2

1.7K 166 4
                                    


2003

Era extraño para ellos.

Estar todos los Mikaelson (bueno, los que aún quedaban con vida) sentados en la misma habitación.

Rebekah, Kol, Klaus y él se miraban unos a otros sucesivamente, todos pensando lo mismo.

- Echo algo en falta - comentó Niklaus, frunciendo el ceño.

Rebekah soltó un bufido.

- ¿ Te refieres a el caos, a tus enemigos que se convierten también en los nuestros o a estar matando a mis enamorados ? - espetó sarcásticamente.

Kol soltó una carcajada, y abrió la boca para soltar un comentario hiriente hacia su hermana, pero refrenó su lengua con la mirada de advertencia de Elijah y cambió de frase.

- ¿ Por qué decidiste perdonar a Marcellus, hermanito ?

Rebekah lo miró fijamente.

- Cierto, Niklaus. Nunca me lo contaste. ¿ Qué te hizo cambiar de opinión ?

- No es un "qué" es un "quién"- la corrigió, y la Original hizo una mueca de desagrado. Odiaba que la corrigieran.

- ¿ Una chica ? - se burló Kol- El gran Niklaus Mikaelson dejándose manipular por una chica... esto se pone interesante.

- ¿ Y quién es ? - curioseó Rebekah. Sin duda, tenía que conocer a la persona que le había salvado la vida. Porque sí, ella amaba a Marcel, y había estado dispuesta a sacrificarse para salvarle.

Klaus se dió la vuelta sobre el sillón de terciopelo rojo para mirar a Elijah, que apoyado en la pared, era el único que estaba de pie.

- ¿ Te acuerdas de ella, 'Lijah ? Fue hace un año - añadió.

Pero al mayor de los Originales no le hacía falta que se lo recordaran. Y sí, claro que se acordaba de ella. Y no, la última vez que la vió no fue hace un año... ¿ qué haría Klaus si supiera que la había estado vigilando durante todo este tiempo ?

- Sí, Niklaus, la recuerdo.

Lo que a Elijah le extrañaba, era que él siguiera acordándose de ella.
Y sin saber porqué sintió un pequeño malestar.

- Bueno, tendreis que presentármela algún día - Kol se encogió de hombros, interrumpiendo el momento de incómodo silencio.

Elijah observó a sus tres hermanos antes de encaminarse hacia la puerta.

- ¿ A dónde vas, hermano ?

- Tengo cosas que hacer - respondió cortante, y sin más, desapareció a velocidad vampírica.

Se detuvo en el parque frente al Ballard School.

Esperó unos minutos, y cuando el reloj dió las cinco de la tarde, el timbre sonó por todo el edificio, y cientos de niños cargados con sus pequeñas mochilas salieron atropelladamente hacia la calle.

Pasaron otro par de minutos más hasta que ella salió, como siempre, acompañada de su madre.

Elijah agudizó el oído para escuchar la conversación. Era así como había aprendido muchas cosas sobre ella.

- ¿ Cómo te ha ido el cole, cielo ? - preguntó quitándole la maleta a su hija para que no tuviera que cargar con el peso.

- Genial, mami. Fui la primera en terminar los ejercicios de matemáticas - respondió dando saltitos.

- Me alegro, cariño. ¿ Y qué estais dando ahora ?

- Ayer empezamos con las restas. Aún me equivoco a veces, pero dice la profesora que se me dan realmente bien para mi edad - sonrió orgullosa de sí misma.

Elijah reprimió una sonrisa.

- Pero me han reñido en lengua - se entristeció, y su madre le echó un vistazo y le acarició el pelo cariñosamente.

- ¿ Y eso ? ¿ No hiciste la tarea ?

- No es eso, mami. La seño dice que hablo mucho en clase - respondió con los ojos llorosos.

El Original apretó los puños para contenerse. Ahora mismo, tenía ganas de entrar en ese colegio y compulsionar a esa profesora para que se disculpara y no la molestara nunca más.

- No te preocupes, cielo - la tranquilizó - estoy segura de que si los demás niños supieran hablar tan bien como tú no dejarían de hacerlo. Pero la próxima vez intenta dejarlo para el patio, ¿ si ?

- Sí, mamá - asintió más alegre.

La joven mujer la soltó unos segundos, lo suficiente como para abrir el maletero y dejar la maleta dentro.

- Anda, sube y abróchate el cinturón - le ordenó amablemente.

Áurea empezó a hacer lo que le decía, pero de repente, se quedó clavada en el sitio.

- ¿ Cariño ? - preguntó su madre confundida - Sube al coche.

Áurea la ignoró, y dejándose llevar por su instinto, se giró hacia el parque que había al lado del aparcamiento escolar.
Y entonces, sonrió tímidamente y saludó.

- ¡ Áurea al coche ! - repitió su madre, y ella subió corriendo a la parte de atrás y se acomodó en su sillita especial.

- ¡ Lista, mami ! - anunció con un gritito alzando los pulgares.

El coche arrancó, y la joven condujo por la avenida en dirección a su casa.

Esta vez Elijah no siguió el recorrido del automóvil, si no que se quedó paralizado donde estaba.

Soltó el aire sorprendido.

Era imposible que supiera quien era, y más imposible aún que lo hubiera visto desde la distancia. Ella no era un vampiro, no tenía la vista tan desarrollada como la suya.

Pero a pesar de todo, el Original supo que la pequeña le había reconocido.

Aun sin saber cómo.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora