28. Vacío

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En la mente de Adam existían conflictos, se formulaban preguntas sin respuestas. Quizá, lo más factible era consultar con el único que lo veía y que estaba consciente de su presencia, pero este le ignoraba todo el tiempo. Quería saber por qué tenía la sensación de haber tomado una siesta demasiado profunda que le hizo olvidar sus acciones de semanas pasadas. Presentaba lagunas mentales que no lograba rellenar ni excusar.

Sus deseos y esperanzas se disipaban entre los días y las divagaciones sin sentido. Tan solo se limitaba a ser imparcial, a observar la vida de las personas; no se sentía con la libertad de expresarse y de desear lo que otros gozaban y sufrían.

Adam era un fantasma y, ante sus propias conclusiones, no hallaba su significado en el mundo de los vivos. Probablemente, no valiera nada.

Sus recuerdos no habían sido consumidos como fue estipulado, Herón lo ignoraba y el interés que mostró en algún momento por robar su memoria parecía desvanecerse entre la indiferencia y la sensatez. Existía algo que le impedía liberarse, no era el pacto con el demonio, iba mucho más allá de cualquier alianza; se trataba de algo más serio. Sus sentimientos y emociones se mancillaban en un baúl lejos de su alcance, querían escurrirse entre las rendijas de su mente para recuperar lo perdido. No sabía qué hacer, no comprendía qué era esa inquietud.

Solo tenía la vaga sensación de estar a punto de explotar en cualquier momento, la ansiedad lo carcomía y el vacío de sus recuerdos creaba infortunios a su alrededor. A medida que el tiempo avanzaba y su estadía en la tierra aumentaba, Adam sentía que comenzaba a perder algo importante. Todo se desvanecía más y más.

El espíritu no dejó de observar, de crear conjeturas en su mente sobre las acciones de Herón, quien trabajaba en Walmart como un simple cajero. El demonio iba y venía de un lado a otro, seguía la misma rutina todos los días. A Adam le costaba imaginar que, alguien con la capacidad de obtener todo, pudiera ocultarse bajo la faceta un simple cajero. Había oficios mejores, incluso podía robar un banco y nadie lograría dar con él, entonces, ¿por qué escogía ese trabajo?

Todo lo que pasaba alrededor de Adam era cuestionable. Escuchaba conversaciones ajenas sin ser reprimido, estaba ahí sin ser visto. Se sentía como el rechazado a quien nadie le prestaba atención. Odiaba esa sensación, odiaba ser ignorado, odiaba seguir ahí. Odiaba estar tan vivo y que todos hubieran asimilado su muerte.

Adam se percató que Herón siempre estaba en la boca de sus compañeros, gracias a su hostilidad e indiferencia. Adam escuchó que Herón había tenido un trabajo bien pagado en la universidad estatal de Grigor y que, por razones desconocidas, había decidido renunciar para ocupar su tiempo completo a trabajar en Walmart. ¡Era absurdo!

¿Qué tenía él en mente?

Era extraño para Adam admitir Steven era para Herón un supuesto amigo muy especial. Se le veía relajado cada vez que hablaban o estaban cerca; lo que le hizo pensar que su propia presencia o sus recuerdos no eran de utilidad; pero sí la felicidad de Steven.

Para rematar con su falta de entendimiento, Steven se mudó a la casa de Herón. Y Adam no sintió más que lástima por el pobre chico. Herón era malvado, él mismo le había hecho creer que las cosas se hacían por un interés mayor. ¿Qué veía Herón en Steven para quererlo cerca?

Quizás Herón no ocultaba cosas sádicas en su casa, pero sí atormentaba a sus víctimas de una u otra forma. Más de una vez lo había visto sonreír mientras escuchaba el parloteo de Steven. Casi creyó que no era tan malo, pero su prisión y el pacto que habían hecho le recordaban sobre la crueldad que se ocultaba bajo ese rostro que desparramaba belleza por todos lados. Herón poseía el rostro de un ángel, pero era tan ilusorio como la bondad con la que disfrazaba sus actos despiadados. Un ser como Herón solo traía desgracias, como el demonio que era.

Adam sabía que los monstruos estaban destinados a ser repudiados y Herón debería ser odiado, jamás amado.

Por eso tenía un plan en mente. Recordaba al hombre desesperado que llegó en busca de su hijo esa noche que conoció por primera vez a Herón.


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Cuando los demonios lloranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora