48. Si hubiera...

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Deivi

Miércoles, veintiuno de marzo.

Y así de mal estaban las cosas después de haber pasado tantos espectaculares días juntos: los dos en el interior del auto. Yo conduciendo. Ella mirando por la ventana. El silencio que me recordaba constantemente que había metido la pata; Marlene tenía sus razones para estar enojada, y no querer hablar conmigo.

¿Cómo habíamos terminado así? Simple: Marlene me rogó hace unas horas que la llevara a un lugar. Dicho lugar resultó ser la casa en la que debían estar viviendo Taylor Murray y ella. Nos quedamos del otro lado de la calle, ya que la misma contaba con un guardia de seguridad, y Marlene estaba vestida como cualquier joven de clase media, a eso se sumaba que su ropa era ancha, llevaba unos lentes de sol, una gorra y nada de maquillaje, lo que reducía a cero las posibilidades de que el guardia la reconociera. El problema radicó en que ella no esperaba ver a Taylor ahí, sentado en la entrada de la casa, moribundo y derrotado. Y mucho menos mi comentario acerca de él:

Debe amarte mucho para verse así de miserable —dije—. Se nota que te extraña y le duele haberte perdido. — Comenté después de recordar un día que me desperté, luego de que Walkiris me abandonara. El aspecto físico y el dolor que se reflejaba en su rostro era igual al mío cuando me vi en el espejo. En ese momento, sentí empatía por él.

Vámonos —demandó enojada.

Y desde entonces no me volvió a hablar. La entendía, yo odiaba cuando la gente opinaba acerca de mi relación con Walkiris sin saber cómo era o lo que acontecía entre nosotros.

Ambos tuvimos la confianza de hablar sobre nuestras antiguas relaciones en una de las cenas que compartimos, y los motivos que habían acabado con las mismas, y eso me hacía sentir mal por haber revelado lo que pensaba, ya que eso colocaba a Marlene como la mala por ser la causante de su agonía, y sabía que no era así. Pero no pude evitarlo. Logramos ver su miseria desde el otro lado de la calle.

Observé parte del perfil de Marlene. Todavía no podía creer que continuara viéndose tan bien a pesar de estar usando vaqueros anchos, una camisa negra que no era de su talla, su cabello estaba recogido en una cola. Además de usar lentes y una gorra. Habíamos pensado en comprar algo de ropa para ella, pero después analizamos las consecuencias que podía traer que fuera reconocida en la calle después de que varias fotos de ella aparecieran en distintos programas de farándula, o peor aún, que alguien la viera conmigo o entrando a mi departamento, pues eso confirmaría las especulaciones de la gente acerca de que escapó con su amante.

Quería encender la radio, pero eso significaría que le estaba restando importancia a lo que había pasado, y no deseaba aumentar su enojo.

—Lo siento, Deivi —se disculpó de repente. Se enderezó en el asiento, pero no me miraba, solo veía el camino enfrente de nosotros—. No estoy enojada contigo. Aunque tu comentario me molestó un poco —admitió, quitándose los lentes, y posando por fin sus ojos verdes en mí—. Es solo que... No lo entiendo —expuso, y supe que se refería a Taylor—. Todo iba tan bien entre nosotros al principio, y después él arruinó todo cuando me abandonó por su trabajo, y me fue infiel —explicó, casi susurrando—. Y ahora lo veo en ese estado, y no comprendo nada. Solo me confunde más —apoyó todo su cuerpo en el asiento.

Me concentré en la carretera. Ella se estaba desahogando, y comprendí que solo debía escucharla. Además, no quería que otro comentario indebido colocara un muro entre nosotros de nuevo.

—Sabes... —cerró los ojos—. Acepté ser su novia por compasión —confesó.

— ¿Compasión? —Cuestioné, sin lograr ocultar mi sorpresa.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora