40. Un problema más.

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Diego

Deivi estaba estacionado a unas cuadras del hotel según lo que me había informado Lidia, quien lo seguía de forma meticulosa. Algunos desconocidos salieron del hotel, me preguntaron si había visto a la novia, y les indiqué una dirección errónea: los envíe al área donde estaban las piscinas, justo en la parte de atrás del hotel.

Luego entré al lugar y apoyé mi cuerpo en una pared para poder observar a los invitados de la boda, quienes murmuraban y creaban teorías sobre lo que había acontecido. Las personas que no habían acudido al evento grababan todo con sus celulares. Como todos estaban muy conmocionados, una señora de cabello negro y muchas canas también me preguntó que si sabía hacia dónde había escapado el "secuestrador" con la novia. La señora comandaba a otro grupo de hombres que la ayudaban a buscar. Le mentí al decirle que acababa de llegar y no sabía nada.

Mi teléfono sonó y contesté de inmediato sin apartar la vista de los transeúntes.

—Hola —respondí.

—Gracias —dijo Deivi; supe al instante el motivo de su agradecimientos.

—Recuerda que lo hago por ti. Si fuera por ella...

—Ya lo sé, Diego —expuso sin ánimos. — Te lo agradezco —volvió a darme las gracias.

—Guárdate el sentimentalismo para otro momento, vete ya —comenté entre risas. Él colgó.

Después de unos minutos, marqué el número de Lidia para indicarle lo que tenía que hacer, aunque ignoraba el hecho de que había memorizado su número.

—Aló —respondió.

—Supongo que ya llegaron a la casa —dije, al recordar lo cerca que estaba, y que solo tomaba diez minutos llegar a ahí en auto.

—No —Lidia hizo una larga pausa. —Deivi acaba de entrar a una farmacia.

— ¿Una farmacia? ¿Para qué? —Cuestioné un poco enojado, al no saber lo que tramaba.

—Creo que está comprando condones —informó Lidia, sin ocultar la gracia que le ocasionaba lo que ocurría.

— ¿Condones? —Interrogué incrédulo y en voz alta. Sin embargo, la gente estaba tan entretenida debido al escándalo, que no escucharon lo que acababa de decir. — ¿Estás segura?

—Me estacioné cerca de su auto, justo enfrente de la farmacia, y estoy usando los binoculares que me diste para verlo mejor —explicó. —Y te puedo asegurar que lo que acaba de comprar es una pequeña caja de preservativos.

—Asegúrate de que no te vea —hablaba con Lidia, pero no dejaba de vigilar todo a mi alrededor.

—No me va a ver. Él está demasiado concentrado en Walkiris, y lo que tiene que hacer.

—Por ahora lo único que tienes que hacer es seguirlo. Después debes vigilarlo con los binoculares cuando estén en la casa. Y si notas algo extraño o que las cosas se salen de control entre ellos, debes llamarme de inmediato, y luego intervenir —le recordé lo que tenía que hacer.

—No me repitas tanto las cosas —se quejó.

—Adiós —me despedí y colgué al instante.

El murmullo aumentó de repente, pero desconocía la razón. El número de personas aumentó y los guardias tuvieron que entrar en escena, porque el señor Jeremy Simmons y Carmen aparecieron.

—Te dije que ella solo estaba interesada en tu fortuna —Carmen seguía a su padre, y ambos caminaban hacia la salida. El señor no podía disimular su enojo.

[Completa] ¿Yo me opongo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora