16. Nuestro hermoso ayer. Parte (I).

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Observé detalladamente mi reflejo en la venta del conductor de mi auto. Pasé mis manos por mi cabello castaño. Estaba un poco inquieto, pero ya había tomado una decisión y no podía dudar.

La conocí en la fiesta de cumpleaños de Alfredo. Ellos estudiaron en el mismo instituto, y él le llevaba un grado, pues era un año mayor que ella.

Su sublime belleza me cautivó. La miraba hipnotizado al igual que muchos, lo que me diferenció de ellos fue que me acerqué a ella sin dudarlo.

—Hola —sus ojos verdes se posaron sobre mí, y por un momento sentí que los nervios me atacaron. En cuestión de segundos logré controlarme. Tenía veintidós años, no podía comportarme como un mocoso.

La práctica hacia al maestro, y yo poseía bastante. Eso me hizo sentir aún más seguro. Me senté a su lado en el banco, lo que provocó gran sorpresa entre los admiradores que había conseguido esa noche.

—Ho-hola —balbuceó. Jugaba con el vaso entre sus manos. Me pregunté por qué estaba sola. Tal vez ningún hombre se atrevía a acercarse a ella.

—Soy Taylor Murray —me coloqué de lado para poder verla mejor, y le ofrecí mi mano.

—Mucho gusto, mi nombre es Marlene Baker —dudó si estrechar mi mano o no, pero al final lo hizo.

Con que era hija de Carlos Baker. Lo había visto un par de veces, mi padre se llevaba bien con él y de vez en cuando se reunían para hablar de negocios.

Miré su cabello castaño, era largo y sedoso, caía como una majestuosa cascada hasta la mitad de su espalda. Sus ojos eran verdes, aunque bastante claros, y su piel era clara y parecía ser muy suave. Deseaba tocarla, pero aparté esa idea de inmediato.

¿Qué me estaba pasando? Era un mujeriego, sin embargo, no era del tipo de hombres que conocía a una mujer y a los pocos minutos quería llevársela a la cama.

—Discúlpame si soy imprudente —mi voz la sorprendió, pues estaba concentrada mirando la piscina—. ¿Me podrías decir tu edad?

—Diecinueve —dijo ella mirándome detalladamente. Sentí que me estaba desnudando con la mirada. Aunque dudaba que una chica que aparentaba ser tan inocente, fuera capaz de estar mirando con ojos perversos todo mi cuerpo.

—Debo admitir que eres muy hermosa, me tienes embobado —me atreví a decir con descaro. Me sorprendió que sus mejillas no se tornaran rojas. Seguro estaba acostumbrada a que la halagaran.

— ¿Gracias? —Inquirió frunciendo el ceño. Se veía muy tierna.

— ¡Lo siento! Discúlpame —Rogó una chica de manera frenética al dejar caer su bebida sobre mí—. Lo lamento tanto.

—No te angusties. Estoy bien —le regalé una sonrisa coqueta, aunque estaba un poco avergonzado por quedar en ridículo delante de mi próxima conquista. La miré y me desconcertó el hecho de que tenía sus manos cubriendo su boca y su cara estaba roja—. ¿Quieres reírte?

—Per–perdón —dijo entre risas—. No pude evitarlo —la joven que ensució mi ropa había desaparecido, pero le agradecí lo que hizo sin ninguna intensión, pues había acabado con la tensión entre Marlene y yo.

—Déjame ayudarte. Esa va a ser mi disculpa —nos acercamos a una de las mesas con aperitivos alrededor de la piscina. La gente estaba bailando y bebiendo.

Ella tomó unas cuantas servilletas y secó mi rostro con mucha delicadeza. Me estaba tratando como un niño, pero estábamos muy cerca y eso me fascinó. Luego pasó a mi camiseta, y por último secó mi pantalón en el área de uno de mis muslos.

—Lo siento, lo hice sin pensar.

—No tienes que disculparte. Si por mí fuera, haría que lo hicieras otra vez —ella agachó la cabeza, y me arrepentí de haber dicho eso, pues un silencio incómodo se instaló entre nosotros.

Después de unos minutos que me parecieron eternos, ella alzó la mirada y me dedicó una sonrisa que hizo que soltara todo el aire que había mantenido cautivo.

— ¡Marlene! —La llamó una joven de cabello corto y negro hasta los hombros—. Debemos irnos —la chica se acercó y me miró con desaprobación, como si fuera la peor escoria del planeta.

— ¿Puedes darme tu número? —Saqué mi celular de uno de los bolsillos traseros de mi pantalón y lo desbloqueé. Ella lo aceptó y empezó a teclear.

— ¡Marlene! —La llamó su amiga desde la distancia, mientras se despedía de algunas personas.

—Jessica, no me presiones —me devolvió el celular con una enorme sonrisa—. Adiós —movió su mano.

—Te llamaré —le avisé.

Después de ese día, ella se apoderó de mi mente. No podía controlar el impulso de llamarla todos los días. De vez en cuando salíamos, pero sólo como amigos, durante tres meses.

Marlene no me había impedido tocarla, pero yo misteriosamente no me atrevía a hacerlo. Me daba miedo hasta intentar robarle un beso.

No soportaba tenerla tan cerca de mí, y sentir ese enorme muro que nos separaba. Así que decidí declarar mis sentimientos y pedirle que fuera mi novia. Y por eso estaba delante de su casa arreglando mi cabello frente a la ventana de mi coche, pues ella me prohibió ir a visitarla, debido a esto la llamé minutos antes de llegar para que saliera y confirmar que sus padres no estaban en casa.

—Hola —me sobresalté—. ¿Te asuste?—interrogó preocupada.

—No —respiré profundo. Desde los trece años no le pedía a alguien que saliera conmigo. Ninguna de las mujeres que me rodeaban buscaba algo formal, ya que suponían que no era del tipo de hombres que deseaba una relación seria.

— ¿Taylor? —Miré el firmamento. Marlene me miraba confundida.

—Me gustas, me gustas mucho —dije sin meditarlo tanto. Marlene se mantenía serena y su mirada estaba posada en mí, seguro estaba buscando algún indicio que le indicara que estaba bromeando—. Quiero que seas mi novia, y te juro que no estoy bromeando. ¿Aceptas? —Ella estaba estática y su mirada estaba perdida en el vacío. Temeroso de que me rechazara, me acerqué a ella y la besé.

No sé si lo hice para consolar a mi orgullo, pues estaba acostumbrado a que las mujeres se rindieran fácilmente ante mí, y Marlene me había puesto las cosas en China. O fue que mis sentimientos tomaron el control de mi cuerpo, y anhelaba, por lo menos, guardar el recuerdo de la textura de sus labios en mi memoria.

—Lo voy a pensar —entró a su residencia.

Solté un largo suspiro. Por primera vez en la vida me tocaba esperar como a cualquier hombre, una respuesta que podía ser negativa o simplemente nunca llegaría.

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Guau, que recuerdos. :( :(


[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora