37. Entre la espada y la pared.

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Marlene

Martes, seis de marzo.

—Hermosa —expuso, llena de regocijo, Mercedes.

—Perfecto —dijo Jazmín, la organizadora de la boda, mientras observaba meticulosamente como me quedaba el vestido, después de los últimos arreglos y ajustes.

—Vas a dejar pasmado a Taylor el día de la boda —Claudia se puso de pie.

Estábamos en la sala de estar. Aunque era muy grande solo había unos cuantos muebles, cuadros y floreros que contenían hermosas flores artificiales que decoraban el lugar, ya que a diferencia de la sala principal, esta solo se utilizaba para pasar un buen rato en silencio.

Había personas trabajando por todas partes: la diseñadora y sus ayudantes, los dos estilistas estaban montando prácticamente un set de belleza en el lugar. En un extremo estaban los vestidos color crema de las damas de honor y los trajes que iban a usar los amigos de Taylor y Alfredo, aunque el espacio que estaban ocupando iba a quedar libre cuando los chicos fueran a buscar sus trajes al día siguiente. Y en otro lado se encontraban todos los accesorios que debíamos utilizar, espejos, maquillaje, y un sin número de cosas para arreglar nuestro cabello y maquillar nuestro rostro el sábado.

Por otro lado, el jardín era el lugar donde se iba a llevar acabo la fiesta, así que algunos hombres estaban colocando unas inmensas lonas blancas, pues mi madre no quería que un imprevisto como la lluvia arruinara mi boda. Ella y Claudia habían dejado a Jazmín como complemento, ya que tomaron el control de todo.

Y no deseaba imaginar el caos que se iba armar cuando comenzaran a traer las mesas, las sillas, los manteles, todos los arreglos florales, y el resto de las decoraciones en unos días. Hasta los trabajadores del restaurante encargado de la comida y el pastel iban a tener que madrugar el día de la boda para que el bufé estuviera listo y se encontrara en el patio antes de las dos de la tarde, pues más o menos a esa hora iban a estar llegando todos los invitados.

Aún no lograba entender cómo Claudia, Mercedes y Jazmín seguían animadas. Yo solo había ayudado un poco, y el estrés ya me estaba matando.

—Buenas tardes —saludó mi amiga pelirroja al llegar.

— ¿Y Jessica? —Interrogó Mercedes—. También tiene que probarse su vestido. Ustedes son las únicas que faltan. Las hermanas de Taylor se fueron hace unos minutos.

—Lamento haber llegado tarde —Paloma se acercó a nosotras—. Jessica no tardará en llegar.

Miré detalladamente mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que habían colocado en una esquina del lugar.

—Hermosa como siempre —comentó Paloma, mientras los demás estaban hablando muy alejados de nosotras.

—Gracias —sonreí al verme. Me gustaba mucho como me quedaba el vestido.

—Me alegra saber que tú y Jessica se reconciliaron —suspiró—. Creí que iban a terminar matándose como la última vez que pelearon.

—Es que a veces ella logra hacerme enojar mucho con sus duras palabras —confesé. Ese día estaba dispuesta a golpearla, pero lo que me dijo consiguió herirme demasiado, y no logré reaccionar. No le iba a decir eso a Paloma, aunque era probable que ella ya lo hubiera intuido.

— ¿Te molesta algo? —Intervino Claudia—. Te lo pregunto porque desde que llegaste de la universidad te he notado un poco incómoda.

—Te equivocas —respondió Mercedes, ante mi silencio—. Marlene está un poco estresada y nerviosa, pero no es nada grave. Además, está en sus días —Mercedes me miró con disgusto.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora