Tengo miedo de escribirle una carta ahora ¿es muy tarde? Me preguntó, sé que lo es. Todos están al tanto de ello pero siempre hay tiempo para una nueva carta.
No es tarde, repito en voz alta por décima vez mientras tomo papel y lápiz. No es tarde, gritó pero las palabras no se trasfieren de mi mente al papel.
Nuestro amor era diferente; cambiábamos nuestros talentos. Intercambiábamos poemas por pinturas. Ojala yo pudiera leer entre colores, saber que era lo que había detrás de la pintura.
Mi salvador de San francisco, escribí una vez. Le ofrecí toda mi alma en aquél poema, Zayn, mi piel susurraba la vez que nos aferrábamos a nuestra primera noche juntos. Tomaba mi mano por debajo de la mesa para que nadie nos viera, había tantas voces pero yo solo podía ver su rostro. Mi alma se parece a la Zayn.
Nunca creí en Dios pero siempre estuve dispuesto a darle una oportunidad, ¿Salvador de San francisco, me recuerdas? Yo estaba sediento y su alma estaba llena así que me dio su alma. ¿Acaso tome demasiada vida de él?
¡Maricas!, nos gritaron la primera vez que nos tomamos de las manos arriba de la mesa. Somos jóvenes e inexpertos, nuestro amor estaba encendido. Te amo hasta el día de mi muerte, le prometí sin saber con certeza si iba a morir pronto o en ochenta años. Zayn, susurraba yo, teniendo en mente la sensación de sus labios sobre los míos.
Todos esos chicos gritando pero yo solo podía ver su rostro. Lo doy todo para Zayn.
Nos volvimos a tomar las manos debajo de la mesa porque no queríamos que nos trataran mal pero era ya muy tarde para ello, estaban disgustados de nosotros. Su madre lo echó de la casa y yo no podía traerlo conmigo, pasaron semanas en que no supe nada de él. ¿Qué paso durante ese tiempo? Nunca supe, solo quedaron costillas rotas y moretones como una prueba.
Salvador de San francisco ¿Aún me recordaras? Quiero que nos olvidemos de las lágrimas y los llantos. Nos sentábamos en mesas separadas así que no podíamos tomarnos de las manos.
Zayn y Niall, nuestra piel respiraba y se sometía al dolor de tener nuestro amor en secreto. Dejamos de sentarnos en mesas separadas para tomar café en diferentes lugares, el iría hasta el otro lado de la cuidad.
Salvador de San francisco, te devuelvo tu alma, la necesitas más que yo.
Yo quería que me dejaran en paz y no paraban de llamarme lombriz, no yo entendía pero ellos mismos me lo explicaron con burlas y algunas patadas cuando salía del bar gay donde veía a Zayn. Me estaban esperando, molestos. Les rogué una y otra vez que pararan. ¡Lombriz, no se sabe si es macho o hembra!
¡Paren! ¡Paren! Y casi les prometí que dejaría de ser homosexual, pero ¿Vendería mi ser por la libertad que sin costo alguno yo debería tener?
Salvador de San francisco, ¿Te acordaras de mí?
Cuando Zayn se ganaba unas golpizas por parte de su padre se aseguraba que yo no pudiera verlo hasta que lo moretones mejoraban, su padre le llamaba maricón y su madre no paraba de preguntarle si algún abuso sexual había sido lo que lo había llevado a su orientación sexual. Sus padres creían que era un promiscuo y que se acostaba con un hombre diferente cada noche pero no sabían que solo me había hecho el amor a mí.
Mis padres me dejaron ser porque creían era solo una fase, ¿Lo es? ¿Lo era? ¿Entonces porque dura tanto?
Mariquitas, Jotos y niñitas, nos gritaron cuando nos atraparon besándonos en un callejón. Nos llenaron de apodos despectivos y nadie lo quiso evitar.
El profesor Jhons escuchó sobre nuestra relación que a pesar de querer ocultarla, todos se enteraban, reprobó a Zayn en Artes sin importar que las pinturas que hacía fueran obras maestras, no le importo que él fuera el mejor de su clase.
Niall, gemía contra mi piel cuando intentábamos olvidarnos de todo, nos aferrábamos. Zayn, musitaba en su oído cuando nos abrazábamos, nos aferrábamos.
El me dio una pintura del océano con la promesa que seríamos nosotros frente al agua salada disfrutando del sol, pero necesitábamos dinero. Le entregué un poema sobre la luna, porque si había algo mejor que el mar era la luna.
Nos aferrábamos, pero cada vez nos sosteníamos con menos fuerza. Nuestro amor se había convertido en una sombra, dimos pasos atrás para dejar los golpes e insultos pero nunca pararon.
Aquel día no podía dejar que ellos ganaran, se suponía yo iba a tomar mi desayuno en el restaurante en el centro mientras que él estaría en la cafetería del centro. Zayn siempre quiso alejarme de ellos lo más que pudo. Entré al lugar y tome su mano...nos echaron del lugar.
Zayn estaba molesto pero bese sus labios en la calle, frente a todo quien pasara por ahí. Estaba harto de seguir ocultándolo.
Habíamos ido al cine y cuando salimos nos estaban esperando, nos golpearon a ambos, nos escupieron y nos hicieron sentir como basura, pero ellos la basura, escoria humana. Tenía que odiarlos más a ellos de lo que me odiaba a mí.
Salvador de San francisco..., somos justo lo mismo.
No teníamos amigos, y no vivíamos para la promesa de que todo va mejorar. Mejorará, me convencí a mí mismo mientras me imagino los brazos de Zayn abrazarme. Siento sus labios en el lóbulo de mi oreja izquierda, escuchó el latido de su corazon, cada vez late más fuerte. Me sigue entregando toda su alma. Todas esas voces pero siempre pude ser solamente su rostro.
El me lo entregó todo y yo no hice lo suficiente.
No preocupes tu pequeña cabeza, cariño, no lo vas a entender nunca, dice a mi oído, aferrémonos a esta noche.
Mi promesa; No dejes que esos bastardos te ganen, dijo la última vez que lo vi.
¿No es muy tarde para escribir una carta? Quiero escribirle una carta pero tengo miedo que suene a la carta de suicidio que el no dejo.
Salvador de San francisco, por favor recuérdame.
No sé qué es esto.