Capítulo 20

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«Las cosas cambian y el tiempo pasa, la vida no se detiene por nadie»

Elizabeth Evans.

Mis senos estaban expuestos y mi cara más que sonrojada.

¡Joder!

Nunca había estado así con ningún hombre, nunca. Soy más Virgen que la Virgen Maria. Bueno, no, pero soy una virgen que ahora está muriéndose de nervios.

¿No les pasa que son unas expertas en lo que respecta al sexo?, pero no por tenerlo, sino por leer libros los cuales nos enriquecen esta información, también las películas...

Oh vamos, hay que ser sinceras las chicas también miramos porno y eso es algo completamente normal.

Volviendo al tema. Sabemos mucho sobre sexo, posiciones, maneras, etc, pero cuando se llega el momento se es puro nervios.

Bueno así estoy yo.

Separé nuestras bocas. No es que pensara que una mujer era más por ser virgen, o menos por no serlo, pero yo era del tipo de chica que quería que fuera especial, romántico y bonito. No algo sacado por la calentura del momento.

Sus ojos azules estaban oscurecidos y agrandados. Su cabello estaba aún más despeinado debido a la acción de mis manos. Sonreí, Connor me gustaba mucho, pero tampoco era idiota.

—No... No, Connor. —lo alejé de mí. Mierda, el frío me pegó y quise lanzarme encima de él de nuevo. Él me miró y sonrió.

—Sabia que no te lanzarías a la primera.—susurró bajito. Lo miré de nuevo, es demasiado guapo el muy idiota.

¿Y ahora qué decía yo?

—¿Te coloco el bañador? —me preguntó, lo pensé. Ahora me arrepentía.

Asentí y se acercó de nuevo a mí. Joder, quería a Connor entre mis piernas. Pero también quería conservar mi virginidad, menudo lío estoy hecha.

Me puse el bañador y Connor se encargó de arreglarlo, se pegó a mi para poder amarrarlo bien y sentí su erección debido a la proximidad. Gemí suavemente.

Sus manos volvieron a amarrar el bañador y me tomó de las caderas para así poder tirarme hacia el. De nuevo en la posición anterior, su miembro erecto rozó mi entrepierna que sólo era tapada por un pequeño pedazo de tela y gemí.

Connor llevó su mano derecha hasta mi labio inferior y lo acarició lentamente, yo estaba muriendo por la sensación.

—Cada día me sorprendes más. —su voz era ronca, deduje que debido a la excitación. Su dedo trazó el contorno de mi labio y tiró de él.

Se acercó a mí y pegó sus labios con los mios, el beso era lento y suave, nada parecido al anterior el cual era desesperado y lleno de lujuria. Nuestras lenguas salieron a jugar entre ellas y mis manos de enredaron en su mata de cabello rubio. Tomé un impulso y rodeé sus caderas con mis piernas, él me sostuvo por las piernas y las acarició de arriba a abajo.

Quería más. Jodidamente más.

Me atreví a pasar las manos por su muy formado pecho y explorar, tenía un ancla tatuada en el brazo derecho, junto a unas letras en árabe, un balón de fútbol americano, un corazón abstracto con el nombre de una chica. Me despegue de él y miré su brazo, Connor en un ágil movimiento se separó de mi. Lo miré extrañada.

—Debemos esperar, tu no estas segura con esto y yo... Yo quiero que estés segura. —habló agitadamente. Aún seguía con la duda del tatuaje. Ignoré eso y me concentré en decir algo coherente.

—¿A qué te refieres? —pregunté, Connor me miró y sonrió.

—Quiero estar contigo, Elizabeth. Pero no en plan de relación, quiero más bien algo así como, una relación de amigos con derechos. —me explicó, estaba impacta, Connor Spinelli quería una relación sexual conmigo.

—¿Qué ganaría yo con esto? ¿Te daría mi virginidad y luego qué? ¿Hacer del cacho? ¿La segunda opción? ¿Tú puta?

—Solo puedo asegurarte que obtendrás placer. No puedo ofrecerte nada más, Elizabeth. Es todo lo que estoy dispuesto a darte. Es lo único que puedo darte. —se empezó a alejar completamente de mi.

—No lo sé... —fuí sincera. Lo quería pero a la vez tenía miedo de lo que pudiera pasar después.

—Seré más claro. Sé que quieres esto tanto como lo quiero yo. Quiero que tú seas mía, a escondidas. Pero yo no seré tuyo.

Mi mente sólo repetía una y otra vez Mi-er-da.

—Es un juego peligroso, estamos jugando con fuego y podríamos terminar quemándonos.

Él me tomó del brazo y me pegó a su pecho para dejar un beso rápido en mi cuello.

—Mira, tú solo piensatelo, ¿Vale? El miércoles estaré todo el día en mi casa playera, aquí en Rosemary. Si estás dispuesta a aceptar lo que te propongo estarás ahí a esta misma hora. Si no, lo entenderé y me alejaré.

No quería eso.

—Te enviaré la dirección por teléfono. —no contesté, estaba como una idiota. Connor dejó un beso en mis labios y me soltó.
—Adios, Elizabeth. Piensalo. —me guiñó un ojo y salió del agua. Su cuerpo escultural todo mojado, reflejado por los rayos de la luna.

Devolviéndose hacia mí murmuró: —Soy un patán Elizabeth, lo sé. Sé que soy una mierda de persona, un insensible, un egocéntrico, pero ten en cuenta algo... Aún siendo así te gusto, puedo verlo en tu mirada, y quiero que sepas, que tú también me gustas, mucho.

Connor tomó sus cosas de la arena y sin mirar atrás desapareció.

Y yo solo seguía procesando.

Mi-er-da.

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¡Omaigaaaa!

¡no me maten! Recuerden que las amo.♥

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