12. Una cita.

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Alfredo.

Domingo veintiuno de enero.

— ¿Todavía sigues enojado? —Interrogo Taylor, con una sonrisa burlona.

—No me molestes, o te voy a arrojar de la limusina —lo amenacé, sin una pizca de duda.

Me agradaba estar con él cuando estaba en su faceta de aspirante a presidente de la empresa familiar, o cuando estaba concentrado haciendo cualquier cosa que me interesara. Sin embargo, ese lado de Taylor desaparecía cuando salía del trabajo: volvía a ser el tipo que amaba molestarme y se comportaba como un niño. Lo chistoso era que siempre presumía que era mayor que yo, aunque no se notara mucho.

Me molestaba el hecho de que mis progenitores fueran tan ilusos y aceptaran que me fuera con él. Taylor se apareció en mi casa sin avisar para que lo acompañara a buscar a Marlene. Me negué a hacerlo, pero convenció a mi padre (su tío).

Antes de marcharse a la fiesta, mi padre me dijo: "debes pasar más tiempo con Taylor, y aprender de él".

Si lo conociera bien, se enteraría de la mala influencia que puede llegar a ser a veces, y no diría eso.

—Ya cálmate —se sentó a mi lado —. Te tengo una sorpresa. Sé que te va a gustar —desarregló mi cabello con una de sus manos. Luego salimos de la limusina.

—Buenas noches —saludó, Mercedes cuando entramos a la vivienda —. Avísale a Marlene que Taylor ya llegó —le ordenó a la sirvienta que abrió la puerta. Abrazó a mi primo, y él correspondió el acto con el mismo entusiasmo.

—Tú eres Alfredo, ¿Cierto?

—Sí —también me rodeó con sus brazos.

—Ya eres todo un hombre. Recuerdo cuando viniste la primera vez con Taylor. El tiempo pasa volando. Ya han pasado dos años desde entonces.

Miré a Taylor, pero él giró la cabeza. Ese fue el día que él y Marlene formalizaron su relación después de salir durante tres meses. La imagen de mi primo nervioso y sudando frío pasó por mi cabeza, y una sonrisa se formó en mi rostro.

—Eso ya no debería causarte gracia —dijo, cuando Mercedes se marchó.

—No te mentí ese día. Te dije que eso me iba hacer reír siempre.

—Lamento haber tardado tanto —Marlene terminó de bajar las escaleras. El joven a mi lado la miró de arriba abajo, seguro en su imaginación ya le estaba quitando el vestido crema que llevaba puesto.

—No te preocupes —informó embelesado. Las mujeres causaban ese efecto embriagador en él, y mucho más Marlene. Enfoqué mi vista en el piso cuando se saludaron con un beso.

—Vámonos —avisó sosteniendo su mano. Dudé que ese «vámonos» me incluyera.

—Espera, Jessica aún no ha bajado.

Escuchar su nombre hizo que una mezcla de rabia y alegría circulara por mi cuerpo causando que me estremeciera.

—Y yo que creía que las cosas no podían empeorar —expuso, cuando se percató de mi presencia.

—Hola, Jessica —dijo Taylor, con el entusiasmo que lo caracterizaba.

—Hola —respondió cortante—. Ya vámonos.

—Esa es la sorpresa —mi primo se apresuró para alcanzar a Marlene, dejándonos atrás.

—Jessica —la llamé, cuando salimos de la casa.

—No me molestes. Estoy pensando seriamente en denunciarte por acoso.

—No exageres. Te estoy pidiendo que tengamos una cita, no que duermas conmigo.

—Existen distintas formas de molestar a alguien. Conseguir mi número y llamarme más de tres veces al día, eso sí es una exageración.

—Admite que te gusto —murmuré cerca de ella cuando entramos a la limusina. Yo estaba a su lado, y Marlene y Taylor se encontraban sentados enfrente de nosotros—. Si te molesta tanto que te llame, ¿Por qué contestas? —abrió la boca para decir algo, pero no lo hizo.

No estaba enamorado de ella. Era una cuestión de atracción, más que de sentimientos; ella me agradaba. Sólo deseaba que saliera conmigo un par de veces, y quizás que fuéramos amigos o algo más. Pero ella se negaba a aceptar.

Taylor le susurró algo al oído a Marlene. Cuando percibió que los estaba observando, levantó sus cejas una y otra vez mientras veía a Jessica. Era probable que él fuera la razón por la cual ella se mantenía alejada de mí.

Su vista estaba fijada en la venta, aunque no podía ver nada. En conclusión: me estaba evitando.

El vestido rosado que eligió para asistir a la celebración dejaba expuestos sus hombros, y se moldeaba a su cuerpo. Suspire para relajarme y no pensar en cosas inadecuadas. No la conocía bien, y tampoco había tratado mucho con ella en persona, pero cuando hablaba con ella sentía paz y bienestar. No podía formular una razón lógica de por qué Jessica me atrapo en un día.

—Es sólo una cita.

—Está bien —su respuesta me sorprendió a tal punto que fruncí el ceño sin querer—, pero vas a tener que pasar varias pruebas antes de que ponga la fecha, hora y lugar.

—Entonces, ¿Es un sí a medias?

—Más o menos.

Miramos a la pareja delante de nosotros. Marlene estaba arreglando el cabello de Taylor con mucha dedicación. Sospechaba que estaba tramando algo y eso me inquietaba. ¿Qué papel desempeñaba en su plan?

***

Perdón por la tardanza, estaba de vacaciones y no tenía tiempo para escribir.

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[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora