Capítulo 35

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«Si supieras todo lo que siento por ti no tendrías de que preocuparte.»

Elizabeth Evans.

Metí la última camiseta en la maleta y la cerré.

Caminé por mi casa y acomodé mi chaqueta, me puse los lentes y cogí la maleta junto a mi cartera y el celular, ahora sí. Me dirigí a mi camioneta y subí después de haber cerrado mi casa.

Acomodé la maleta en el lado del copiloto y miré el sobre, Natasha Spinelli. Negué y lo giré, ya lo leería en el avión. Encendí la camioneta y me dirigí hacia el aeropuerto internacional de Alabama.

Iría a Brasil, sí a Brasil. Específicamente al río de  Janeiro.

[...]

Estaba bajando mi equipaje de la camioneta cuando me entró un mensaje. El número era privado por lo que no sabía quién era. Cuando abrí el mensaje lo primero que ví fue una imagen de Connor llevabando de la mano a una rubia exuberante, una jodida rubia al estilo París Hilton. Sus manos estaban entrelazadas mientras que caminaban por el campo de fútbol.

En la otra foto ambos salían en lo que parecía ser un restaurante privado, ambos estaban en un mesa, él estaba inclinado hacia delante mientras que la tomaba por ambos lados de la cara en lo que parecía un acto muy íntimo y romántico, sus narices se rozaban y él la miraba como si fuese lo más hermoso del universo.

Y por último y la que terminó de romperme fue donde ellos salían en la puerta de una mansión, ambos vestidos iguales, unos jeans vaqueros, y camiseta de cuero negra. Pero no fue su manera de vestir lo que me rompió, fue como ella tenía sus dos piernas enrolladas en su cintura y él tenía sus manos en las caderas de ella, las manos de ella estaban agarrándolo de la cara mientras se besaban.

-Te lo advertí.
Aún estás a tiempo de dejarlo todo, antes de que vayamos a mayores.

Eso decía el último mensaje. Miré la hora, aún faltaba media hora para abordar el avión.

Dejé la maleta en el piso y me senté en el asiento del copiloto, llevé mis manos a mi vientre.

—Tiene que ser un fotomontaje, claro que sí, papi no nos haría eso. —hablé con mi vientre, el estacionamiento del aeropuerto estaba solo y por esa razón no me importó hablar sola. Lo cual en realidad no hacía, estaba hablando con mi bebé.

Volví a mirar las fotos y una lágrima solitaria bajó por mi mejilla. A esta le siguieron otras más hasta convertirse en sollozos.

Era falso, tenía que ser falso. Connor me ama, yo lo amo, de nuestro amor se sembró una semillita en mi vientre y ahora estaba floreciendo. Un bebé

Nuestro bebé.

Saqué el celular de mi cartera y sin dudarlo dos veces llamé a Connor, quería saber qué haría, no le diría nada, quería que él me lo diga, que me explique. Me aclaré la garganta y lo llamé.

⇨◇-◇-◇-◇-◇ Llamando a Connor

—¿Elizabeth? —contestó al segundo timbrazo.

—Amor, ¿como estas?

—Yo... Eh... Muy bien, ¿y tú?

—Perfectamente, y dime, ¿que has hecho? ¿como has estado por allá en Manchester?

EstereotiposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora