Les recomiendo que escuchen la canción de multimedia mientras leen el capítulo.
«Quizá no era amor, tal vez era la pequeña necesidad de sentir algo diferente. Algo que marcará mi vida solo por un momento.»
Elizabeth Evans.
Mierda.
Connor estaba detrás de mí con una sonrisa burlona en el rostro.
¿Como es q...?
Entonces caí en cuenta.
—Fuiste tú quien me estaba siguiendo. —no lo pregunté, lo afirme. Él me miró y asintió. Odiaba su sonrisa de burla en su rostro, sentía que de alguna o otra manera se burlaba de mí. —¿por qué? —Le pregunté.
—Aburrimiento. ¿Sabes? Estaré esta semana en Rosemary beach, por lo de las decoraciones en el bufete. —habló despreocupadamente y quise chachetearlo.
—¿No tienes a otra persona a la cual joder? En este tiempo ni siquiera me tomaste en cuenta, no se porque lo estás haciendo ahora. —las palabras sonaron con doble sentido. Así lo quería.
—¡Oh vamos! ¡Elizabeth el mundo no gira a tu alrededor! ¿Que pensabas? Te dije que no te hicieras ilusiones, no somos amigos, ni lo seremos. Solo somos personas con recuerdos en común.
Y... Sus palabras me dolieron.
—¿¡Entonces que haces aquí!? ¿¡Por qué te encargas de joderme la maldita vida!? ¡No te entiendo! ¡Me buscas cuando estamos solos pero me esquivas e ignoras cuando hay personas a tu alrededor! ¡Dejame en paz, maldición! —le grité. No lo sé, pero quería que él se diera cuenta de que me dolió lo que dijo. Me alejé, suspiré y entré en el agua.
Estaba fría, mucho.
—¿¡Y qué quieres que haga!? ¿¡Que te busque todos los días!? ¡No Elizabeth, no lo haré! ¿Sabes por qué? Porque no eres nadie para mi. —grito a mis espaldas.
Y aunque él se empeñaba en herirme no le dí el gusto.
Miles de dudas se acumularon en mi cabeza, tantas cosas que quería decirle. Pero no lo hice. Tampoco me volteé. Sólo entré completamente al lago de agua dulce y caminé hasta la cascada.
—¿Y entonces por qué estas aquí? Sólo respóndeme eso, Connor, sólo dime por qué estas aquí. La verdad. —hablé bajito, aún así él me escuchó.
Un eterno tiempo lleno de silencio se hizo presente. Me metí debajo de la cascada y dejé que el agua se llevará todas las malas vibras.
Escuché como Connor entró al agua, sabía que llevaba un bañador azul, lo había visto, estaba vestido con ese y una camiseta sencilla blanca. Junto a unas chanclas negras.
—No lo sé... —respondió. Sentí sus manos en mi cintura y todos mis vellos se erizaron.
Mi corazón se detuvo. Vi en sus ojos galaxias, pero había un agujero negro en su corazón.
—No te entiendo...—susurré. Era la verdad no lo entendía en lo absoluto.
—Si te dijera que esto va a doler. Si te advierto que el fuego te va a quemar, ¿entrarías? ¿me dejarías hacerlo primero?
Me dí la vuelta para mirarlo a los ojos. Sus manos nunca me soltaron y me sentí bien, era una completa idiota, pero era cierto.
Miré sus ojos azules, su torso estaba al descubierto mostrando sus preciosos tatuajes. Tan sólo tenía puesto el bañador, estaba descalzo al igual que yo. La arena se sentía entre mis dedos.
Connor llevó sus manos a mi barbilla y me obligó a mirarle la cara. Su rubio cabello era un completo desastre, supongo que debió pasar las manos por el innumerables de veces.
Subió su mano izquierda hacia mi espalda y la dejó ahí con la otra en mi cintura. Sus ojos se dirigieron hacia mis labios y yo imité su acción. Estos estaban entreabiertos, rosados y grandes, sentía un gran deseo de besarlo.
El ambiente cambió y todo se volvió frío. Me apretuje contra él en busca de calor, cosa que no era más que una excusa para tocarlo.
Mis senos estaban contra su torso desnudo, Connor miró mis pechos y sentí mis mejillas calientes, mis senos eran grandes, demasiado diría yo, él subió si mano lentamente por mi costado y se paró antes de tocar mi seno.
Suspiré, deseaba esto. No mentiría, cualquier mujer en mi lugar lo haría.
Abrí los labios y los de Connor se fruncieron. No pude evitarlo, lo deseaba más que a nada, ya después me encargaría de golpearme la cabeza contra la pared por ser tan estúpida.
Enterré mis manos en su mata de cabello rubio. Acerqué mi rostro lentamente al suyo con la mirada puesta sobre sus labios. Él también se acercó, ambos unimos nuestras bocas al mismo tiempo.
Y podría jurar que el tiempo se detuvo en ese momento y mis sentimientos explotaron. Acoplé nuestros labios y comencé a moverlos al igual que él. Estos tenían un sabor dulce, era como si estuviera comiendo fresas desde su boca.
Metí mi lengua en su boca y me aventuré a explorarla a mi gusto, era yo quien tenía el control sobre este beso y eso me encantaba.
Nuestras lenguas se enredaron y jugaron entre ellas. Lentamente Connor se alejó de mí y tomó mi labio inferior entre sus dos hileras de dientes para luego jalarlo muy lento y sensualmente hacia él.
Un gemido salió de mi boca sin poder controlarlo. Connor gruñó y bajó sus manos a mi trasero para tocarlo a su gusto.
—Me encanta, es tan grande, duro, joder lo bien que se siente Elizabeth. —gruñó entre besos. Luego subió sus manos por nos costados al mismo tiempo y se paró antes de llegar a mis senos.
Nos separamos y él me miró a los ojos pidiéndome permiso. Asentí temerosa, era más virgen que el aceite de oliva y tenía nervios.
Con sus dos grandes manos subió hasta el valle de mis senos y acarició ese lugar con las yemas de sus dedos. Gemí suavemente, me encantaba está sensación, era un éxtasis profundo.
Acopló sus manos sobre cada seno y dio caricias sobre la tela que daba al pezón. Gemidos suaves salían de mi garganta sin yo poder controlarlo.
Unió nuestras bocas de nuevo y pasó las manos por mis costados hasta llegar a mi espalda. Con sus habilidosas manos empezó a jugar con la tira del traje de baño. Tiré de su cabello y él rió bajito. Con una habilidad increíble sacó la pieza de ropa de mis senos.
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¡Momento #Coeli!
Hasta acá llega el pequeño maratón. :( Pero les prometo que mañana actualizaré. :)
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...