41. Confusión, parte (I).

241 26 2
                                    

Deivi

Luego de conducir por media hora debido a que me desvié del camino para ir a la farmacia, por fin llegamos a nuestro destino.

La casa de la playa estaba en perfectas condiciones. Era algo modesta, comparada con las demás posesiones familiares, había pertenecido a mis abuelos. Cuando era pequeño la habían remodelado un poco, pero sin hacer que perdiera su esencia. Mi padre la atesoraba mucho, ya que en esa casa él y mis abuelos habían creado innumerables recuerdos. Además, al igual que las pocas viviendas de alrededor había sido construida mucho antes de que los empresarios se dieran cuenta de la belleza que poseía el lugar. Y empezaran a construir hoteles para aprovechar el gran espacio, pues no eran un lugar muy poblado, al ser un lugar poco sofisticado al principio, solo algunos ricos poseían propiedades ahí, y lo cerca que estaba esa área de la playa.

Salí del auto y caminé hacia la casa de dos pisos pintada de color azul celeste. Cuando me encontré en el cobertizo abrí la puerta. Después regresé al auto, cargué a Walkiris, y me las ingenié para cerrar la puerta de una patada sin ocasionar daños. Luego presioné el botón que poseía mi llavero para colocarle el seguro al coche.

Entré a la casa con Walkiris en mis brazos. Lo primero que vi fueron los dos sofás colocados en la sala enfrente de la chimenea, y una alfombra fabricada con piel de animal en medio de la chimenea y los dos muebles. Se me cayeron las llaves de la vivienda y las de mi coche junto con la pequeña bolsa que llevaba, pero no podía recoger nada, debido a que Walkiris continuaba en mis brazos.

Subí las escaleras, y me encontré con dos pasillos, uno a cada lado de mí. El segundo piso solo estaba compuesto por cinco habitaciones, pero no tardé mucho en elegir la más grande. Giré hacia la izquierda, y entré a la primera habitación, esta tenía acceso a la terraza, y se podía ver a la perfección la playa. En la alcoba había una enorme cama, dos mesitas al lado de la misma, un par de sillones colocados enfrente de la cama, pero separados de la misma por una enorme distancia, ya que el lugar era muy grande; al lado derecho de la cama se encontraba una puerta que conducía al baño, y una enorme ventana corrediza que brindaba acceso a la terraza.

Estaba a punto de colocar a Walkiris sobre la cama, cuando la escuché decir—: Taylor —todavía entre mis brazos. Le resté importancia, pues en cualquier momento podía despertar.

Bajé las escaleras, y cerré bien la puerta del primer piso. Después tomé la bolsa con los preservativos que compré en el transcurso del viaje, y todo lo que había dejado caer. Era algo inolvidable a la hora de una reconciliación de pareja.

Regresé rápido al segundo piso. Giré hacia la izquierda, y estaba a punto de entrar a la alcoba cuando visualicé una cámara al final de ese pasillo, pero no tenía que preocuparse por eso; ya le había informado al hombre encargado de vigilar la casa y a la señora que realizaba la limpieza dos veces a la semana que iba a pasar el fin de semana allí.

Dejé las cosas que llevaba en la mesita de noche que estaba cerca del armario. Me acerqué a Walkiris, quien yacía en la cama. Continuaba dormida, así que con cuidado bajé la cremallera de su vestido colocada en su espalda. Me deshice del vestido con desprecio. El hecho de imaginar que otro hombre estuvo a punto de disfrutar su cuerpo me enloquecía.

—Quítame esto —pidió. Me sorprendió escuchar su voz.

—Espera —observé su cuerpo detenidamente, y fruncí el ceño. No recordaba que sus pechos fueran tan grades, y mucho menos dos lunares en el izquierdo. Me estrujé los ojos, y volví a mirar el cuerpo de la mujer en ropa interior que estaba sobre la cama.

Definitivamente esas no eras las curvas que acaricié y besé con desesperación durante las noches hace un mes. Admiré su ropa interior, y me percaté de que era muy simple comparada con la ocasión: de color negro, y lo único que le daba un toqué especial era un diminuto lazo rosado colocado en el brassier, justo en el área donde se podía apreciar la división de sus senos, y el encaje de flores que poseía el mismo. Ese no era el estilo de Walkiris.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora