55

522 58 0
                                    


Klaus suspiró resignado, esperando a que la pequeña humana se despertase.

Observó atentamente todo de ella. Y entendió que Elijah se sintiera atraído hacia la joven.

La chica se incorporó del suelo con una brusca inspiración de aire, como si hubiese salido de un mal sueño. Entonces, se llevó la mano a la cabeza y se masajeó las sienes con un gesto de dolor.

- Lo siento, amor, he tenido que dejarte inconsciente de un golpe - sonrió sin gracia, y ella frunció el ceño - Te hubiera compulsionado, pero parece que mi querido hermano ya te ha enseñado lo que es la verbena.

- ¿ Dónde estoy ? - preguntó Áurea, ignorándolo deliberadamente, y observando a su alrededor.

Klaus siguió el recorrido visual de la joven.

- Oh, estos son las mazmorras de la mansión. Supongo que nunca habías visto esta parte de la casa, ¿ verdad ?

Áurea negó con la cabeza.

Se encontraba en una pequeña habitación, hecha con muros de piedra y el suelo de areniza, y circulaba un aire tan frío que parecía que estuvieran a cientos de metros bajo el suelo.

- ¿ Qué va a pasar conmigo ? - preguntó resignada.

No intentó escapar, a pesar de que en aquel momento, la puerta estaba abierta. Sabía que no tenía nada que hacer contra un vampiro,y menos contra él.

- Por el momento, vas a quedarte aquí unas cuantas semanas - respondió tranquilamente - y después podrás volver a ver a Elijah.

Áurea lo observó con desconfianza.

- ¿ Y ya está ? - no podía ser tan fácil.

- No seas impaciente, amor - sonrió dirigiéndose a la pesada puerta con barrotes de acero- Todo a su tiempo.

(...)

Elijah abrió los ojos con una molesta sensación en el cuello.

Reconocía esa sensación; era la que se sentía cuando alguien se lo había partido.

Confundido, se levantó del suelo, y se dió cuenta de que estaba rodeado por cuatro muros.

- Niklaus - siseó furioso.

Lo que tanto temía había pasado ; el híbrido se había enterado de la existencia de Áurea.

- ¿ Me llamabas, hermano ? - preguntó por el hueco de la puerta.

Elijah se movió a velocidad vampírica hacia él, tratando de meter sus manos por el agujero para agarrarle por el pescuezo.

Pero su hermano era demasiado rápido, y previendo sus intenciones, se echó hacia atrás justo a tiempo.

Ni siquiera preguntó que había pasado, por qué hacia aquello, qué iba a hacerle... porque ya tenía todas esas respuestas.

Sabía de sobra que estaba en las mazmorras de la familia, diseñadas específicamente para vampiros como ellos.

Sabía que Niklaus llevaba tiempo sospechando sobre sus frecuentes salidas, y que al fin había averiguado el motivo.

Sabía que sus hermanos estarían demasiado aterrorizados por la venganza de Niklaus como para ayudarle.

Y sabía que Áurea estaba en peligro.

- Dónde está - demandó con un rugido de rabia contenida.

- Calma, hermanito, calma - sonrió Klaus - Tu pequeña humana está a salvo, por ahora. De hecho, puede que si agudizas el oído la escuches al otro lado de este pasillo.

Y en efecto, Elijah escuchó su respiración, lenta y constante. Sonaba tranquila, a pesar que debía estar realmente asustada.

- No la tomes con ella - le pidió, suavizando su tono de voz.

- Vaya, el honorable Elijah Mikaelson enamorado - se burló divertido - Quien iba a pensarlo...

- Siempre has podido contar conmigo, siempre he estado ahí para protegerte. Te he perdonado miles de afrontas, pero, Niklaus, te doy mi palabra de que si le tocas un solo pelo, no dudaré en matarte - amenazó con la voz serena y tranquila. Y Klaus supo que iba en serio, porque su hermano mayor jamás rompía sus promesas.

El Original sonrió maliciosamente y se alejó escaleras arriba.

- Suerte con ello, hermano.

EternityDonde viven las historias. Descúbrelo ahora