Capítulo 25

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El día de la partida llegó. Joan salía de su habitación con su equipaje y en el pasillo de camino a la recepción se encontró a Sherlock sosteniendo una acalorada discusión con un hombre de mediana edad, de lentes cuadrados y hombros enjuntos.
A medida que se acercaba se dió cuenta de que hablaban en alemán. Sherlock parecía estar explicando algo y terminó con un firme:

  - ¿Verstehst du mich?

(Traducción: ¿me entiendes?)

El hombre negó como si lo que el detective alegara fuera una de las cosas más ridículas que él había escuchado y soltó una ofuscada avalancha de palabras.
Holmes pareció sumamente exasperado y mirando al cielo dijo:

  - Es stimmt nicht. -el hombre terminó su alegato y se marchó indignado mientras Sherlock murmuraba- Dämlich.

(Traducción: No está pasando.
                         Tonto.)

Joan lo miró interrogante:

  - ¿Ese no era el conferencista que está aquí para exponer esa famosa pintura esta noche?

  - Si. -dijo él empezando a caminar hacia uno de los afiches sobre la exposición del cuadro.

  - ¿Por qué estaban discutiendo?

  - Piensa que la pintura es original.

  - ¿Y no lo es?

  - No. Es falsa.

Joan contempló el afiche también.

  - No sabía que hablabas alemán. Una de las pocas cosas que sé decir en ese idioma es... -lo pensó un momento recordando la pronunciación- Ich liebe dich.

(Traducción: Te amo.)

Una mujer miraba a lo lejos.
Leyó los labios de la doctora diciendo esa última frase en alemán y se marchó con rapidez.
Su elegante figura estaba cubierta por un horrible traje gris que pasaba inadvertido entre la pequeña multitud de gente en el hotel.

  - Deberíamos irnos ya si queremos llegar a Londres para la hora de la cena. -dijo al fin Sherlock.

Durante el trayecto de vuelta a casa el detective le presentó a Joan los archivos de unos casos que supuestamente aún no habían sido resueltos.
Le expuso los diferentes escenarios a Joan sin decirle, por supuesto, que aquello era mas bien una prueba.
Holmes ya los había resuelto todos y quería ver si ella era capaz de hacerlo también.
De los cinco casos analizados y discutidos, la doctora resolvió con éxito cuatro. El quinto se le presentaba difícil, pero para Sherlock ya habían quedado claros los resultados de su análisis hacia Joan.
Llegaron a Londres justo a la hora de la cena como dijo el detective y se dirigieron a uno de los restaurantes favoritos de él.
Ambos permanecieron bastante callados hasta que casi a mitad de la cena Joan dijo:

  - ¡El lápiz!

Sherlock frunció el ceño, la miró interrogante y ella continuó:

  - ¡Esa es la clave! ¡En el caso! Quien cometió el crimen fue el dueño de la tienda y no el artista.

Holmes asintió:

  - Tienes razón.

Joan lo miró de reojo y continuó comiendo tratando de ocultar la satisfacción que sentía por haber resuelto todos aquellos casos.

  - Gracias. -dijo Sherlock de repente.
Ella alzó la mirada hacia él y frunció el ceño.

  - ¿Por qué?

You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora