Marlene.
Martes, treinta de enero.
Entré al salón de clases y me senté cerca de las ventanas. El aula estaba casi vacía, mientras que el campus se encontraba repleto de estudiantes, algunos estaban leyendo o descansando, y otros iban hacia su próxima clase.
Me coloqué los auriculares y seleccioné una canción al azar. Escuchaba la canción, pero no le prestaba atención: sólo podía pensar en lo que iba a pasar esa noche.
—Hola —Paloma me quitó los audífonos—. Todavía es muy temprano —ocupó el asiento enfrente de mí.
—No tenía nada mejor que hacer.
— ¿Y Jessica? —Paloma ordenó su larga melena teñida de rojo.
—Supongo que se fue a casa. Ya tomó todas las materias que le correspondían hoy —eran las dos de la tarde. Volví a observar el jardín a través de la ventana. Los estudiantes buscaban refugio debajo de los árboles para que estos los protegieran del ardiente sol.
—Todavía no puedo creer que una persona tan loca como Jessica esté estudiando medicina —no dejaba de mirarme—. Las dos están iguales.
— ¿A qué te refieres? —Me molestaba que Paloma fuera tan intuitiva. Aunque me esforzara para tratar de ocultarle algo, siempre lo descubría.
—Casi no las veo juntas, todo el tiempo están distraídas y desanimadas —explicó, como si fuera lo más evidente del mundo—. Solo se comportan así cuando el problema involucra a un chico, especialmente tú. Aún no sé cuál es el nuevo novio de Jessica —las tres nos conocíamos desde la preparatoria. Tanto Paloma como Jessica detectaban de inmediato cuando las cosas con Taylor no estaban funcionando.
—Taylor me insistió tanto para que salga con él —comencé a hablar, no iba a funcionar que tratara de ocultarlo—, que terminé aceptando. Vamos a tener una cita esta noche.
Que un hombre fuera mi debilidad, no era algo de lo que estuviera orgullosa. Continuaba dejándome guiar por Taylor. Él tomaba las riendas de mi vida y yo no hacía nada al respecto. Cada vez que intentaba alejarme y no depender tanto de él, terminaba extrañándolo y amándolo más.
—Taylor está buenísimo. Cualquier chica quisiera comérselo, y no dejar ni las sobras —me tomó desprevenida su comentario, así qué no pude disimular lo impactada que estaba—. ¡Alto! ¡Alto! No me mal intérpretes. Lo que trato de decir es que siempre he comprendido por qué no puedes evitar estar con él.
—Ya acepté salir con él. Si cancelo nuestra cita es capaz de aparecer en mi casa —suspiré al recordar lo insistente que podía llegar a ser—. No quiero que mis padres se enteren de nuestros problemas.
—Te entiendo. Yo también odio que mis padres se entrometan en mis asuntos —la profesora entró haciendo que Paloma se sentara bien. No sabía en cuál momento el curso se llenó de gente.
Era reconfortante tener a alguien a mi lado que comprendiera a la perfección lo que me ocurría, y me entendiera. Sin embargo, eso no borraba el sentimiento de culpa e impotencia que se apoderaba de mí ser.
***
Tomé mis palomitas y mi refresco. Caminábamos hacia el lugar donde nos correspondía ver la película. A pesar de ser martes, había mucha gente; la mayoría eran parejas de enamorados.
—Me agrada esa parte de ti —no paraba de mirarme, y sonreír desde que había pasado a recogerme.
— ¿Qué? —Ya me había acostumbrado a las miradas intensas que me dedicaba, y que me observara por mucho tiempo. Era algo normal que después de dos años de relación no causaran el mismo efecto, sin embargo, tantos días sin vernos, ocasionaron que me pusiera un poco nerviosa cada vez que me veía.
—Que comes mucho, y no te da vergüenza hacerlo cuando estás conmigo —dijo entre risas.
— ¿Te estás burlando de mí? —Fingí estar ofendida—. Por esa razón estoy a punto de mudarme al gimnasio. Tengo que compensar con ejercicio todo lo que me como —sus ojos marrones se posaron de nuevo sobre mí—. Deja de mirarme tanto, me pones nerviosa —le entregamos las boletas al chico en la entrada.
—Es tu culpa por ser tan hermosa —elegimos los asientos que más nos gustaron, justo en el medio, pues muy poca gente iba a ver la película.
Llené mi boca de palomitas para no tener que continuar con la conversación. Traté de buscar algo con que distraerme en lo que empezaba la película, y ese fue el peor error que cometí. Justo enfrente de nosotros dos adolescentes se devoraban a besos.
¿Es en serio? O sea, no habían pasado cinco minutos desde que entraron a la sala, y ya estaban en eso.
—Si quieres nos podemos besar —susurró Taylor, acercándose a mí.
—Estoy comiendo —agité las palomitas.
—Ahora mismo tu boca está vacía —su voz sensual cerca de mi oído hacía que mi cuerpo se estremeciera, pero no iba a bajar la guardia, esa noche iba a tratar de no hacer cosas que lo hicieran creer que estaba dispuesta a pasar la noche con él.
Agarré mi refresco, y comencé a beber de él, Taylor sonrió. No podía fingir que no me agradaba tenerlo a mi lado, ya que era todo lo contrario, pero no me conformaba con ese simple momento de felicidad. Lo quería todo de él, y al mismo tiempo nada. Deseaba mantenerlo lejos, pero también cerca. Quería olvidarlo, mas no dejaba de amarlo.
Me enredaba con mis propios pensamientos. Mi mente se volvía un caos cuando tenía que resolver algo que involucrara a Taylor. No pensaba con claridad, y como consecuencia, vivía aturdida.
Entrelazó nuestras manos, cuando coloqué mi refresco a un lado. La sostenía con fuerza suplicándome con ese acto que no la apartara.
Me dispuse a tratar de prestarle atención a la película. Por suerte los jóvenes que ocupaban los asientos enfrente de nosotros, ya no se estaban besando.
—Te amo —murmuró, cerca de mi oreja. Luego, besó mejilla y apretó más mi mano—. Te amo con todas mis fuerzas. Por favor, nunca lo olvides —nos miramos durante unos segundos.
—Mi mano —frunció el ceño confundido ante mi comentario—. Mi mano, la estás apretando mucho, y duele —señalé nuestras manos entrelazadas con la mirada.
—Lo siento —dejó de apretar mi mano, pero no la soltó. Los dos empezamos a prestarle atención a la película.
Esa iba hacer una noche larga. Taylor lograba abrumarme con sus palabras. No entendía como lograba comportarse como un idiota, y luego decirme que me amaba sin dudarlo dos veces, y con una mirada tan decidida.
***
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[Completa] ¿Yo me opongo?
RomanceMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...