«Pudimos haberlo tenido todo.»
Elizabeth Evans.
Si quieres que paremos esto solo tienes que desaparecer.
Aléjate, Elizabeth Evans, o sino yo mismo me encargaré de borrarte del mapa.Eso fue lo primero que ví cuando saqué mi teléfono en el aeropuerto. Retiré mi maleta y ví como Leandro caminaba hacia mi con paso lento.
—¿Todo bien? —me preguntó, forcé una sonrisa y asentí.
—Sí, perfecto. —él no dijo nada.
—¿Quiere que la guíe? Conozco Brasil como la palma de mi mano. —lo pensé, era un extraño...
—No lo sé...
Me cortó antes de que pudiera continuar.
—A ver, soy Leandro Reymond, brasileño de nacimiento residente en el río de Janeiro. Dueño de los viñedos de la zona abarcante a orillas del río, mi casa y empresa están a dos kilómetros de aquí, todo el mundo me conoce por aquí, fuí pobre de pequeño, criado por dos humildes campesinos, con mucho esfuerzo trabajé noche y día para conseguir lo que hoy en día tengo. Hablo inglés, español y portugués. Mis padres viven en mi casa y la mayor parte del pueblo trabaja en mis viñedos, justo afuera del aeropuerto están dos camionetas esperándome debido a que hoy es la fiesta en honor a la lluvia sagrada proveniente del cielo, obviamente, pero que tiene un gran valor en las tierras a orillas del río, es una tradición, por así decirlo, el pueblo está hoy de fiesta.
Reí ante toda su explicación.
Unas señoras iban pasando y el las paró delante de mí. Hablaron en portugués.
—Senhoras[1] —dijo él con alta chulería, alcé la ceja al ver como las mujeres se acaloraron.
—Homem charmoso. [2] —respondieron al unísono.
—Você vai para a festa? [3] —Y ahí estaba yo, sin entender una mierda.
—Como poderíamos perder isso?. [4] —yo estaba pensando, ¿porqué carajos yo me vine a un país al cual no entiendo ni puta idea? ¿Como llegaré a Natasha?
—Perfeito, lá nos vemos então. [5] —Claro. Todo era culpa de Connor. Bueno no, era mi culpa por no adquirir un traductor en el aeropuerto internacional de Alabama, así se me hubiese hecho mucho más fácil.
Estas mujeres se fueron y Leandro me miró.
—No entendí ni mierda. —dije sincera.
—¿Y entonces por qué vino a un país al cual no entiende su lengua?
—Ya le dije, trabajo. Vale, dejaré que me ayude. —él alzó una ceja, me corregí. —¿Podría ayudarme? Por favor.
—Le había dicho que lo haría, fue usted la desconfiada.
—Oh, perdone no querer explorar Brasil con un hombre al cual acabo de conocer.
—Solo vamos, de todas forma puede gritar, todos me lincharian al pensar en que estoy agrediendo a una mujer. —vale, eso era cierto.
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...