Taylor.
Sostenía a Damaris por la cintura, mientras explorábamos nuestras bocas. Habían pasado semanas desde la última vez que toqué a Marlene, y eso me hacía enojar. Al principio era porque estaba muy ocupado en el trabajo y no podíamos vernos. Últimamente ella me estaba evitando, no era un idiota para no darme cuenta.
Quería estar con ella pero no podía. Me empezaba a preocupar lo distanciados que estábamos. La extrañaba mucho. Además, no me sentía igual cuando estaba con otras mujeres, pero no contaba con más alternativas. Mis deseos carnales me dominaban en ocasiones, y tampoco era capaz de rechazar a Damaris.
—Voy al baño —avisó Alfredo poniéndose de pie. Era consciente de que mentía sobre cuáles eran sus verdaderas intenciones.
—Okay —respondió Naomi.
Aún me estaba besando con Damaris pero de forma pausada.
Definitivamente mi primo era un idiota. Abandonaba lo seguro para arriesgarse con una chica que posiblemente lo rechazaría. Iba a tener que enseñarle algunos trucos para conquistar mujeres. Su desempeño con las mujeres era penoso; lo más probable era que terminara solo.
Al verlo alejarse, Damaris y yo dejamos de besarnos para no incomodar a Naomi. Nuestros cuerpos continuaban estando cerca. Aproveché que Naomi estaba tratando de localizar a Alfredo en la mengua oscuridad que proporcionaba el lugar para acariciar un poco a la joven de cabello teñido a mi lado.
—Taylor —me llamó Alfredo y el tono de voz me sorprendió, y al mismo tiempo provocó que me alarmara. Como consecuencia me alejé de Damaris—, estás en problemas —informó. Sin embargo, su serenidad me confundió, y él lo captó de inmediato; señaló hacia el frente con su barbilla. Me sobresalté, cuando logré ver a Marlene.
¿Qué hacía allí? Según tenía entendido iba a estudiar para el examen que le tocaba tomar el lunes. ¿O era otra excusa? Las ganas de ir a preguntarle no me faltaban, pero no sabía cómo explicarle el hecho de que yo estuviera ahí.
—Deben irse —le ordené a las chicas. Damaris y Naomi estaban confundidas, pero no contaba con el tiempo suficiente para formular una excusa creíble, de por qué les estaba pidiendo que se vayan—. ¡Ahora! —exclamé. Obedecieron sin reprochar.
—Supongo que ella no sabe que estás aquí —comentó Alfredo.
—Debes ayudarme —pedí. No me atrevía a levantarme de mi asiento.
— ¡No! —Gritó. Pasó las manos por su cabello negro y empezó a alejarse de mí.
—Por favor —rogué. Sostuve su brazo para impedir que se fuera.
— ¡No! —se zafó de mi agarre—. Nunca he estado de acuerdo con tu forma de comportarte, y no pienso ayudarte a salir ileso de esta situación —intentó alejarse de nuevo.
—Ayúdame, Alfredo —dije. Lo necesitaba para distraer a Marlene, ya que desde su posición iba a verme sin ningún esfuerzo cuando me acercara a las escaleras.
ESTÁS LEYENDO
[Completa] ¿Yo me opongo?
RomanceMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...