CAPÍTULO 10

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 Desperté en mi cama, no sé cómo, pero ahí estaba, eran las 6:30a.m. y Alicia me había puesto al pie de la cama el uniforme de la escuela, era tan bonito, era una falda roja con negra, una camisa blanca, un moño atado como corbata y un saco rojo con el escudo de la escuela, los días de gala había que llevar guantes blancos y la boina roja, se les llamaba "días de gala" a los eventos de donaciones que hacía la escuela a las personas que menos tenían. Al pie de la cama, solo estaba el uniforme normal y los zapatos negros.

No me sentía con ánimos de ver a Marco, después de lo que había pasado el día anterior, seguía sin ánimos por las palabras de papá y por más que mi tía me consoló, una parte de mí seguía herida, así que me vestí, Alicia me peinó y bajé al comedor a desayunar, papá ya se había ido al trabajo. Después de la muerte de mamá eso hizo por meses, nunca estaba en las mañanas y volvía en las noches, a veces alcoholizado y otras, normal, esa vez, deseaba que volviera temprano; mi tía tampoco estaba, siempre tenía cosas que hacer, quizá por lo de su trabajo, así que no me quedó más remedio que desayunar con mi nana y Nora, en la puerta me estaba esperando John en el auto, Alicia me dio la mochila y nos fuimos.

—Buen día, jovencita. ¿Cómo amaneció hoy? —sonrió desde el asiento del chófer.

—Buenos días, John, todo bien gracias —mentí.

—Es un hermoso día ¿no lo cree?

—Así es, un día bastante soleado.

—Sí, es perfecto para un buen día en la escuela —sonrió con mucho entusiasmo.

—Espero sea estupendo, John.

—Lo será, señorita.

La escuela no estaba tan lejos de la casa, así que no tardábamos casi nada en llegar. John me hizo el favor de abrirme la puerta y me encaminó a la entrada del colegio, di la vuelta y lo despedí con un ademán.

—Adiós, John.

—Hasta luego, señorita —sonrió.

Como era costumbre, yo era de las primeras en llegar al salón, me di cuenta de que Marco ya estaba ahí sentado a un lado de mi silla.

—Hola, Suzy —dijo con una sonrisa en los labios.

—Hola —solté.

—¿Sigues enojada conmigo por lo de ayer? —preguntó interesado.

—Nunca me enojé contigo, solo me sentí triste por lo que papá dijo.

Él sonrió.

—Entonces, ¿seguirás siendo mi amiga?

—Sí, así es. Lo pensé y también me la paso bien cuando estoy contigo —sonreí.

—Muchas gracias.

—¿Por qué me das las gracias? —lo miré.

—Normalmente cuando mis compañeros de mi edad me llegan a conocer, con el tiempo se alejan y me quedo solo —me miró—, por eso, pensé que tú te ibas a alejar también y como no lo harás te doy las gracias.

—¿Por qué se alejaban?

—No lo sé, al principio eran geniales conmigo, pero cuando empezaba a hablar de cosas de mi interés, se aburrían y con el tiempo se iban, por eso me llamaban raro.

—No me iré, no te preocupes —sonreí.

—¿Hiciste la tarea? —preguntó y ciertamente me había olvidado que tenía tarea.

—No, en realidad no me acordaba, con lo que paso ayer, ni siquiera lo pensé —solté.

—¿Quieres que te la pase?

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora