Enero: dos meses antes.
Me encontraba en el interior del coche. El señor de unos treinta y cinco años que se encargaba de conducir uno de los autos de mis padres, se había aparecido a primera hora en mi departamento para llevarme a la empresa, pero el problema radicaba en que no sabía por qué mi papá solicitaba mi presencia.
—Ya llegamos —informó el señor cuando nos hallábamos al pie del edificio de quince pisos.
—Gracias —dije. No había interactuado mucho con él, el antiguo chófer ya se había jubilado, y era a quien conocía desde niño.
Entré al edificio y me dirigí hacia el ascensor sin detenerme en la recepción, ya que mi padre debía estar en su oficina desde la cual controlaba todo lo que involucraba los hoteles, y otros asuntos financieros. Presioné el botón con el número ocho; disfruté el hecho de estar solo en el elevador. Aflojé un poco mi corbata, no estaba consciente de lo que me esperaba por lo que decidí ponerme un traje negro como medida de prevención.
Al salir visualicé a una joven de aproximadamente veintiocho años, piel blanca, ojos azules, y cabello castaño, el cual llevaba recogido. Llevaba puesta la ropa usual de una secretaría, pero con mucha elegancia. Al verme pasó sus manos con rapidez sobre su moño para alisarlo más.
—Bienvenido —dijo la secretaria de mi padre. —Pase. El señor Adams lo está esperando —indicó con una de sus manos la oficina de Alberto mientras sonreía.
—Gracias —agradecí con mucha amabilidad, y no solo por el hecho de cómo me trató la joven, sino por recordar mi rostro y no hacerme esperar hasta que mi padre autorizara mi entrada. No ser reconocido como su hijo por las personas después que abandoné mi hogar, ya fuera porque no asistía a eventos sociales por estar concentrado en mis estudios o había madurado demasiado y me recordaban como un niño, se había convertido en algo común, aunque los comprendía.
La chica continuó sonriéndome de forma coqueta, y esto era debido a que con frecuencia era confundido con un playboy. Me gustaba tratar bien a las mujeres: sonreírles, ser todo un caballero, y decirles lo bien que se veían de forma respetuosa cuando se arreglaban. Esos pequeños detalles eran más que suficientes para mantenerlas felices, sin embargo, según mi mejor amigo, ellas confundían mi cortesía con una insinuación de algo más íntimo.
El problema, según ellas, consistía en que a pesar de ser cortés, mi corazón pertenecía a una sola mujer. Ella había sido mi apoyo desde que empezamos a salir y se convirtió en lo más importante para mí.—Hola, Deivi —una chica se interpuso en mi camino. Acababa de salir de la oficina, y me impedía entrar. Su piel bronceada llamó mi atención.
—Hola —dije con amabilidad.
— ¿Estás libre? —mordió su labio inferior.
— ¿Te conozco? —pregunté, pues conocía mi nombre y me hablaba con mucha confianza. Presentía que la había visto en otra parte, mas no lograba recordar en dónde o cuándo me topé con ella.
ESTÁS LEYENDO
[Completa] ¿Yo me opongo?
RomanceMarlene Baker está completamente enamorada de su novio, pero desde hace un tiempo su relación es un total desastre. La felicidad, el amor y el tiempo que pasaban juntos han sido sustituidos por lágrimas y mentiras...