«Siempre terminaremos perdiendo lo que más queremos.»
Elizabeth Evans.
El invierno le dió paso a la primavera y marzo pasó volando.
-Te propongo mil millones de dólares y sales ya mismo de Alabama. -dijo él. Los nervios en mi sistema operativo circulaban por todo mi cuerpo sin embargo no lo demostré, me mostré más valiente que nunca.
-Fijese que no. No me iré de Alabama ni por todo el jodido dinero del mundo, no pienso abandonar el caso de Tony ni porque usted ni porque nadie me lo diga. -me levanté de la silla y miré al impotente hombre frente a mí. Douglas Spinelli se hallaba frente a mí con su traje caro y su rubio cabello, sus facciones tan parecidas a las de su hijo.
Él me miró por encima de su hombro y dijo:
-A ver, te lo repito, te ofrezco mil millones de dólares y sales ya mismo de Alabama, haces tu vida en otro lugar y no vuelves más nunca por aquí. -su voz ronca y su manera de pararse me indicaron que no estaba jugando.
-Bien, yo también le repito, no pienso irme de Alabama ni por todo el jodido dinero del mundo, no pienso abandonar el caso de Tony ni porque usted ni porque nadie me lo diga, no me voy a vender. -me enderecé y lo miré a los ojos. Él rodó los ojos y pasó las manos por su cabello. Su traje caro y elegante lo hacían ver mucho más importante de lo que era.
-Todo el mundo tiene un precio, muchacha, y tú no eres la excepción. Lo único que tienes que hacer es desaparecer y dejar el caso. Sólo eso. -negué y me di la vuelta para verlo completamente de frente.
-No me vendo, se lo repito. ¿Sabe? En un momento llegué a dudar de Tony, usted, un hombre tan correcto, dueño de tan importante empresa, un señor perfecto ante los ojos de la sociedad. Quién iba a pensar que usted mismo fue el causante del aborto de su hija. ¡La obligó a hacer algo en contra de su voluntad solo para que su perfecta familia no se viera manchada por una madre soltera! ¡La cual en realidad no sería soltera porque Tony se haría cargo de su hijo y también del amor de su vida! -le grité y él soltó una risa sarcástica. Miré disimuladamente hacia mi celular, grabando.
-Ya ves, no todo es lo que parece. ¿¡Que pensabas!? Qué dejaría a mi bebé manchar de esa manera a mi empresa y a mi familia, sometidos ante la humillación y la burla al dejar que un cantantico entrara a manejar mi imperio. No. Nunca mancharía de esa manera mi vida, aún si eso implica arrastrar a mi hija.
-Me da pena, lástima, porque se va a quedar solo y yo misma me encargaré de que se pudra en la cárcel por hacerle eso a su hija. -me encaminé hacia la puerta de mi casa y la abrí. -ahora, le pido que se retire. -dije con voz neutral. Él rió sarcásticamente pero igual caminó hacia la puerta con su porte de soy el dueño del mundo.
-Te vas a arrepentir, y te juro por lo más sagrado que tengas que vas a llorar lágrimas de sangre, porque alejare a Connor de tu lado. -abrí los ojos como platos y el sonrió con malicia. -Sí, mis investigadores me tienen al tanto, al principio no lo creí, mi hijo, un Dios del fútbol americano, el hombre que podría tener a la mejor modelo del mundo a su merced, enamorado de una gorda insignificante, me dió asco, me indigné ante semejante bajeza, por eso le haré el favor de abrirle los ojos, y juro que su amor se va a acabar, y yo mismo me encargaré de destruirlo, como que me llamo Douglas Spinelli.
Sin más nada que decir salió de mi casa.
Impactada cerré la puerta con candado y corrí a cerrar las ventanas y cortinas, tenía miedo, joder que sí.
Corrí hasta la mesa donde dejé mi celular, grabación guardada, ¡Sí! Al menos ya tenía pruebas, con manos temblorosas aún por el susto caminé hacia la cocina a tomar un vaso de agua.
Todo sucedió tan rápido, estaba en la mesa leyendo el periódico de hace varios años buscando noticias del caso de Tony cuando de repente la puerta de mi casa de abrió, de un momento a otro lo único que podía ver era al padre de Connor frente a mí.
Ahora todo tenía sentido, cuando Jake que dijo que nadie había podido sacar a Tony de la cárcel, era obvio, el hombre sobornaba los abogados del caso para que se fueran de Alabama.
El sonido de mi celular me hizo pegar un salto, Connor. Mierda.
Lo tomé y escuché:
⇨◇-◇-◇-◇-◇ Llamada entrante
-¿Mi vida?
-Connor, amor, hola.
-Amor, ¿donde estabas? Te dejé varios mensajes y no respondiste, estaba preocupandome.
-Oh, sabes cómo soy. Empiezo a trabajar y no me doy cuenta de la hora ni reviso los mensajes, lo siento.
-No te preocupes mi vida, te entiendo. ¿Viste el juego de hoy?
-¡Demonios, sí! ¡Jugaron increíble, Los Toros quedaron en vergüenza!
-¡Sí! ¿Pero sabes cual es la mejor parte?
-¿Cual?
-Que todas las anotaciones las hice por tí, te extraño demasiado.
-Yo también te extraño, pero al menos solo falta una semana luego nos volveremos a ver, como siempre, amor.
-No quisiera separarme nunca de tí.
-Yo tampoco...
-Amor, tendré que cortar, tengo entrenamiento y Eliecer se pone intenso cuando llegamos tarde.
-Vale, está bien. Te amo.
-Te amo más, amor, recuerda descansar. Te llamaré en unas horas.
⇨◇-◇-◇-◇-◇ Fin de la llamada
Suspiré cansadamente, no podía perder a Connor, lo amaba.
Un mareo fuerte en todo mi cuerpo me sacudió, junto con este unas ganas terribles de vomitar. Corrí al baño para expulsar todo mi almuerzo y desayuno. Me arrodillé ante el escusado y expulsé todo. Iba a hacer revisión en mi calendario cuando mi teléfono empezó a sonar exageradamente desde la cocina.
Gemí frustrada. Quería dormir.
Me lavé la boca y corrí de nuevo a la cocina, tomé el teléfono de nuevo. Sergio.
⇨◇-◇-◇-◇-◇
-¿Señorita Elizabeth?
-Sí, Sergio, soy yo. Dime qué pasa.
-Tenemos la ubicación de la señorita Natasha Spinelli.
Y entonces el teléfono se cayó de mis manos.
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*Entra con risa diabólica*
Ahora sí puedo cumplir mi promesa de no actualizar hasta ver muchos votos y comentarios. ¡MUAJAJAJAJAJAJA!
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Estereotipos
RomanceElizabeth Evans: ella no es más que una mujer como cualquier otra, pero tiene algo que la hace diferente a las demás, ¿su físico? Quizás sí, pero no sólo es eso, son sus sentimientos, su manera de pensar, de actuar, su manera de demostrarle al mundo...