33. Destrucción total.

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Diego

Lunes, veintiséis de febrero.

Esperaba impaciente a que abriera la puerta. Me ponía nervioso el hecho de que estaba a punto de verla.

— ¿Qué quieres? —Su cabello negro estaba suelto, y sus ojos azules expresaban disgusto. Seguro continuaba enojada por lo que pasó el último día que nos vimos.

—No merezco que me hables así —trataba de concentrarme en mirarla a los ojos, y no observar su cuerpo, ya que llevaba puesta una pijama que dejaba expuestas sus piernas, y parte de su busto.

—Ya estoy cansada de ti —iba a cerrar la puerta, y se lo impedí—. ¿Qué? ¿Ahora te vas a dedicar a molestarme? —Interrogó enojada—. Puedo ser muy buena, pero odio que me molesten.

— ¡No es mi intención molestarte! —expuse convencido. En ese momento tampoco entendía por qué la fastidiaba tanto. Quería dejar de hacerlo, sin embargo, era imposible para mí evitarlo—. Te pido perdón por lo que hice hace unos días...

—Está bien, acepto tus disculpas —me regaló una sonrisa falsa—. Adiós —cerró la puerta en mi cara.

— ¡Lidia! —Toqué el timbre un poco enojado. No podía creer que fuera tan mal educada, como para dejarme hablando solo a pesar de estar disculpándome.

— ¡Déjame en paz! —Vociferó mientras me arrojaba un balde de agua y se encerraba de nuevo en su casa.

— ¡Maldición! —Me quejé cuando empecé a percibir mi cuerpo mojado por culpa del agua fría.

Toqué el timbre de la casa de Deivi.

—No me preguntes que me pasó —le advertí cuando abrió la puerta y vi su expresión de asombro.

—Voy a buscar una toalla.

Me quité el t-shirt empapado y en seguida encendí la televisión. Trataba de distraerme para no comer una locura, pues deseaba decirle algunas cosas a Lidia. Estaba muy enojado.

—Toma —Deivi me ofreció una toalla y un tshert.

Sequé mi cabello, y me puse la prenda. Pero se me dificultaba mover los brazos, y cada vez que lo hacía sentía que se iba a romper.

Deivi agarró el control y comenzó a cambiar la televisión, mientras yo apretaba mi frente con una mano al ver que mi pantalón estaba un poco húmedo. Él apretó el control remoto al escuchar el nombre de Walkiris en un programa de farándula. Intenté quitarle el control para cambiar de canal, mas él me lo impidió.

«La boda del señor Jeremy Simmons y la modelo Walkiris Rogers, también será el sábado diez de marzo. Se especula que será en el mismo hotel. Y, que como las anteriores, solo asistirán familiares y amigos íntimos de la pareja.

Durante las últimas semanas esta modelo ha acaparado la atención de todos los medios de comunicación debido a su boda, el contrato que firmó con una agencia de modelaje desconocida y los buenos y malos comentarios que ha recibido porque su futuro esposo tiene cincuenta y cinco años».

—Ya no te tortures más —le arrebaté el control y apagué la televisión—. Odio saber que esa loca está consiguiendo lo que quiere. Desearía poder arruinar sus planes —confesé un poco frustrado—. ¿Tú también estás en contra de que se case, verdad? ¿Quieres vengarte? —Interrogué. Pero Deivi parecía estar perdido en sus pensamientos.

— ¿Qué si me opongo o no a ese casamiento? Es obvio que estoy en contra de que se case con ese anciano —expuso un poco ido—. Pero no puedo hacer nada para impedirlo. El hotel posee siete salones para realizar eventos, y no sé en cuál de todos va a ser —tragó en seco—. Y aunque lo supiera, no puedo hacer nada, ya que es por invitación.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora