Los recuerdos de la noche anterior se arremolinaron en la mente de Herón, dejándole un fuerte dolor de cabeza. Se levantó de la cama a regañadientes mientras mascullaba una maldición por lo bajo.
Tomó el teléfono, situado sobre la mesa de noche, y notó que tenía una nota de voz y varios mensajes de Steven. No le prestó atención a ninguno, intuyó que su compañero quería saber por qué él no había asistido los últimos días al trabajo.
Por un momento, Herón consideró responderle con una excusa, pero luego se preguntó la razón de hacerlo cuando a nadie le importaba lo que hiciera o no con su vida. Lanzó el teléfono viejo contra una almohada, sobre la cama.
Herón se dirigió hacia la ventana de su habitación, tiró de las cortinas a un lado y, tan pronto lo hizo, los rayos del sol lo golpearon en el rostro. A lo lejos, no percibió nada más que el inmenso bosque, ni siquiera el dolor podía seguirlo hasta este punto. Su casa se encontraba en las afueras de la ciudad, en una zona solitaria y vacía.
Estaba demasiado lejos para escuchar ruidos o sentir molestia alguna, por esa razón había elegido vivir apartado del mundo... del dolor.
Aunque fuera de ese modo, aunque prefiriera quedarse en ese pequeño espacio que le pertenecía, podía sentir el vacío roer en su interior. Por más que odiara las emociones de los humanos, aborrecía más admitir que las necesitaba para sentirse vivo, para aparentar ser parte de algo.
Los recuerdos que le había arrebatado a la anciana, fueron apenas el inicio de algo. Tenía una mala sensación, un mal sabor en la boca; era desagradable. Quería más. Quería algo como el alma de Steven.
Él se rio.
Definitivamente quería hacer algo, el aburrimiento era cada vez más asfixiante. Le resultaba insoportable ser parte de una ciudad que no podía otorgarle nada más que sensaciones vacías.
Una idea pasó por su cabeza y con ello recordó la verdadera razón de haber llegado a aquel accidente unos días atrás y el motivo por el que se tomó la molestia de esperar en un ataúd. Se apresuró a cerrar las cortinas de la habitación mientras pensaba en darle algún beneficio al alma de Adam que, después de todo, la recogió como pago por salvar a su novia de la muerte.
Por salvarla de él.
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Cuando los demonios lloran
ParanormalAl lado de Steven Shelton, Herón se convierte en una criatura indefensa y solitaria; pero para el mundo, es un monstruo cruel y despiadado. ¿Qué podría salir mal? ...