Capítulo 16

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«Maldito insomnio, lo trajo la tristeza y el sufrimiento.»

Elizabeth Evans.

El moreno entró a la habitación con la cabeza en alto y su vista puesta en mí.

Me levanté de la silla y al quitarle las esposas le tendí la mano.

—Elizabeth Evans. —me presenté. El no me devolvió el saludo, me miró con una fría y oscura mirada.

Un guardia lo sentó a la fuerza en la silla y me dio un asentimiento para después salir y dejarnos solos.

Me senté de nuevo en la silla y lo miré, no podía creer lo guapo que era. Era una belleza natural, se notaba, era algo obvio, aquí no les proporcionaban lujos como para tener tan buen porte.

Su penetrante mirada me traspasó, está era verde, con toques azules, era increíble, está preciosa mirada era acompañada de una piel morena más oscura que la mía, una barba negra no muy larga, al igual que su largo cabello, esto estaban a juego con unos perfectos y gruesos labios y unas cejas tupidas. Sin olvidar su cuerpo de dios griego, sacado de una revista de modas.

Una mirada burlona salió de sus labios y me estremecí.

—Una foto le dura más. —no contesté ni sonreí, por lo visto era el típico chulo con porte de malo.

—Vamos al grano. —me crucé de piernas y enfoqué mi vista en los papeles de mis manos.

(Asesinato doble de feto no desarrollado y madre biológica de este.)

¿Qué?

Lo miré, su mirada estaba perdida en un punto de la habitación, no me miró, sus facciones morenas estaban enfurecidas.

—Solo haré una pregunta y quiero que me la responda con toda la verdad. ¿Culpable o inocente?

—¿Acaso importa lo que yo diga? Importa lo que dice esa mierda de papel. Culpable. —Habló sin rodeos.

—¿Cómo y por qué? —queria escuchar su opinión, quería saber la verdad.

Sabía que el hombre frente a mí mentía.

¿Saben por qué? Porque lo veía. La perdición de su mirada, sus ojos levemente cristalizados, su postura de malo, todo era falso.

En mis años de carrera aprendí más que nunca, y podía darme el lujo de decir: nunca he perdido un caso. Porque para eso estudié. Para defender los derechos violados de las personas inocentes. Para mí eso es ser una abogada.

Empiezo por definir lo que es un abogado para mí.

Se conoce como abogado a aquella persona graduada de la carrera de leyes y que asume la defensa de una persona o parte en un juicio, o bien en algún proceso judicial o administrativo. Pero la tarea de un abogado no se circunscribe únicamente a esto, sino que también puede brindar asesoramiento en materias jurídicas.

No existe consenso entre los autores acerca del origen de la profesión de los abogados, pero muchos expertos creen que el punto de partido se encuentra en los oradores y escritores de la Grecia ateniense que se encargaban de la defensa de los ciudadanos acusados por alguna causa. No obstante, se reconoce a la estructura jurídica del Imperio Romano como el primer marco histórico sistemático de aparición del Derecho como hoy lo comprendemos en el mundo occidental.

Como consecuencia de la importancia de su quehacer y para garantizar un funcionamiento ordenado, en la mayoría de los países, una vez que la persona se gradúa en la carrera de leyes será inscrito con un número de matrícula en un organismo colegiado de la profesión según corresponda. En muchos casos, estas instituciones se circunscriben en el marco de un ámbito geográfico municipal, provincial o estatal, dependiendo de la modalidad organizativa de cada nación.

Así como es imprescindible contar con un juez y un tribunal, el abogado resulta ser la tercera pieza clave en el proceso de administración de justicia, ya que su presencia garantiza el estado de derecho y el beneficio con el que cuenta cualquier ser humano que habita en una sociedad organizada que se maneja conforme al derecho, más allá del crimen o delito cometido, de recibir una defensa justa. Esta es una de las premisas de los sistemas republicanos y democráticos, en los cuales los abogados cumplen un papel relevante a la hora del respeto por los derechos individuales de cada ciudadano.

En diferente marcos jurídicos, se dispone de instancias de mediación en las que la participación activa y la idoneidad de los abogados adquiere un rol de gran importancia para intentar solucionar los conflictos. De todos modos, en algunas situaciones resulta inevitable la llegada a juicio para así dirimir el objeto de conflicto entre dos partes. Sin embargo, y aunque casi todos crean que es recién aquí donde cobra importancia definitiva la figura del abogado, en realidad, una de sus funciones básicas es la de prevención para que no sea necesario llegar a estas instancias. Esto se logrará a través del concreto, efectivo y conforme aporte que este haga, por ejemplo, en el asesoramiento previo a la redacción y firma de algún contrato o documento, evitándose de este modo un posterior reclamo de la otra parte por no haberse observado alguna cuestión determinante o significativa cuando se firmó el documento. Esta función de prevención requiere destacarse, dado que es un recurso de importancia esencial a la hora de reducir la conflictividad entre actores de diversa índole.

Un abogado puede especializarse en las siguientes materias: penal, civil, comercial, familiar, laboral, tributario, constitucional, ambiental y administrativo. En algunos casos, estas disciplinas se imbrican, como acontece que el derecho penal económico, o bien incluyen ramas específicas de especialización, como se describe para los abogados dedicados al fuero familiar de minoridad.

Dada su firme asociación con la estructura jurídica del Estado y los aspectos de la organización gubernamentales, muchos abogados incursionan en el mundo de la política. Así, en una numerosa mayoría de las democracias modernas de Occidente, los jefes de Estado o los representantes del pueblo en el Parlamento son abogados, en general con intensa actividad profesional previa en variadas áreas del Derecho. De igual modo, muchos abogados son asesores de aquellos parlamentarios que no cuentan con capacitación en leyes, para facilitar la redacción de normativas o para asegurar su adecuada correlación con los esquemas legales vigentes.

Como corolario, vale destacar que la relación que surgirá entre el abogado y su cliente deberá estar siempre enmarcada en los principios de buena fe y jamás traicionar el secreto profesional que surgirá apenas se concrete esta relación. Porque no nos olvidemos que, en muchas actuaciones, el abogado asume un rol representativo de su cliente a través de la suscripción de algún poder tramitado públicamente. Por consiguiente, la solidez de la relación entre el profesionales de las leyes y sus representados requiere una gran base en la confianza.

Simplemente por esa razón podía darme cuenta de las cosas muy fácilmente.

—¿Para qué? ¿por qué se lo diría? ¿Para que apenas le cuente me tache como que estoy loco y soy un psicópata? Gracias pero no. No pierda su tiempo. —el hombre comenzó a levantarse de su asiento dispuesto a irse. Entonces yo me levanté y lo tomé del brazo antes de que se fuera. El miró mi mano en su brazo y con un movimiento brusco se soltó.

—Espera. Le juro que no me iré. Para eso estoy aquí, para ayudarlo. —el me miró a los ojos y después de un tiempo se sentó de nuevo en la silla.

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