En la semana posterior al momento en que Herón eliminó a Adam de los recuerdos de sus conocidos no ocurrieron demasiadas eventualidades en el mundo humano, pero el demonio se notaba debilitado e inquieto, y el alma que lo acompañaba sentía la necesidad de ayudarlo de alguna forma.
Adam había ido a visitar a su familia un par de veces para ver el modo en el que estaban llevando la situación. Como era de esperarse, notó que nadie recordaba su existencia; pero lo que sorprendió al joven fue darse cuenta de que Herón no había borrado sus recuerdos según el acuerdo, sino que sobrescribió las memorias de sus seres queridos para dejar como protagonista del pasado a su hermano mayor.
No comprendía las razones de Herón para haber tomado esa decisión. Adam sentía que existía de una u otra forma, quizá de manera menos tangible. El chico no quería levantar falsas esperanzas o sentirse importante, pero, quizá por su bien, Herón había faltado al acuerdo. De hecho, era probable que el motivo por el que el demonio no le dirigía la palabra en los últimos días era solo para evitar que él le hiciera preguntas tontas al respecto.
Mientras Adam pensaba en esa situación, algo que dijo Herón con anterioridad acudió a su mente de manera súbita.
«Usaré cadáveres humanos para evitar matarlos yo. El lamento y el miedo de la humanidad llegarán en las puertas del cielo y obligarán a los ángeles a reaccionar».
Esa afirmación había quedado en el olvido porque Adam se había enfocado en ver y en juzgar las malas acciones de Herón en lugar de intentar entenderlo.
A partir de lo poco que había visto, el chico podía deducir lo mucho que Herón se odiaba a sí mismo, lo mucho que aborrecía su propia existencia. El demonio parecía querer detener su castigo al profundizar más sus pecados, lo que resultaba contradictorio. Probablemente no quisiera perdonarse u olvidar el daño que ocasionó en otra época diferente al actual. Al menos, eso era lo único que podía deducir ante el comportamiento de Herón, que parecía incluso insatisfecho, como si no le bastara nada de lo que hacía, como si deseara ir más lejos y ansiara mostrar su odio y rabia al mundo, pero, al mismo tiempo, hubiera un ente invisible que le impedía actuar como deseaba.
Para Adam, Herón era como un embalse a punto de reventar, siempre dispuesto a desbordar, a causar estragos, pero estancado por tan solo un muro débil, por un velo delicado que lo engullía y que se esforzaba en contener esa monstruosa naturaleza.
Al demonio todo le resultaba indiferente, tan vacío como su propia existencia, casi como si nada le concerniera cuando era él el causante de muchos desastres; no había arrepentimiento ni mucho menos sentía empatía por los humanos. No había nada.
O quizá sí.
Adam no comprendía a Herón, ¿cómo alguien que no podía amar sentía algo por almas de humanos que sí lo conseguían? ¿Por qué le atraían las personas que eran capaces de sacrificarse por otros? No estaba seguro de comprender al demonio, para sus preguntas tenía posibles respuestas, aunque ninguna certeza.
Tal vez, el hecho de que un ángel lo hubiera purificado le ayudaba a ver lo que lo rodeaba de un modo distinto. Adam creía que, antes de ese momento, no hubiese siquiera intentado descifrar a Herón y sus palabras, pero ahora encontraba un mínimo de sentido a sus acciones.
A veces, el chico se ponía a pensar sobre lo ocurrido a lo largo de últimos meses, pero el foco lo tenía en los eventos recientes porque Herón parecía aún más inquieto que de costumbre. Los cuerpos putrefactos dejaron de aparecer en la ciudad y, de pronto, las cosas se envolvieron en una calma irreal. El único escándalo era la misma tranquilidad que representaba no encontrar organismos irreconocibles y hediondos en las calles, esto era sorpresivo para la población entera. Adam se maldijo por haber escapado de aquella conversación que tuvo Herón con el ángel, se preguntaba si ambos habían llegado a un mutuo acuerdo que explicara por qué el demonio había dejado de utilizar cuerpos humanos.
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Cuando los demonios lloran
ParanormalAl lado de Steven Shelton, Herón se convierte en una criatura indefensa y solitaria; pero para el mundo, es un monstruo cruel y despiadado. ¿Qué podría salir mal? ...