Eran aproximadamente las diez de la mañana. Me mezclé con los invitados para poder entrar al lugar. Los nervios no me dejaban pensar con claridad. Estaba a punto de cometer una locura. Podía escuchar con claridad los latidos de mi corazón. Mis manos empezaron a sudar, y en ocasiones, despeinaba mi cabello castaño a causa de la inquietud.
Mantuve un perfil bajo, pues existía la posibilidad de que ella haya prohibido mi entrada, ya que esa área del hotel había sido reservada para realizar tres ceremonias exclusivas. Si daba a conocer mi nombre lo más probable era que me sacaran a patadas. Ella no iba a permitir que arruinara el momento.
Recordé las veces que me retorcía a causa de la risa cuando se daba un hecho parecido en una película o alguna novela de esas que veían las mujeres que trabajaban en la casa de mis padres. Detestaba los espectáculos o actos ridículos mas no tenía opción. No quería perderla.
Caminaba de un lado a otro. Las personas que se dirigían a otras instalaciones del hotel donde se estaban realizando las demás ceremonias me miraban frunciendo el ceño. Estaba consciente de que parecía un lunático. Sin embargo, eso era lo que menos me importaba en ese momento. Esa era la única opción que me quedaba para poder estar a su lado de nuevo, y no iba a desperdiciarla.
Miré la puerta con el número seis. Estaba esperando el momento adecuado para hacer mi entrada.
—Quien no esté de acuerdo con esta unión, que hable ahora o calle para siempre —avisó el anciano.
«Deivi, tu momento llegó.»
Terminé de abrir la puerta, y caminé por la alfombra roja que conducía al lugar donde estaban los novios.
— ¡Yo me opongo! —Grité lo más fuerte que pude. Mi voz resonó en el espacio cerrado. Eran pocos invitados, más o menos cincuenta personas, según mis deducciones. Me pareció extraño; ella era del tipo de mujer que le gustaba tirar la casa por la ventana, pero le resté importancia a esto sin saber que después lo lamentaría.
— ¿Quién es él? —Preguntó una señora de cabello negro y canoso.
— ¿Es su amante? —Interrogó otra señora.
—Seguro, las más calladas son las peores. —Respondió otra mujer de edad avanzada.
Caminé con paso firme hacia los novios. No aparté la vista de la mujer con velo que estaba parada enfrente del altar. Ignoré los comentarios y el gran murmullo que se formó en el lugar.
— ¡Vámonos! —Le ordené tomando su antebrazo.
— ¡No, suéltame! —Vociferó reusándose a obedecer.
—No te opongas —rodeé su cintura.
— ¡Déjala! —La señora de cabello negro canoso me golpeó con su bolso.
No la reconocí. Me negué a obedecer su demanda y continué caminando sosteniendo a la novia.
—Déjame —exigió. Se movía con fuerza, pero me reusé a liberarla.
—Buena suerte —Diego me abrió la puerta de atrás del auto, y se marchó después de ayudarme a ponerle las esposas a mi rehén.
—Tranquila —traté de entrarla a la parte trasera del carro y no lo logré.
— ¡Maldito! —Mordió mi antebrazo.
— ¡No! —Me quejé. Tomé la capucha y se la coloqué por encima del velo. Continuaba sosteniéndola desde atrás. Quería levantar la tela que me impedía ver su hermoso rostro mas era imposible desde la posición en la que estaba—. Perdón —le dije cuando terminé de colocarle la capucha, y se golpeó con la puerta del auto. Aproveché que estaba inconsciente y la acomodé en el asiento de atrás.
—Gracias —le agradecí a Diego por mantener a los invitados distraídos mientras escapaba.
—Recuerda que lo hago por ti. Si fuera por ella...
—Ya lo sé, Diego —miré por el retrovisor a la mujer que amaba. —Te lo agradezco.
—Guárdate el sentimentalismo para otro momento, y vete ya —comentó entre risas. Con eso culminé la llamada.
Luego de conducir por un largo tiempo, debido a que me desvíe del camino para ir a la farmacia, por fin llegamos a nuestro destino. La casa de la playa de mis padres estaba en perfectas condiciones.
—Taylor —pronunció mientras la cargaba.
Estaba a punto de despertar. Me dirigí al segundo piso, y la dejé en la habitación principal.
Bajé las escaleras y tomé la bolsa con los preservativos que compré en el transcurso del viaje. Era algo prescindible a la hora de una reconciliación de pareja.
Regresé al segundo nivel. Le quité el vestido con desprecio. El hecho de imaginarme que otro hombre estuvo a punto de disfrutar su cuerpo me enloquecía.
—Quítame esto —pidió. Me sorprendió escuchar su voz.
—Espera —observé su cuerpo con detenimiento, y fruncí el ceño. No recordaba que sus pechos fueran tan grandes, y mucho menos dos lunares en el izquierdo. Me estrujé los ojos, y volví a visualizar el cuerpo de la mujer en ropa interior que yacía sobre la cama.
Era definitivo, esas no eran las curvas que acaricié y besé con desesperación durante las noches hace un mes.
—Por favor, quítame esto —suplicó. Y ahora que prestaba atención, tampoco esa era su voz.
— ¿Quién eres tú? —Preguntamos al mismo tiempo cuando le quité la capucha.
—Me secuestraste, debes saber quién soy —La joven de cabello castaño y ojos verdes llenos de lágrimas me miró fijo.
Estaba en serios problemas.
***
Bienvenidos.
Gracias por darle una oportunidad a esta historia. Y no dejen que este capítulo los engañe, y se dejen llevar de que es la típica novela donde el protagonista rapta a la novia incorrecta. Primero lean, y al final hablamos. 😂😂😂
No soy una experta en esto, pero si les gusta lo que leen ahora o a partir de aquí; les pido que apoyen la novela votando y comentando, por favor. 😊😊😊😊
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[Completa] ¿Yo me opongo?
RomanceMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...