Capítulo 6

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«Hay personas que llegan para quedarse.»

Elizabeth Evans

-¡Son las cuatro e' la mañana sirvame otro trago e caña, ¡no me cora cantineroooo! [1]-entró cantando José.

José es un gran amigo mio, un venezolano que emigró hace muchos años de sus tierras natales y se vino a vivir aquí en busca de un mejor futuro. Él es moreno de cejas pobladas, flaco, ojos negros y cabello negro en rastras.

-Que vaina más bonita mi folklore. -dijo haciéndome reír. Su acento es muy gracioso ya que suena cantado. Estábamos en mi oficina, él y yo.

-Suena bien, es cierto. A ese género de música se le llama llanera, ¿Verdad?[2] -Le hablé en español. José es el causante de que yo sepa hablar español fluidamente. Él empezó a aplaudir y asintiendo.

-¡Nojoda! ¡Bravo! Por fin pronunciaste bien la R. -asentí de acuerdo, siempre que intentaba hacer la pronunciación de la r combinada de otras palabras me trababa. Cambié de tema.

-¿Jordan te llamó anoche? -le pregunté recordando la llamada de mi jefe ayer por la noche. El me miró raro y negó. -Iré a su oficina a preguntarle para que quería los últimos registros de el caso de los Tomndolo. -tomé los papeles en mis manos junto a las carpetas del archivero y salí caminando lentamente de mi oficina. Había mucho revuelo con el personal, algunos corrían de acá para allá con cámaras en sus manos.

Sabes que nuestro amor sería trágico. Así que no lo pienses.

Tarareé suavemente la canción que sonaba en los altavoces. Fijé la vista por un momento en mis papeles y seguí caminando mientras comprobaba que si eran los correctos.

De un momento a otro sentí un impacto contra mi. Me tambaleo hacía atrás, estaba a punto de caer cuando una mano grande se posa en mi cintura y me pega hacía su pecho antes de caer. Los papeles cayeron al piso. ¡Mierda!

Más preocupada por los papeles que por quién acabo de chocar mi agacho lo más rápido que puedo y me dispongo a agarrar los papeles en mis manos. Unas manos blancas y grandes se posaron en mi campo de visión, y un cuerpo muy grande vestido completamente de negro se agacha y me ayuda con los papeles.

Levanté la cabeza para ver y entonces me sorprendo con lo que mis ojos ven.

Connor Spinelli.

Abrí los ojos y él se ríe al ver mi reacción.

¿Acaso me desmayé cuando casi caí? ¿Y si realmente caí y me golpeé la cabeza y estoy alucinando? ¿Y si es un ángel lo que tengo frente a mi?

Le iba a hablar cuando veo unos lindos hoyuelos saliendo de sus espachurrables mejillas.

¡Abortar misión! ¡Abortar misión! ¡Uno, dos, tres, repito! ¡Abortar misión!

¿Donde está el botón de retroceso? ¡Me desmayo!

-¿Piensas quedarte ahí para siempre o qué? -su voz ronca, tan masculina, tan varonil...

Espera...

-¿Como dices que dijiste? -le hablé fuertemente con una ceja alzada, ¿eso salió de mi boca?

EstereotiposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora