Capítulo 67

593 65 23
                                    

Sabía que debía detenerse. Y aunque le costó mucho, al final lo hizo.
Se arregló un poco la camisa blanca y abrió la puerta de una sola vez.

  - Tengan cuidado. -los policías custodios y Lestrade se voltearon hacia él- Trató de atacarme pero por suerte estaba bastante débil como para hacerlo con éxito. Probablemente les dirá que yo lo ataqué primero pero lo hará sólo con la simple intención de hacerse la víctima y conseguir la simpatía del juez.

Greg lo miraba como dándose cuenta de algo. Asintió y le hizo una señal al detective para que caminaran lejos de los demás.

  - ¿Tú lo hiciste?

  - ¿Hacer el qué?

  - ¿Lo atacaste?

Sherlock guardó silencio en respuesta.

  - ¡Lo sabía! -Lestrade hizo ademán de darse la vuelta pero regresó a su posición y susurró- Sabía que no podías estar tan calmado.

  - No lo presenciaste así que no tienes que mentir sobre ello.

  - ¡Pero sé que lo hiciste! -El amigo de Holmes resopló cansado- Dios sabe cuantas veces he tenido que mentir por tu culpa Sherlock.

  - Entonces una vez más no será una molestia. Mantenme informado.

El detectective empezaba a marcharse cuando Lestrade le dijo:

  - Por cierto, Joan lo sabe. -Sherlock le lanzó una mirada acusadora- ¡Yo no se lo dije! Ella lo descubrió por su cuenta.

Holmes suspiró y salió del hospital para encontrar a su compañera de espaldas a él, viendo hacia la calle.

  - Joan...

  - Hablaremos de eso en casa.

Dicho esto emprendió su marcha hacia el auto negro que ahora les pertenecía y que había sido estacionado adecuadamente por uno de los policías.
Él la sigió dándose cuenta de la influencia que ejercía Joan sobre él.
Normalmente era él quién caminaba a toda prisa siendo seguido por los demás, pero ahora sucedía todo lo contrario. Y lo único que le servía de consuelo era que al menos no seguía a una persona ordinaria.
Era Joan Watson.
Y era todo menos ordinaria.

El camino a casa fue silencioso y un tanto incómodo para Sherlock. No soportaba cuando ella le aplicaba la ley del hielo.

Finalmente llegaron y entraron al remodelado apartamento sin siquiera encender las luces. El tiempo había pasado volando, y a lo lejos se veían los nacientes rayos de sol que iluminaban levemente la madrugada. Ella se quitó el saco de los hombros y lo arrojó al sofá. Se dio la vuelta con desición y preguntó:

  - ¿Por qué has hecho eso? -colocó las manos en sus caderas. Estaba molesta. No, ¿sabes?, yo sé porque lo hiciste. Venganza. -lo señaló acusadoramente con el dedo-. Y... ¡y de pronto te enfadas conmigo! Y yo sé Sherlock, sé perfectamente que cometí errores, no me preparé lo suficiente...

  - No estoy enfadado contigo. -frunció el ceño y su voz salió profunda y mortalmente seria. Joan calló y el continuó- Si hay alguien con quién estoy molesto además del idiota de Guillen es conmigo mismo.

Ella bajó la guardia de inmediato. Le dolió oírle decir esas palabras.

  - Parece ser que siempre estás en peligro desde que entré en tu vida...

  - No empieces de nuevo. -la doctora negó lentamente y se acercó un poco más mientras decía- Yo misma me puse en esta situación. Fué mi elección. No es tu culpa.

  - ¿No lo ves Joan? Sin importar de quién haya sido la elección tú siempre sales lastimada. -sus ojos glaciales la miraron con intensidad. Aún se veía molesto.- Desde que estás a mi lado siempre has sido lastimada.

You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora