Capítulo 18

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La tarde caía fría y ventosa en Londres.
Sherlock Holmes estaba ya en su sala de estar en el 221B.
Se había doblado las mangas de la camisa azul hasta los codos y pegaba más imágenes en su "collage".
Los pasos de Joan se escucharon en las escaleras. Ella ingresó a la cocina y puso un poco de agua al fuego para prepararse una taza de té. Mientras lo buscaba Sherlock se paró en la entrada a la cocina.

  - Le regalé el té a John.

Ella quitó el agua con rapidez.

  - Joan...

  - ¿Quieres que te golpee otra vez?

  - Estaba a punto de... Joan... lo siento. No demostré respeto hacia tu profesión... de nuevo, ni hacia ti.

  - Y a los exdrogadictos.

  - Sí. -se quedó en silencio pensando sus palabras- Sé que carezco de empatía. Muchas personas me lo han hecho saber cuando me llaman psicópata.

Joan estaba cruzada de brazos, viendo fijamente a Holmes.

  - La forma en la que me expreso... -continuó él- es bastante sistemática, otros dirían que extremista. A la hora de decir algo, para mí existe el blanco y el negro, nada de grises, nada intermedio. Muchos dicen que soy un cretino, pero en realidad... es la manera en la que he dicho las cosas desde siempre.

  - Esto está empezando a sonar como una excusa.

Sherlock suspiró y apuró sus últimas palabras:

  - Lo siento. Discúlpame, por lo que dije hace unas horas.

  - Sherlock... sé que de verdad se te dificulta ofrecer una disculpa y aprecio que intentes hacerlo, y tienes suerte de que te golpeé -él frunció el ceño- sí, tienes suerte de que te golpeé porque así descargué parte de mi enojo. -guardó silencio tratando de calmar todo el enfado que sentía- Te perdono. Pero hay algo de debes saber Sherlock... no puedes continuar así. Algunas personas no estarán dispuestas a perdonarte siempre, nisiquiera yo. Cuando te disculpas por herir a alguien, intentas no volver a lastimarlo. Así es como funciona. Y no lo digo sólo por mí. Si aprendieras a convivir con otras personas sin ofenderlas, tu trabajo se agilizaría. Los demás estarían más dispuestos a cooperar contigo.
El detective asintió y se quedó allí parado, en silencio.
Joan lo notó y dirigiéndose al refrigerador dijo:

  - Ya puedes volver a ser tú mismo Sherlock.

Escuchó de nuevo los pasos apresurados del detective y para cuando se dió la vuelta, éste ya estaba frente a ella con unos documentos alzados en la mano.

  - No fué la novia. Pero estoy seguro de que era muy controladora y alguien podría haber querido librar a Amanda de ella. Aquí están los correos electrónicos que se escribían. Puede que algunas páginas estén manchadas, las leía mientras aún me sangraba la nariz.

Joan tomó los papeles y los leyó superficialmente.

  - ¿Por qué dices que ella no la asesinó?

  - Porque estaba en París. -le mostró las imagenes de una cámara de seguridad en el aeropuerto y varios recibos procedentes de dicho país.- John y yo la entrevistamos hace poco. Así que esto sólo nos deja con dos sospechosos: Eackward y Emma Lanford, el ama de llaves. Pero no estoy muy seguro de ella. -sus ojos brillaban con concentración y empezó a pasearse por la cocina.

  - ¿Por qué?

  - Porque ella amaba a Amanda Roberts.

  - ¿Qué?

  - Era su nana.

  - Por eso sigue en la casa.

  - Si. Tenemos que volver al apartamento.

You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora