«Logras pintar los colores de mi alma.»
Elizabeth Evans.
-Ven mi solecito. -Natasha tomó a Stella entre sus brazos y empezó a besar su mejilla. Stella sonreía.
Por otro lado Tony miraba fijamente Matías y Matías lo miraba a él. Yo reía al ver sus caras, ninguno pensaba perder.
Tony se rindió y Matías soltó una risita. Entrecerre mis ojos hacia él.
-Así que con él si sonríes, eh, traidor. -le dije. Caminé hacia él y lo tomé en mis brazos y lo atraje cerca de mi cara, comencé a besar sonoramente su regordeta mejilla.
Un feo olor salió.
-Uy, al parecer a alguien se le explotó la tubería. -reí ante lo que dijo Natasha. Ella caminó hasta mi y me dió a Stella quien acababa de hacer popó.
Ella tomó a Matías quien se acababa de bañar y empezó a vestirlo. Yo caminé con Stella hacia el baño, cambié su pañal con mucha dificultad. Aún no lo hacía del todo perfecto.
Después de haber cambiado su pañal le puse una linda camiseta rosa a juego con unas medias y un gorrito del mismo color. Jugué con ella un rato y luego la metí en la cuna junto a sus peluches. Ella se acomodó entre estos y se durmió. Esa era la misma rutina de siempre, le daba de comer, sacaba sus gases, ella hacía popó, la cambiaba o la bañaba y luego se dormía. Mis bebés eran extremadamente tranquilos, suponía que era porque aún eran muy pequeños, pero aún así no eran super llorones o revoltosos. Miré enamorada a Stella.
Mi pequeña koala.
Encendí las estrellitas y caminé hasta donde estaba Natasha jugando con Matías, él si era un amargado en toda la regla, costaba mucho hacerlo sonreír.
-¿Que pasa mi nubesito? Dale una sonrisita a la tía que te ama y te adora. -reí ante su apodo, Natasha le había puesto un apodo igual que a Stella. Solecito y Nubesito.
-Nena, saldré un momento, necesito hacer algo. Volveré en unas horas. -Natasha entrecerró sus ojos hacia él, me dió a Matías y caminó en su dirección. Cuando estuvo cerca de él lo abrazó y lo besó.
-Claro, muñecote, pero ya sabes, te veo en algo raro y te lo corto. -dijo ella y yo solté una carcajada. Y pensar que según ella: "Yo no soy celosa". Menos mal y no, imagínese si lo fuera.
Pensé sarcásticamente.
Mati empezó a llorar y a mí se me cristalizaron los ojos. Odiaba que ellos lloraban, y si ellos lloraban yo también lo hacía. Joder, ellos son mi vida, su dolor es el mío.
-Míralo, tan pequeño y ya defiende la hombría masculina. -sonreí un poco y caminé con Mati hacia el jardín. Él seguía llorando mientras yo lo acariciaba y le decía cosas lindas.
-Ya mi vida, no llores. Si tu lloras mami también lo hace, recuerda que mami es una chillona. -besé su mejilla. Juntos nos acostamos en la hamaca y lo puse sobre mi pecho. Él dejó de llorar, supongo que los sonidos de mi agitado corazón lo calmaron.
Empecé a hablar con él mientras el movía su cabecita como si estuviera viéndome. Siempre hacía esto. No lo sé, sentía que de alguna manera él me entendía.
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...