You can't solve me (SherlockBBC/Joan WatsonCBS)

Capítulo 26

El viento frío soplaba con fuerza golpeando su rostro. Joan se encogió en su abrigo y después de haber caminado un poco detuvo a un taxi y le dió la dirección de la casa de John y Mary.
Si no recordaba mal, John tenía aquel día libre.
Se lo pensó muchas veces. No se decidía a ir a molestarlo en su día de descanso, pero pensó que hubiera sido peor molestarlo en sus días laborales.
Mientras el taxi se ponía en marcha hacia un repaso mental de lo que diría o más bien de cómo diría lo que sentía.
Casi cada vez que cerraba los ojos veía el rostro de Edward. Con esa sonrisa escalofríante llena de felicidad porque "el ser amado" le había quitado la vida. Era un hombre enfermo mentalmente, dispuesto a hacer daño a las personas. Dispuesto a matar a Sherlock y a su madre. Lo que Joan había hecho, lo hizo en defensa propia. Lo sabía y se lo repetía mil veces pero no podía evitar pensar en la ironía del asunto.
Ella era una doctora, había estudiado y se había preparado para salvar vidas. Y sin embargo, ese día, había terminado con una.
Acabó con la vida de Edward Clifton.
Y una de las cosas que más la afectaban era que lo había hecho pensando que era justo.
Era justo que aquel hombre muriera.
Una vez más lo ocurrido esa fatídica noche volvió a su mente.
Pensó en lo que ese hombre había estado dispuesto a hacer por tenerla a su lado, pensó en su extraña mirada cuando posaba sus ojos en ella, en el tacto de su fría piel contra su mejilla, en el hundimiento de su piel contra la navaja, en el brotar de la sangre, en la sonrisa petrificada en los labios. Y de nuevo pensó... que el mundo estaría mejor sin él, y sintió asombro de sí misma y de sus pensamientos... y de nuevo miedo.

  - ¡Señorita!

Joan se sobresaltó al oír la voz del conductor.

  - Ya llegamos.

  - G-gracias. Aquí tiene. -le dió el dinero- Quédese el cambio.

Bajó del vehículo tratando de reponerse de la extraña sensación y contempló por un momento la puerta de la casa.
Expirando un ligero suspiro caminó hacia la puerta y la tocó un par de veces. Fué Mary la que salió a su encuentro con la hermosa Lili en brazos.

  - ¡Joan!

  - Hola Mary, ¿cómo estás?

Se abrazaron con cariño.

  - Muy bien.

  - ¿Y esta preciosa damita?

  - Más hambrienta y activa de lo que pensé que un bebé sería.

Joan acarició a la sonriente Lili.

  - Pasa. No esperaba verte hoy, pensé que aún estarías en Nueva York con Sherlock.

  - Volvimos pronto. Tenía miedo de que su aburrimiento lo llevara a destruír la ciudad.

Mary rió:

  - Bueno, ese es un miedo perfectamente justificable. Sólo mira el revuelo que ya ha causado en Londres.

  - Si. De hecho, me he preguntado cómo es que la gente ya no está tan... atenta a él.

  - La gente pasa página Joan, además de que él se ha mantenido tan lejos del ojo público como ha podido. Con el apoyo de Mycroft por supuesto.

Joan se sentó y así lo hizo Mary también.

  - Es mejor para él así ¿no? - continuó la doctora.

  - Si.

El silencio se esparció por toda la habitación.

  - No vienes sólo a charlar ¿no? -dijo Mary- Bueno, al menos no sobre cualquier cosa.

  - Ah Mary... a veces me pregunto si tu no tienes habilidades parecidas a las de Sherlock.