hará que te pongas mejor - la animó, y sonrió al ver que, aunque asqueada por el sabor, la chica le obedecía.
Áurea abrió los ojos de golpe, al sentir como sus heridas se cicatrizaban y se cerraban.
Carol observó cómo su piel volvía a adquirir su apariencia natural, y seguidamente, clavó la mirada en Elijah atónita.
Áurea se levantó, y confundida, se revisó a sí misma.
- ¿ Cómo me he curado tan rápido ? ¿ Qué me has dado ?
Su mirada viajó hasta el recipiente, y su contenido. Y después hasta la muñeca de Elijah, que justo terminaba de cicatrizarse.
- T-tu sangre... - tartamudeó alejándose lentamente.
- Áurea - la llamó preocupado, intentando acercarse.
- Retrocede - le ordenó Caroline con la voz temblorosa, poniéndose delante de su hermana - Te agradezco que le hayas salvado la vida, milagrosamente, pero no sé cómo demonios lo has hecho y no voy a dejar que te acerques a mi hermana.
Elijah miró a Áurea dolido y suplicante.
- Jamás te haría daño, pequeña. Podemos hablar, déjame explicarte. Te contaré todo lo que quieras saber.
Carol Monet observó como ella dudaba, y frunció el ceño.
- Ni se te ocurra pensarlo.
Áurea los miró a los dos, dudosa, pero finalmente se rindió ante la mirada de Elijah.
- Déjanos solos, Caroline, por favor - le pidió.
- Ni en cien años - replicó con firmeza.
- Carol... - le advirtió ella, y tras lanzar unas cuantas maldiciones, su hermana mayor salió cerrando la puerta de un portazo.
Áurea se sentó de piernas cruzadas sobre la cama, y observó atentamente como él se movía con elegancia hasta la ventana, echaba un vistazo a la calle, y después fruncía el ceño y cerraba las cortinas.
- Así que... tu sangre me ha curado - comenzó indecisa.
- Sí.
- ¿ Cómo ?
- La sangre de... gente como yo acelera la regeneración de las células.
Áurea tragó saliva ante esas tres palabras : "gente como yo".
- No... ¿ no eres humano ?
- Lo fui, hace mucho, mucho tiempo.
- ¿ Cuánto es ese mucho tiempo ?
- Décadas... y un par de siglos - admitió, mirando atentamente su reacción.
- ¿ Me estás diciendo que llevas vivo siglos ? - preguntó incrédula.
- Más bien muerto, pero sí - asintió sentándose en el borde de la cama, no muy cerca de ella para darle algo de espacio.
- Estás muerto...
- En cierto modo. Dejé de ser humano hace mucho, aunque sigo aquí.
- ¿ Qué... - hizo una pausa - ¿ Hay mas como tú ? ¿ Tu familia ?
- Sí. Kol es un brujo. Rebekah y Niklaus, a quien aún no conoces y no te lo recomiendo, son como yo.
- ¿ Y qué sois ?
Había llegado la pregunta del millón.
- Somos las criaturas que aparecieron en tus pesadillas una vez - contestó, y la espalda de Áurea fue recorrida por un escalofrío.
- Qué sois. Con eso no me vale. Dímelo - insistió.
Elijah asintió y suspiró, apoyando su mano con suavidad sobre la suya.
- Escúchame bien, Áurea ; Nunca, nunca te haría daño. Eres muy importante para mi, y jamás me permitiría que algo te pasara. Por favor, no me tengas miedo. Sigo siendo el mismo Elijah de hace una hora, y de hace nueve años.
- Elijah, que lo sueltes - farfulló mosqueada.
- Vampiros. Somos vampiros.
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Eternity
VampireHas vivido toda una vida. Ahora tienes la oportunidad de vivir miles. [Somos las criaturas que aparecieron en tus pesadillas una vez] GANADORA CONCURSO SINSAJO 16