«Me sentí un diminuto átomo perdido en su Big Bang.»
Elizabeth Evans.
En este momento estaba apagando todas las luces...
No, en realidad no. En este momento estaba caminando lentamente hacia él. Estaba perdida, no sabía que hacer. Joder, me había encantado la serenata pero... Demonios.
La mirada de Connor lograba trasladarte tantas emociones que llegaba un punto en el cual te sentías perdida al no saber cuáles eran las suyas y cuáles eran las tuyas.
—Elizabeth... —fue lo único que dijo él apenas llegué en frente suyo. Tomé una fuerte respiración y conté hasta diez.
—Connor, ¿qué haces aquí? —intenté mantener una postura indiferente, pero no podía, estaba afectada.
—Yo... Necesito hablar contigo, Elizabeth. Por favor. —dijo él, sentí un flash de una cámara, y nos alarmamos.
—Entren, yo arreglaré esto. De seguro la prensa ya se enteró. —dijo Tony, Connor caminó rápido hasta mí y tomó mi mano. Las sensaciones... Mierda. Sentía que habían pasados años sin sentir su contacto.
—Vamos Elizabeth. —dijo Connor. Asentí y él tiró de mi hasta entrar a la casa, Tony se quedó afuera con los músicos. Unos dos hombres se acercaron a Connor y este les señaló la casa, ellos asintieron y yo estaba ahí sin entender ni mierda.
—¿Qué... —me callé cuándo los hombres pasaron de nuevo a nuestro lado, uno de ellos llevaba tres ramos de flores gigantes, el otro llevaba varias bolsas de distintos colores en sus manos, luego pasó otro con dos peluches parecidos al mio pero uno era azul y el otro rosa. Mi boca estaba por los suelos, Natasha estaba en la puerta recibiendo las cosas con una sonrisa. Harper las acomodaba.
El tirón en mi mano me hizo volver a la realidad.
La sonrisa de Connor no me pasó desapercibida. Haló mi mano, y puso la otra en mi cintura, le gruñí pero él no la alejó. Ambos entramos a la casa y miré las maletas rosas en la entrada. Miré a Harper y a Natasha sin entender.
—Nos quedaremos en el hotel que está a dos cuadras, vendremos por la mañana. —respondieron ambas al mismo tiempo. Las miré asustada, parecían un robot programado. Luego rieron mirándose.
Natasha le lanzó un guiño a Connor.
—No la cagues, hermanito. —él le sonrió y la besó en la mejilla sin soltarme.
—No lo haré, gracias por ayudarme. —le dijo Connor a ambas.
Las miré con una ceja alzada.
—Traidoras. —musité bajito y aún así ellas rieron. Nate bajó corriendo las escaleras con sus maletas y las de Harper, se acercó a mí y besó mi mejilla.
—Te amo hermana, cuídate. Adiosito cuñadito, cuidado con una cosa rara. Recuerden, ya no más bebés, Harper, amor vámonos antes de que Elizabeth me corté la cabeza. Y no la de arriba específicamente. —riendo ellos salieron, Natasha les siguió.
Connor y yo quedamos solos.
—Ya, sueltame. —le dije al ver que no soltaba mi cintura y mi mano. Él lo hizo y casi, casi pude ver como un pequeño sonrojo salió en sus mejillas.
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...