Capítulo 7

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«No es fácil engañar al corazón cuando crece un sentimiento.»

***

-Yo me opongo.

Terminé de escribir mi libro cuando justo suena el timbre. Frustrada por ser interrumpida me levanté de la cómoda silla de mi escritorio y caminé hacia la puerta.

Miré mi vestimenta antes de abrir la puerta.

Oh genial, soy una indigente.

Una camiseta de lana extremadamente grande y unos muy diminutos shores de pijama, acompañado de mis pantuflas.

Sí, una completa indigente. Pero mira que una jodidamente sexi indigente, demonios nena, eres caliente como el infierno. Ya deja de leer libros de motoreros, Elizabeth.

¡Bah, al diablo! Me bajé un poco más la camisa y abrí la puerta. Mi quijada casi cae al piso al ver quien estaba detrás de mi puerta.

El chucky barato con complejo de ken.

Sí, mi nuevo jefe. Connor Spinelli.

-¿Qué se le ofrece? -hablé borde. El muy estúpido tenía una gran sonrisa en la cara y obviamente los dos gorilas estaban detrás de él.

Mariquita.

-¿No me vas a invitar a pasar? -dijo burlonamente. Alcé una ceja y negué con una sonrisa hipócrita.

-Si quisiera lo haría pero como no quiero no lo haré. -expliqué, su ceño se frunció y se giró para decirle algo a los gorilas, estos se fueron y él me sonrió.

Sin más que decir me empujó a un lado y paso, no lo hizo con fuerza sino que casi rozando lo delicado. Atrevido, descarado, igualado este.

Cerré la puerta detrás de mí y me incliné sobre esta para después cruzarme de brazos, él veía todo mi apartamento con una sonrisa en el rostro. Yo sólo lo observaba.

Caray este hombre está muy bueno.

Tenía puesto unos vaqueros ajustados que marcaban su buen trasero y una franela sencilla azul oscuro, junto a unos tenis blancos. Connor realmente era un hombre guapísimo y sexi como el infierno, tan lleno de músculos sin pasar a lo exagerado, su mandíbula cuadrada su cabello que caía liso entre sus orejas, sus ojos azules que brillaban. Si no fuese tan idiota fuese el partido perfecto para cualquier mujer. Me incluyo.

Él tomó en sus manos mi doctorado, eso si que no. Rápidamente llegué hasta él y se lo intenté quitar de las manos, obviamente el sigue siendo más alto que yo.


-Dame eso. -le dije como nena pequeña. Él me miró a los ojos. Y se quedó ahí por mucho tiempo.

¿Que le pasa a este idiota? Quizás tantas hormonas lo estupidizaron. Si, nueva palabra inventada por mi. Tiembla la real academia española.

Él me entregó el reconocimiento y vió los diplomas y trofeos en mi repisa.

-No sabía que fueras tan buena. -no te derritas, no lo hagas Elizabeth.

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