Capítulo 39

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La navidad había llegado finalmente. El viento frío de Londres iba acompañado de villancicos y del olor de las deliciosas cenas que miles de familias compartían.
Joan terminaba una larga conversación vía videochat con su familia con una vaga sensación de melancolía.

Tocaron a la puerta de su habitación y la voz entusiasta de Mary dijo:

  - ¿Joan?

  - Pasa.

  - Hola, ups, ¿estas hablando con tu familia aún?

Mary se asomó con una copa de ponche en la mano.
Vestía un precioso sweater rosa pálido que acentuaba su piel sonrosada y sus grandes ojos azules.

  - No, ya he terminado.

  - ¿Como están?

  - Creo que se les hace extraño que no esté allí, al igual que a mi, pero siempre hay alegría y más unidad desde que nació mi sobrinito.

Mary sonrió:

  - Espero que los puedas visitar pronto.

  - Yo también.

  - Bien, pero en este momento, estás aquí y "este momento" es el momento de los regalos. Vamos.

Tomó de la mano a Joan y bajaron las escaleras juntas mientras la rubia comentaba lo hermosa que lucía su amiga.

La doctora había optado por un elegante sweater color blanco y unos sobrios pantalones negros. El cabello iba atado en un relajado moño y por esta vez había sustituído su discreto labial por uno color rojo vino.

Al llegar al umbral de la puerta se quedó quieta por unos segundos, admirando a la familia londoniense que había adquirido.

Su amiga Molly lucía hermosa en ese vestido color crema (que ella le había ayudado a elegir) y al lado de su guapo y sonriente prometido.
Ambos se complementaban tan bien que era casi imposible pensar que hubiera una pareja más ideal.

Lili Watson reía en los brazos de su padre con su abrigado vestidito azul celeste revoloteando debido a su absoluta resolución de aplaudir como si estuviera escuchando la más movida canción.
A john y a Mary les brillaban los ojos al ver a su hija tan radiante y feliz. Y podría decirse sin miedo a equivocación, que la pareja se había unido más desde el nacimiento de su hija.

Greg contaba chistes a la risueña dama que lo acompañada. Después de varios intentos de concretar una cita con Joan, se había dado cuenta de que la doctora-detective no tenía ojos para el amor por el momento.
Lo aceptó sin lamentaciones, Joan se había convertido en una excelente amiga y todas las veces que el detective inspector tuvo la oportunidad de ver la relación entre ella y Sherlock, un sentimiento extraño le asaltaba.
Como si de alguna manera no debiera entrometerce entre ellos dos.
Pero por el momento era feliz. Con esa mujer de cabello castaño que tenía el don del buen humor y que había iluminado los oscuros días que le siguieron al divorcio.

La señora Hudson estaba radiante viendo a su galante novio repartiendo galletas a todos.
El señor Franklin había tenido la dulzura y la espontaneidad ideales para conquistar a la alegre señora Hudson y juntos parecían haber rejuvenecido con el aliento de un nuevo amor.

Parecía haber sido el año del romance para todos.
Excepto para Joan, y para Sherlock. Nunca había períodos de romance para Sherlock.
Para ellos dos había sido el año de la práctica de la ciencia de la deducción.
Y hablando del famoso detective, ahí estaba.
Con su traje negro y la aparentemente nueva camisa color rojo vino con los primeros botones sueltos. Sentado frente a su computadora, viendo las varias fotos esparcidas en la mesa y con el ceño fruncido.
Joan inspiró profundamente, sintiendo el olor a canela de las galletas y acercándose a Holmes.
Cuando estuvo detrás de él pudo ver lo que estaba haciendo.

You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora