Al lado de Steven Shelton, Herón se convierte en una criatura indefensa y solitaria; pero para el mundo, es un monstruo cruel y despiadado. ¿Qué podría salir mal?
...
La criatura repetía aquella palabra con un tono ronco, apenas perceptible, acompañado del eco antinatural de sus pisadas. Caminaba por las calles desoladas y oscuras de la ciudad con las manos inmersas en los bolsillos de un pantalón desgastado. Sus movimientos eran precisos; su gesto, inexpresivo, y tenía la mirada ausente.
"Monstruo"
No podía hacer otra cosa más que avanzar, de forma instintiva. Pero los pasos de la criatura se volvieron lentos, empezaba a caminar más despacio, como una máquina que iba oxidándose. Al final paró del todo y se quedó un largo minuto de pie, inmóvil como una estatua. Entonces se derrumbó sin previo aviso. Aunque no había nadie allí que pudiera verlo, se tapó la cara con las manos y lloró en silencio. Oleadas tras otra de profundos y silenciosos sollozos sacudieron su cuerpo.
Esa sensación molesta acribillaba su cuerpo completo como estacas invisibles que se iban incrustando en su alma —si tenía una—, y mente, sobretodo la mente. Burdas voces armonizaban con una sencillez que le produjo una punzada de dolor. Apretó los dientes, tratando de no oír el murmullo de las incesantes súplicas, salpicada de llantos y silencios, y desesperados sollozos.
El viento removió con fuerza las hojas de los árboles, una espesa sombra tomó forma a su espalda, tan tangible, que casi se le oía reír.
Y mientras la criatura asimilaba su dolor, respiró el aire enrarecido antes de levantarse y seguir avanzando, sin saber lo que buscaba o a donde ir; lo único que podía hacer era mantener la esperanza de que el dolor no era su único destino. Que al final, podría existir algo más aparte de sufrimiento para un monstruo como él.
Aunque no pudiera sentir nada por sí mismo y realmente estuviese vacío y muerto por dentro, quería creer que existía otra forma de vivir para los demonios. Uno más placentero, más tranquilo.
La felicidad había desaparecido. Pero bajo la pena, mantenía la esperanza de que este no fuera su final.
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