51. Abandonándo la zona de confort.

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Deivi

Martes, veintisiete de marzo.

Grabiel me había advertido durante la fiesta de despedida de Marlene, que los Murray no eran tan poderosos como su familia, pero eran una gran competencia. Y sí que lo eran. El edificio enfrente el cual se había estacionado el taxista no parecía real: sus ventanales azules daban la impresión de formar parte del cielo, ya que el mismo contaba con más de veinte pisos, en la parte más alta que trataba de alcanzar a ver desde el auto.

Mi cuello empezó a doler, y me vi obligado a dejar de observar la gran obra de arte.

Dirigí mi mirada hacia Marlene, llevaba un glamuroso vestido blanco, maquillaje, su cabello castaño estaba perfectamente lacio y rozaba sus caderas. Era la primera vez que la veía tan arreglada y hermosa desde que la conocí. Y entendí por qué los hombres la clasificaban como la mujer perfecta.

Sin embargo, en esa ocasión no la estaba mirando por el motivo de admirar su gran belleza, sino porque estaba apretando mucho el empaque donde había guardado las galletas, y esto provocó que el sonido que emitían al romperse captara mi atención.

— ¿Estás segura de que quieres hacer esto? —Cuestioné. Estaba dispuesto a ayudarla a llevar a cabo su plan, deseaba que enfrentara sus problemas para que pudiera continuar con su vida. Pero si eso significaba un esfuerzo mayor para ella en ese momento, prefería persuadirla para esperar un poco más.

—Por supuesto —dejó de apretar el empaque e intentó disimular el pequeño suspiro que utilizó para calmarse, pero pude darme cuenta de eso por estar pendiente a cada uno de sus movimientos.

—Mmm —salimos del auto, y cruzamos la calle.

El domingo, cuando llegué de visitar a mis padres, Marlene me informó que ya había aclarado sus ideas, y por fin sabía qué rumbo tomar. Utilizó mi teléfono para comunicarse con sus amigas, y ponerlas al corriente de lo que estaba aconteciendo en su vida y su pronto regreso. Y antes de medianoche ya todos sabían la noticia, y fue Lidia quien sugirió lo de la fiesta.

Durante la despedida de Marlene no pude dejar de pensar en cómo me sentiría después de su partida. ¿Volvería a sentirme solo? ¿Iba a volver a pensar en Walkiris constantemente? Era sencillo ignorar las pequeñas veces que pensaba en ella, los sentimientos que todavía no se extinguían por completo, y esa parte de mí que se preocupaba por ella; ¿Cómo sería después que la soledad me abrazara de nuevo y fuera mi única compañía?

Pero esa noche llegué a la conclusión de que debía seguir el consejo que le di a Marlene: solo debía dejar de escapar de lo inevitable, enfrentar mi situación, y seguir adelante.

Y esa misma noche, luego de que todos se fueran, Marlene me propuso que la acompañara a ver a Taylor. No me pareció una buena idea, pues él no estaba al tanto de los acontecimientos, y lo único que sabía de mí era que le había arrebatado a su futura esposa, pero Marlene se encargó de convencerme, y no pude negarme.

También había llamado a la asistente de Taylor en la mañana para confirmar que estaba libre a la hora del almuerzo, y no saldría de la oficina. Y le suplicó que no le contara nada porque deseaba sorprenderlo.

Y fue entonces que recordé, que aunque al principio muchos murmuraban que Marlene había escapado, solo eran eso, simples suposiciones. Y que para la mayoría ambos continuaban juntos, y que un problema familiar fue que ocasionó la cancelación repentina de la ceremonia.

—No te alejes de mí. Debes mantenerte siempre a mi lado o no te dejarán pasar —advirtió. Y me recordó lo que me había dicho en el transcurso del viaje: no debíamos llamar mucho la atención. Y si alguien me impedía el paso, ella iba a tener que intervenir, y eso solo provocaría que los curiosos entraran en escena.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora