Capítulo 45

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«El verdadero amor es amar su lado bueno y su lado malo.»

Elizabeth Evans.

—Puede usted relatarnos los hechos. —dijo el juez, el doctor asintió y empezó a hablar.

—Todo lo que la señorita Evans relata es una gran mentira, el joven vivía cerca de mi casa, hay pruebas de ello, cuando el chico andaba con la señorita Natasha aún así salía con chicas, yo lo veía. Él era cantante, ¿Por qué no relata eso señorita Evans? El chico, salía todas las noches con una chica diferente y volvía con otra completamente distinta, al yo verlo en el consultorio de abortos lo instituí todo, la había dejado embarazada y la quería hacer abortar para así seguir con su vida de mierda.

—¡Eso es mentira! ¡Deja de mentir cabrón hijo de puta! —gritó Tony a mi lado, tomé su mano y la apreté.

—Tony, guarda silencio. —le dije de manera silenciosa. Él apretó la mandíbula, se le notaba cabreado, era obvio, se le estaba siendo acusado de algo que él no hizo.

—Silencio, por favor. —dijo el juez, Tony asintió y seguimos escuchando.

—Ahí estaba él, con la señorita, podía ver  como ella gritaba y sollozaba que no le hiciera eso, que ella desaparecería de su vida pero él solo le dijo no quiero dejar cabos sueltos. La obligó, yo mismo presencié como él la metió a la fuerza en la sala.

—Elizabeth... —dijo Tony a mi lado, sus nudillos estaban blancos y sus ojos cristalizados.

—Calma Tony, todo estará bien, nosotros también tenemos un h
As bajo la manga. —el me miró sin entender.

—¿Preguntas, señorita Evans? —me preguntó el juez y yo asentí.

Me levanté de la silla y caminé hasta el estrado.

—Empecemos con mi interrogatorio. ¿Cómo puede usted asegurar esto, doctor Fabricio? ¿En qué momento estuvo usted presente ahí? —jaque mate.

—Yo fuí el doctor que llevó a cabo el aborto. —las exclamaciones por parte del jurado se escucharon y yo sonreí, pude ver como el hombre se puso nervioso.

—¿Por qué? ¿Para qué ayudaría usted a mi cliente después de todo lo que dice haber visto? —seguí con las preguntas, el hombre se puso aún más nervioso y yo no pude evitar soltar una sonrisa de suficiencia.

—Ese es mi trabajo. —fue su única respuesta.

—¿Qué pasó en ese momento? ¿Quienes estaban ahí? ¿Qué observó usted? ¿Qué sucedió después de que se cerrará esa puerta?

—Son muchas preguntas a la vez, señorita Evans.

—Y no veo el porqué usted no me a respondido. Repito, conteste las siguientes preguntas: ¿Qué pasó en ese momento? ¿Quienes estaban ahí? ¿Qué observó usted? ¿Qué sucedió después de que se cerrará esa puerta?

—En... E... En ese momento el señor Tony entró con la señorita, no había nadie más además de ellos dos, solo puede ver como la señorita forcejeaba, Tony se fue corriendo y no volvió más.

—Eso es todo. —dije. El juez asintió, el doctor se levantó del estrado y volvió a su sitio.

—Señor juez, como todos pudimos darnos cuenta, el señor tartamudeó a la hora de contestar las preguntas, dígame usted, ¿es normal que el hombre solo haya visto eso? ¿No se supone que fue él quien llevó a cabo el aborto? ¿Qué nos asegura que lo que dice este hombre es cierto? —pregunté.

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