17. Nuestro hermoso ayer, parte (II).

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Pasaba las manos sobre mis muslos, estaba un poco nervioso. Marlene estaba en mi alcoba sentada sobre la cama. Era mi cumpleaños, y quería pasar tiempo con ella, por eso la invité. Olvidé que en los dos meses que llevábamos saliendo, esa era la primera vez que nos quedábamos solos.

— ¡Maldición! ¿Por qué estoy tan nervioso? —Me senté a su lado.

—Si quieres me puedo ir —se puso de pie, y agarré su mano.

—No es para tanto. Lo que pasa es que no estoy acostumbrado hacer este tipo de cosas.

— ¿Nunca has tenido una novia? —Preguntó confundida.

—No que digamos —jugué con mi cabello—. He salido con muchas chicas, pero no de esta manera —aclaré, pues seguro Marlene había escuchado rumores acerca de mí—. ¿Y tú?

—Bueno... Salí con dos chicos durante la secundaria —agarró unas cuantas palomitas.

— ¿Durante cuánto tiempo? —Indagué un poco enojado.

—Hablar sobre eso es extraño —noté lo incómoda que estaba.

—Responde. Prometo que no te voy a preguntar nada más —detuve la película.

—Un año con cada uno.

¿Estaba celoso? ¿O era simple curiosidad? No entendía por qué me enojaba imaginar lo que pasó entre esos chicos y Marlene. Odiaba ser un inexperto en el amor.

—Ya me tengo que ir —dijo, después de unos minutos.

— ¿Por qué? —Se levantó de la cama.

—Ya se acabó la película —miré la pantalla, estaban pasando los créditos—. Además, mañana tengo que levantarme temprano.

—Entiendo —me paré de la cama, y me apoderé de sus labios—. Feliz año nuevo.

—Feliz año nuevo —se apartó—. Me voy a despedir de tus padres, y luego me marcho.

—Espera —sostuve su mano—. ¿Quieres hacer una promesa? —interrogué sintiéndome un poco tonto.

— ¿Qué? No entiendo.

—Bueno... —rasqué mi nuca—. Cuando las personas están en una relación, siempre hacen promesas, como de casarse, tener hijos, se prometen amarse siempre, y cosas por el estilo —ella soltó una carcajada—. No te burles de mí.

—Sí, quiero hacerlo, pero no ninguna de las que mencionaste. Contigo nada... Nada es seguro en esta vida, no quiero prometer cosas que tal vez no podamos cumplir —solté su brazo—. Deberíamos prometer celebrar todos nuestros cumpleaños juntos, mientras seamos pareja. ¿Estás de acuerdo?

—Por supuesto, lo prometo —la besé de nuevo—. Te quiero.

—Yo también te quiero —salió de mi habitación. Sus ojos brillaban a causa de la emoción.

***

Mi celular estaba sonando. Me senté en el borde de la cama y apagué la alarma, había olvidado desactivarla la noche anterior, pues hoy no tenía que ir a la empresa.

—Taylor —su cabello estaba un poco alborotado. Ya me había acostumbrado a escucharla hablar dormida.

Yo había tomado su virginidad después de un año de noviazgo, pero Marlene también había tomado muchas cosas de mí sin darme cuenta. Había robado muchas de mis primeras experiencias en lo que abarcaba una relación de pareja.

Eran las seis de la mañana; decidí volver a acostarme. Miré a Marlene y sonreí, porque su boca estaba abierta. Pase mis dedos sobre ella, y la cerré.

Recordé como brillaban sus ojos cuando empezamos a salir, y un nudo se formó en mi garganta. Era consciente de que ese brillo se había extinguido por mi culpa.

Era bastante egoísta. Ella merecía a alguien mejor que yo, un hombre que no la hiciera sufrir tanto, pero me rehusaba a dejarla ir.

***

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Regresaron los capítulos cortos. Que nostalgía. Adiós recuerdos.


[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora