Deivi
Domingo, siete de enero.
Caminaba de un lado a otro en mi departamento. Ella estaba a punto de llegar. Habían pasado tres semanas desde la última vez que la vi; eso fue casi al final del año pasado. Estar solo en navidad y año nuevo había sido lo peor, provocó que la extrañara más que en cualquier otra ocasión que tuvo que salir de viaje debido a su trabajo, pues ver a un montón de parejas disfrutando los días festivos solo incrementó mi soledad.
Era domingo, el primer domingo del año. No tenía que asistir a la universidad, y tampoco quería estar con Diego. Se pasaría el día burlándose de mí por estar tan ansioso, necesitado de verla y tocarla. Y no podía faltar uno que otro comentario sarcástico haciendo referencia a su comportamiento u obsesión con las compras.
Tres semanas sin sexo eran más que suficientes para que cada vez que recordara su cuerpo experimentara la sensación de que iba a explotar. No me gustaba utilizar mis manos para apaciguar mis deseos; lo hacía sólo cuando era un caso extremo. Prefería una mujer, que la compañía de mi mano, pues esta no me motivaba. Y no cualquier mujer, la necesitaba a ella.
Teníamos un año de noviazgo, y no había estado con otra persona. Era un hombre fiel, y por eso moría por ella y por poseerla. Y odiaba cuando se marchaba sin avisar y no contestaba mis llamadas.
Mi celular sonó y me apresuré a contestar.
—Hola —respondí sin ánimos, después que leí su nombre en el identificador. Detestaba que él siempre aprovechara situaciones como esas para molestarme.
—Apuesto que pensaste que era ella —bufó entre risas.
—Diego, un día de estos te voy a matar —lo amenacé. Me dejé caer sobre el sofá pequeño de la sala mirando la puerta.
—Aún no comprendo cómo puedes seguir con ella —suspiró—. O soportarla.
—Diego —pronuncié su nombre con un tono amenazante. Cuando no era mi padre, mi amigo se encargaba de criticar mi relación o a Walkiris, y eso me hacía perder los estribos. A veces lograba agotar mi paciencia.
—Cálmate —contestó alarmado—. Ya entiendo porque dicen que la verdad duele.
— ¿Vas a seguir? —interrogué con enojo. Debía darle las gracias a Dios por ser mi amigo de la infancia, porque de no ser así hace mucho tiempo había ejecutado mis amenazas.
—Ya, me guardaré mis comentarios —expuso entre risas. Disfrutaba alterarme, aunque antes no era así, todo comenzó cuando mi relación con Walkiris inició. Supuse que esa era la única forma en que era capaz de expresarme lo que pensaba sobre ella.
—Gracias —me acomodé en el mueble—. Estoy aburrido.
—Te dijo que iba a llegar a las ocho —me recordó lo que Walkiris me había notificado hace unas horas.
—Son las ocho y media —agregué, después de mirar el reloj en mi muñeca. Mi desesperación aumento al comprobar que estaba retrasada.
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[Completa] ¿Yo me opongo?
RomansaMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...