Se la había pasado todo el fin de semana en el sofá de su pequeño apartamento mientras Cyril jugaba con muñecos de acciones descoloridos. Evito a toda costa la visitas de Harry y Louis porque no quería preguntas sobre como había ido la cena con los padres de Zayn. Era fácil responder que había ido pésima pero querrían detalles y no estaba en el modo de darlos. Ni siquiera estaba seguro de tener aun su relación con Zayn. Pero quien era para quejarse, le daba la razón a Zayn. Hubiese pasado lo que fuera que había sucedido, debía caer sobre sus hombros.
Durante el fin de semana sin Zayn, pensó mejor todo. La única conclusión que había conseguido de todo era que tal vez las relaciones no era lo suyo. Era difícil intentar mantener todo a flote y Zayn lo intentaba demasiado para que el resultado final lo dejara en una relación que no tardaría en romperse porque ambos eran muy diferentes.
Nunca se había puesto a pensar en que la realidad era aquella, que era incapaz de dejar que alguien se hiciera cargo de la mierda que era. Además, estaba muy ocupado resolviendo su vida y cuidando de Cyril que el amor debía estar para el en otro plano, tal vez en el ultimo.
Siendo sinceros, la verdadera conclusión que había sacado de todo aquello fue el golpe duro al darse cuenta de cuan enamorado de Zayn estaba y que tan dolido que sentía después de lo que había dicho la noche del viernes. Quería dejar de pensar en él y concentrarse en algo relevante, pero Zayn se había vuelto relevante en su vida. El sábado había estado pensado en sus ojos mieles y que de todos los colores sin duda los verdes que los hacían resaltar más, sin embargo el los tenia azules. Pensó en como tenía la piel morena llena de tatuajes y como quería descifrar cada uno de sus significados. Su mente repaso muchas cosas más. El domingo dejó que los sentimientos embargaran todo su ser. Daba igual, algún día iba terminar de esa manera.
El lunes decidió que dejaría que el día fuera quien lo manejara a su manera. Se levantó temprano, hizo desayuno para Cyril, lo llevó a la escuela y se fue a trabajar.
Su trabajo consistía en una primera parte limpiar el restaurante de comida china. Trabajaba con la amable dueña -Debb-que siempre estaba al tanto de lo que pasaba, Yondu, que era un gran joven que trabajaba al ritmo de los mejores hits. Al equipo de trabajo también se unía Assa, era muy bella, tenía el cabello teñido y era una dotada bailarina, trabajaba para poder pagarse la academia.
Hacían que el trabajo fuera más divertido e entretenido. Si bien no era su trabajo de ensueño, era su segundo hogar.
Assa estaba limpiando las mesas con una franela que desprendía el olor a cítricos, Yondu y Debb se encargaban de terminar de preparar los guisados. El en cambio estaba haciendo un recuento de las cosas que había en el almacén. Reacomodaba las cajas de condimentos y los cubiertos desechables. No era algo necesario pero lo mantenía entretenido, además no estaba en el modo de que Debb le sacara todos sus problemas.
-Hola-escucho a Assa detrás de él.
Niall la saludó con la cabeza dejando de lado los botes de salsa picante. La rubia teñida lo miró de arriba abajo, examinándolo, luego por su rostro de expandió una sonrisa. Si algo sabia Niall de ella, era que era bailarina espontanea. Temía de aquello, el almacén se volvía su escenario continuamente.
- ¿Qué pasa? ¿Qué tengo? -preguntó Niall y fijo sus ojos azules confundidos sobre ella. Ella negó y volvió a sonreír.
-Nada, no tienes nada. Te buscan afuera.
-Dile a Yondu que yo no tomé su radio casete.
Assa soltó una risita y se abalanzo contra el rubio para subirse a su espalda. Una vez arriba le dio un ataque de risa que contagio a Niall.