Deivi.
Martes, dieciséis de enero.
Me encontraba sentado en el borde de la cama esperando que Walkiris terminara de ducharse. Los días pasaban tan rápido cuando estábamos juntos. Y Eso me hacía enojar, pues cuando se encontraba lejos de mí las horas se extendían logrando torturarme. Por otro lado, el simple hecho de estar a su lado opacaba toda la rabia consiguiendo hacerme feliz.
A veces se quejaba porque la agencia no la llamaba para realizar trabajos con frecuencia pero a mí no me molestaba el hecho de encontrarla en casa al llegar de la universidad. Aunque en ocasiones me hacían sentir mal mis pensamientos egoístas. Sin embargo, en diferentes momentos me consolaba el hecho de que no era tan malo desear estar cerca de la persona que amas. Y mucho más, porque desde la distancia no podía protegerla si algo pasaba.—Creí que ya estabas dormido —salió del baño envuelta en una toalla—. Recuerda que mañana tienes clases temprano —se quitó la toalla, y empezó a ponerse la ropa de dormir.
—No te preocupes —la atraje hacia mí cuando terminó de vestirse—. La primera clase empieza a las diez —expuse para que no se preocupara.
—Quiero volver a trabajar —se quejó. Se acomodó entre mis piernas. Continuábamos en la orilla de la cama. El olor a jabón y champú que emanaba de su cuerpo era muy relajante—. Me quedo sola aquí y es muy aburrido.
—No seas tan dramática —sonreí ante su queja infantil—. Todas mis clases terminan antes del mediodía, y desde que salgo de la universidad vengo hacerte compañía —inhalé otra vez el delicioso aroma de su cabello castaño—. Además, de viernes a domingos no me toca docencia. Y en vez de salir me quedo contigo —la abracé más fuerte— Diego me quiere matar por eso —bromeé.
—Por ese lado está todo bien —dijo—. Lo que no estás tomando en cuenta es que si no trabajo no te puedo ayudar con los gastos —se alejó para acostarse en la cama, y yo hice lo mismo. Nos colocamos de lado para continuar hablando.
—No me molesta mantenerte —expuse con una sonrisa mientras acariciaba una de sus mejillas.
— ¿En serio? —Cuestionó. Sus ojos marrones brillaban de emoción. Me gustaba verla feliz.
—Sí —deposité un pequeño beso sobre sus labios—. Siempre gastas la mayor parte de tu dinero en compras, y no aportas mucho que digamos —bufé, al recordar lo que siempre hacía con su sueldo.
— ¡Oye! —Golpeó mi hombro, lo que ocasionó que me riera con más fuerza. Sus ataques no me provocaban ningún daño—. Tú no entiendes las necesidades de una mujer —acusó.
—Comprar ropa, zapatos, y artículos de belleza, no es una prioridad — me acosté boca arriba. Esa era la causa principal de nuestras discusiones. La mayoría de la gente no sabía diferenciar las prioridades y lo que realmente importa de las cosas banales; y que por obligación lo innecesario tenía que pasar a un tercer o cuarto lugar. Yo había aprendido a distinguirlas desde que abandoné la residencia de mis progenitores, pero Walkiris aún no lo hacía. Y me molestaba su despreocupación, y la forma en que desperdiciaba el dinero.
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[Completa] ¿Yo me opongo?
RomanceMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...