«Voy a estar cuidandote desde arriba.»
Elizabeth Evans.
—Stella Isabel ven con abuela. —mi bebé gateó desde mi regazo hasta el de su abuela, se sentó torpemente en él y la miró mientras chupaba su dedo.
Yo no podía hacer nada más que sonreír, estaba feliz, estaba contenta. Las miré, se veían muy bien sus ojos azules y perfectos como el mismísimo mar.
—¿Quien es lo más hermoso de abuela, ah? ¿Quien? —Stella hizo soniditos con la boca y mi abuela la miró completamente enamorada. —Dios, eres tan preciosa. Así como tu padre, eres el clon de tu padre. —ambas reímos. La abuela me miró. —Stella será tu dolor de cabeza cuando esté más grande.
—¿Por qué? —le pregunté, ella suspiró y acarició la cabellera de Stella.
—Es demasiado preciosa, parece una muñequita de porcelana, suave, frágil, como un cristal. Enamorará a todos los niños de su escuela, será una rompe corazones. —reí, me senté a su lado y la abracé.
—Tiene tus ojos. —murmuré viéndola.
—No, los míos son más claros, esos son los ojos de su padre, oscuros y misteriosos, toda ella es una pequeña clon versión femenina de él. —sonreí con melancolía.
—Sí... —me arrecoste en su hombro y ví como Stella jugaba con un pedazo de hoja.
—A ver, a ver. Una sonrisita para la abuela. —jugó mi abuela con ella. Stella se rió al ver su cara. —¡Un pequeño diente! —gritó emocionada.
—Sí, ¿no es adorable? Ya le está saliendo la dentadura. —ella asintió sonriendo.
—Ay, mi pequeña. Las amo más que nada en el mundo. —su piel se empezó a poner pálida y yo le dí una sonrisa, puse a Stella en mi regazo y la abuela se levantó, se puso frente a nosotras y nos dió un beso. —Que Dios las bendiga, hoy, mañana y siempre.
—Nosotras también te amamos, abue. Cuídate, espero verte pronto. —Stella sacudió su manito en forma de despedida.
—Claro que sí, mi niña. Todos los días, siempre estaré ahí para ustedes, las voy a estar cuidando desde arriba. No quiero que sufras, ¿si? Yo estoy en un lugar bonito, estoy feliz, estoy tranquila. Ya deja de sufrir mi niña, encargate de cuidar muy bien a mi Stellita. Quiero que te encargues de mi repostería, se te da muy bien eso de cocinar y veo brillos en tu futuro.
—Haré lo que tú me digas, abue. Lo prometo. Te amo.
—Te amo más mi niña, las amo.
Y sin más su cuerpo desapareció en la nada.
[...]
—¡Está reaccionando! —se escuchó un grito.
Pi, pi, pi, pi, pi...
—¿Elizabeth? ¿Puedes abrir los ojos? —una voz desconocida para mi me habló, poco a poco fuí abriendo los ojos. Él exceso de luz me hizo volver a cerrarlos. —Despacio. —me indicó, lentamente los abrí y me encontré con tres personas delante de mí, Harper, un hombre el cual no conocía y otra mujer. Mi cabeza dolía, ellos me miraron y el hombre habló, por lo que me indiqué que era él quien me hablaba anteriormente. —¿Como te sientes? —me preguntó.
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...