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Áurea soltó una carcajada.

- ¡ No te creo !

Kol rió y alzó las manos en señal de promesa.

- No te miento, de verdad que lo hice.

Áurea soltó otra carcajada mientras se agarraba de su brazo para sujetarse y no caer al suelo por la risa.

Aún desternillándose, alzó la cabeza al ver por el rabillo del ojo como dos personas entraban en el salón. Y una de ellas era...

- Elijah - sonrió con un suspiro inevitable.

- ¿ Qué haces aquí ? - preguntó él de una forma tan seca que a la chica se le quitaron las ganas de levantarse para saludarle.

- Verte - respondió escuetamente, extrañada de verlo tan tenso.

- Debiste haberme llamado - replicó él, y Áurea podía ver que la situación se volvía cada vez más y más incómoda.

- Lo hice - se defendió cabreada por su frialdad - Pero tu teléfono estaba apagado. Supongo que estabas ocupado.

A Rebekah no se le pasó por alto el tono de su voz y la miradita disimulada que le echó. Pobre niña. Ni siquiera se acordaba de que fue ella quien le llevó a su casa el día que su hermano se marchó.

- Soy Rebekah. Mikaelson - añadió.

Áurea cambió la mirada de reproche a una avergonzada, por haber sacado conclusiones tan rápido, pero tampoco se excusó. Eso seguía sin justificar el comportamiento de su hermano.

- ¿ Y tú Kol ? - prosiguió Elijah, con furia contenida. Parecía que su hermano menor solo iba a traerle problemas.

- ¿ Yo qué ? - espetó molesto - ¿ desde cuando tengo que darte explicaciones de lo que hago, Elijah ?

- ¿ Y si Niklaus hubiera estado aquí ? - continuó el Original - Sabes que las cosas se habrían puesto feas para todos.

- Me aseguré de que nuestro hermano estuviera fuera cuando ella viniera - se defendió en el mismo tono de reproche.

Áurea cerró los ojos con fuerza y se levantó, incapaz de seguir escuchando.

- ¿ A dónde vas, Áurea ? - preguntó Elijah confundido.

Ella se volvió hacia él y se explicó.

- Me voy a casa. Si tanto te molesta que haya venido, me voy.

Dicho esto, echó a andar hacia la salida, pero su brazo fue interceptado por la mano del mayor de los Mikaelson en el proceso.

- No me disgusta que hayas venido, Áurea, es que...

Y eso fue todo lo que dijo. Porque, ¿ como iba él a explicar que no le gustaba la idea de que el híbrido hubiera sabido de ellos ? ¿ Que si fuera así estaría en peligro ?

- ¿ Sabes qué, Elijah ? No importa. Tú sabes todo sobre mi, pero me he dado cuenta de que yo, en realidad, no te conozco. Sé que me ocultas cosas, y esperaba que un día me las dijeras, pero veo que no quieres abrir ni un poquito tus murallas. Y yo no puedo mantener una relación con una imagen de como creo que eres.

Dicho aquello, y sin dejarle tiempo para asumir sus palabras y replicar, casi corrió a la salida, dolida por su desconfianza y su brusca actitud.

Para entonces ya era de noche, una noche sin estrellas.

Y para cuando Áurea abandonó los enormes jardines de la mansión y llegó a la carretera principal, lloraba. Justo cuando su vida parecía estar enderezándose, se llevaba esta decepción.

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