Capítulo 9

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¡El caso estaba resuelto!
Sherlock sonreía triunfante mientras tomaba su abrigo y le lanzaba a John el de el.

  - ¡Vamos John! Es temprano aún pero Lestrade ya debe estar en su oficina.

Ya dentro del taxi, Holmes le terminó de explicar a su compañero los últimos detalles del caso como si aquello hubiera sido un juego de niños.
En cuestión de unos minutos estaban ya apeándose del taxi y entrando a la comisaría.
De camino a la oficina de Lestrade Sherlock no pudo no notar ciertos detalles, como que la nueva encargada de limpieza se acababa de divorciar, que era Anderson y no el oficial Morton quien había arruinado la máquina de café y que un oficial parecía haber traido consigo un par de libras de una escena del crimen. Pero aquello, por supuesto, carecía de importancia.
El caso estaba resuelto y él ya deseaba explicarlo todo y salir de allí con un nuevo caso si era posible.
Cuando llegaron a la oficina de Lestrade un sorpresa los esperaba.
Allí estaba Joan, sentada frente a un sonrojado Lestrade.
Se pusieron de pie al entrar Sherlock y John.
El detective la miró interrogante y dijo:

  - ¿Qué haces aquí?

Joan sonrió triunfante:

  - Resolví tu caso.

Sherlock Holmes no es de los que se sorprenden con facilidad pero en ese momento, ciertamente se sorprendió.

  - ¿Qué?- preguntó con incredulidad.

  - Resolví tu caso. -repitió ella acercándose- Ahora creo que sí entiendes Sherlock. Tú me respetas a mí y a mi trabajo, y yo te respeto a ti y a tu trabajo.

Holmes alzó la mirada a Lestrade en busca de respuestas a preguntas no formuladas y éste le dijo con una sonrisa:

  - Ella lo resolvió.

El detective volvió a mirar a Joan.

  - Fué el electricista ¿no? -preguntó ella.

Sherlock asintió debatiéndose entre la indignación y la aceptación.
John que hasta aquel momento había permanecido presa del shock por fin reaccionó.

  - ¡Tú! Joan... tienes todo mi respeto y admiración. -dijo no pudiendo contener la risa.

  - Siento no habértelo dicho.

  - No, no. Está bien. Está perfecto.

Sherlock permanecía serio mientras Joan se despedía de Lestrade y de John.

  - Hasta luego Sherlock. -dijo al fin, marchándose.

Por supuesto nadie vió la media sonrisa de Holmes. Su actitud de siempre volvió, sin embargo.

  - Bien, ya no tenemos nada que hacer aquí John. -emprendió la marcha- Si tienes algo interesante, llámame. -dijo al fin, dirigiéndose al sonriente Lestrade.

En el camino a la salida John dijo:

  - ¿Estás enfadado?

Sherlock lo miró con el ceño fruncido:

  - No. Pero tú... no cabes en tí mismo de la felicidad.

  - Bueno, esto no pasa todos los días.

  - ¿El qué?

John rió:

  - Que alguien te venza.

  - Ella no me venció, simplemente llegó antes a la comisaría. Estoy seguro de que resolvimos el caso al mismo tiempo que ella.

  - Ok... pero ¿estás irritado por lo menos?

Sherlock empezaba a irritarse realmente:

  - No.

  - Asi que no estás enfadado, ni irritado, pero si sorprendido ¿no?

Holmes estalló:

  - ¿¡Cuál es tu punto John!?

John sólo sonrió más al verle así.

  - La respetas, por lo que hizo, ¿no?

El detective se detuvo.

  - Bien, aqui nuestros caminos se dividen. Saludame a Mary y a Lili. -sonrió con falsedad y se marchó.

John por su parte se encaminó lleno de felicidad hacia su casa.
Minutos mas tarde Sherlock entraba a la sala de estar y encendía su computadora portátil para continuar escribiendo su nuevo compendio sobre "La Ciencia de la Deducción".
Poco tiempo después Joan aparecía.

  - Sherlock, voy a hacer las compras ¿necesitas algo?

Sin levantar la mirada él respondió:

  - No gracias... de hecho ¡sí! ¿Podrías conseguirme un frasco de la misma marca de los que hay en el refrigerador? Asegúrate de que sea lo bastante grande como para que quepa una cabeza humana.

Joan asintió pensativa.

  - Toma mi tarjeta y compra todo con ella.

  - No, yo...

  - La próxima vez lo pagas tú.

Ella pensó que era justo y preguntó:

  - ¿Dónde está?

  - En mi saco.

La doctora lo miró incrédula:

  - ¿En el que traes puesto?

  - Si.

Sherlock tecleaba a toda velocidad en su computadora.

  - Supongo que estás muy ocupado para tomarla tú mismo.

  - Por supuesto.

Joan suspiró e introdujo su mano en una de los bolsillos del interior del saco. Extrajo la tarjeta, dijo "gracias" y se marchó.
Llegada la noche ambos estaban en la sala de estar.
Joan leía un libro y Sherlock jugaba con sus experimentos de tiempo libre, en pijama, cuando el timbre sonó.
Ambos levantaron la mirada.
Sherlock se despojó de su bata blanca, lanzó sus lentes de protección y tiró sus guantes al suelo. Despejó el gran mueble de los papeles que habían en el, tomó su sofá y lo movió mas cerca. Joan lo miraba en shock cuando la puerta se abrió y la señora Hudson apareció.

  - Tienes un cliente Sherlock.

  - Por supuesto. Hágalo pasar señora Hudson.

Un hombrecillo nervioso pasó y se sentó en el sofá que Sherlock le indicó.
Entre tartamudeos y pausas para tomar aire, el hombre les narró el relato del potencial caso. Ambos escucharon atentos y para el final, el detective aceptó hacerse cargo.
En cuanto el hombre salió, Sherlock saltó de su asiento con una sonrisa en el rostro.

  - ¡Magnífico!

Joan volvió a su libro sin poder concentrase mucho, mientras Sherlock se metía en su habitación.
Al fin, la doctora se dió por vencida y dejó el libro a un lado. Justo en ese momento, Holmes aparecía tomando su abrigo y colocándoselo. Pero no se marchó de inmediato sino que tomó el abrigo de Joan y lo sostuvo de pie, frente a ella.

  - No Sherlock, yo no...

  - ¿Tienes algo mejor que hacer en tus restantes días libres?

Ella no dijo nada y después de un momento de cavilaciones, se colocó de pie y dejó que Sherlock le ayudara a ponerse el abrigo.
Mientras bajaban las escaleras Sherlock exclamó con entusiasmo:

  - ¡Un nuevo juego comienza Joan!

  - ¡Oh, callate Sherlock!

Él se detuvo por un momento y la miró sorprendido:

  - ¿Qué?

  - Esto es sobre la desaparición de alguien.

  - Y sin embargo tú estás tan emocionada como yo.

  - Oh Dios... ¿se me nota demasiado? -dijo ella mas bien preocupada.

  - Para mi todo siempre se nota demasiado.

Y sin más contratiempos siguieron bajando y se pusieron manos a la obra.

You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora