«El amor puede reparar tu alma.»
Elizabeth Evans.
—¡Tú no tienes idea de como me sentí, Connor!— le grité fuera de mis casillas.
—¡No Elizabeth, eres tú quien piensa eso! ¡Yo también me sentí enjaulado, perdido, sin tener idea de que mierda hacer! Se que metí la pata al hacer esas fotos, pero estaba herido. Sentía que de esa manera te devolvería el golpe. Me equivoqué y acepto eso.
Su mirada puesta firmemente en mis ojos me hizo saber que no mentía. Suspiré y limpié la lágrima que bajaba por mi mejilla.
—No puedo perdonarte tan fácil, Connor. Sigo sin entender tantas cosas... Sé parte de la historia, pero no comprendo. —él se acercó a mí y se sentó a mi lado, tomó mi mano entre las suyas y me miró a los ojos.
—No tengo justificante. A pesar de que sabía que estaba mal lo hice, actúe lleno de rencor, de odio. Pero solo te pido que te pongas en mi lugar, tu padre la persona que siempre a hecho todo para que seas feliz te dice eso y te muestra las fotos, dime, ¿Qué hubieses pensado tú?
Cerré los ojos con fuerza y suspiré.
—No sé lo que se siente eso, no se que es sentir el amor o cariño de tu padre, pues si algún día lo tuve este se esfumó entre el viento. —musité con las voz quebrada en dolor.
Era hora de que Connor supiera la verdad.
—¿Por qué me dices eso, Elizabeth? Tu padre te ama, siempre lo a hecho para darte amor, desde pequeña fuiste su princesita, su morenita.
Él me dio una sonrisa y yo se la devolví en versión triste.
—Todo cambió cuándo tu te fuiste. —cerré los ojos con fuerza. —Una noche en específico, mi padre estaba de viaje, como siempre, solo venía una vez al mes. Pero esa noche fue diferente. Él entró a la casa con su bolso de viaje, traía algunas bolsas, recuerdo que mi hermano y yo salimos corriendo como locos a recibirlo, pero no fue como siempre que saltábamos a sus brazos y él nos abrazaba con una sonrisa. No, no fue así, había algo en su mirada, algo diferente, esta estaba roja, joder, muy roja. Cuándo nosotros nos acercamos él nos alejó, así, fríamente sin un hola ni nada. Solo pasó a la casa y dejó el bolso en el mueble, parecía un robot y todos nosotros estábamos intrigados, no era él, no parecía él. Mi madre lo fue a saludar y él le dio una sonrisa muy forzada, todos nos sentamos en la mesa, debido a que solo nos sentábamos ahí como una familia cuando él llegaba. Él no comió, nosotros estábamos comiendo y él solo nos miraba comer, frío, calculador, recuerdo esas miradas a la perfección, miraba cada movimiento de mi madre. Yo sentía algo muy feo en mi pecho, estaba como presionado, era horrible, algo me decía que nada estaba bien. Mi hermano quién al ser muy despistado no estaba al pendiente de esta situación, estaba un poco más chico. Después de comer todos nos levantamos de la mesa, nos íbamos a bañar cuando él nos dijo. No, no, entren ustedes a su habitación y vayan a dormir. En ese momento yo estaba muy al pendiente, nos metimos al cuarto sin protestar, yo simulé dormir cuando él entró a mi habitación verificando todo, la corazonada que tenía en el pecho no se me quitaba, así que me levanté y me vestí, caminé hacia mi puerta y me paré ahí, mi madre se estaba bañando. Abrí la puerta muy silenciosamente y miré, mi madre acababa de salir del baño, ellos discutieron, luego él le pegó una cachetada, yo estaba ahí, inmóvil. Era la primera vez que papá le pegaba a mamá. Ella salió corriendo y vi como él levantó el colchón, ahí estaba la escopeta. Captando todo corrí a la habitación de Nate y le dije que tomara el teléfono, busqué a mi madre y la metí ahí con Nate, ella lloraba y parecía estar en un tipo de trance. Yo parecía la mamá en esa situación. Mi padre gritaba llamando a mi mamá, él estaba en el patio trasero, yo a pesar de ver todo no podía creer que mi padre era capaz de hacerle daño. Aunque tenía miedo caminé hacia allá y me paré frente a él, él tenía la escopeta cargada en la mano, su mirada estaba perdida en el suelo y no hacía más que llamar a mi mamá, de seguro los vecinos escucharon todo los gritos pero nadie nos ayudó. Yo empecé a hablarle, le hablé mucho, le rogaba que dejara a mamá, que se calmara, que si se quería ir que se fuera pero que no le hiciera nada a mamá. Pero él no me hacia caso, entré a la casa y hablé con mi madre. Ella abrazaba a Nate con el teléfono en la mano. Intentaba hablar pero no podía, Nate acariciaba su cabello mientras ella lloraba, Nate me dijo que habían llamado a la policía, yo asustada de que le hicieran algo a mi papi corrí hacia él, él por los gritos levantó la escopeta y me apuntó, lo último que escuché fue como mi madre y Nate gritaban y la escopeta se era disparada. Desperté mucho tiempo después, mi corazón había entrado en una especie de shock, lo primero que vi fue a mi muy demacrada madre y a Nate, ambos sostenían mis manos y sus cabezas estaban apoyadas en mis piernas. Era una niña y no entendía a la perfección las cosas, por eso lo primero que pregunté fue: ¿Y papi? Mi madre en ese momento se levantó sin decir nada y salió de la habitación. Nate se quedó ahí conmigo, se acostó a mi lado en la camilla y me abrazó. Intentó explicarme todo. Así fueron pasando los días, mi padre estaba preso y tiempo después cuando salió intentó hablar conmigo, al ver que no le di ni la mirada solo salió de ahí y se fue de la casa. Mi madre cayó en el alcohol y Nate empezó a juntarse con quien no debía. A mi me descubrieron hígado graso, tenía el hígado de una persona de setenta años, lo cual era mortal para una niña de mi edad. Mi madre me puso en tratamiento intensivo, casi que vivía en la clínica, mi padre volvió tiempo después, mi madre lo perdonó, la odiaba, y a él también. Por eso no hice más que pedir que me dejaran en a la clínica, él se iba y volvía. Cuándo me curé no hice más que centrarme en los estudios. Caí, joder caí demasiado, burlas, humillaciones, rechazo, no tenía amigos, de paso estaba podrida por dentro llegué a un punto en el cual ya no sabía que estaba haciendo, que hice, que haría, no sabía nada de mi. Caí, pero me levanté, una y otra vez. Hasta que lo logré, logré todo lo que soy hoy en día. Fue ahí cuando me di cuenta de que era fuerte cuando podía levantarme por mi misma.
Levanté la mirada del suelo y lo miré, sus ojos estaban cristalizados y apretaba fuerte mis manos.
—Es por eso que te odié cuando me lastimaste drogado, mi padre también lo estaba cuando me lastimó. Mierda, es un trauma el cual aún no puedo soportar, odio a todo persona que consuma esa mierda. —cerré los ojos fuertemente y sentí cuando él me tiró fuerte a su regazo. Me levantó y me sentó en sus piernas, pasó sus brazos alrededor de mí y besó repetidamente mi mejilla.
—Yo... Yo no tenía ni idea de todo eso, nadie me dijo nada. Joder, cuando llegué lo primero que te restregué en cara fue eso... Demonios, mi pequeña, lo siento, lo siento mucho. No estuve cuando más me necesitaste, te fallé una y mil veces más. Yo... No tengo palabras. —dijo con voz entrecortada.
Sin poder resistirme más pasé mis brazos por su cuello y lo abracé, me escondí en su cuello y él besó mi cabeza.
—No te dije todo esto para que me tengas lástima, es más nunca lo debías de saber pero creo que de esta manera entiendes el porque actúe de esa manera. Porqué no te puedo perdonar tan fácil.
—Y te entiendo mi amor, te entiendo perfectamente. Ten por seguro de que me voy a encargar de reparar mis errores, uno por uno. Te voy a recuperar, arreglaré todo. Te conquistaré de nuevo.
∆|∆|∆|∆|∆|∆|∆|∆|
K sad, viejo.
¿Pero como que volví?, yo no entiendo si yo nunca me fuí.
U.u
La canción, lloremos. No se que más poner, weno cy, pero ya les woa decir.
Muchas gracias por comprender, por ser tan pacientes, las amo muchísimo y si no fuera por ustedes que son mi máxima inspiración para escribir no lo hubiese logrado nunca. Las amo, y están en todo mi corazón. Discúlpeme si no respondo a sus comentarios pero saben que apenas y tengo tiempo para escribir.
Las amo y no se olviden de votar y comentar.♥
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...