–¿Qué carajo haces aquí? –suelta Sebastián–. Hicimos un trato, hombre –empieza a enojarse.
–Lo siento y ya sé que lo hicimos, pero no pude conseguir un hotel para quedarme y no me quedó otra opción, más que venir –Marco extiende las manos a modo de disculpa–, pero, no se preocupen, pueden continuar en lo que estaban, yo me iré a mi habitación después de saludar a la cocina y sacarle un poco de comida, ya que tampoco he cenado.
–Cabrón, te lo pedí de buena manera.
–Lo sé, lo sé, pero hay un evento muy importante y la mayoría de los hoteles están ocupados, ¿qué querías que hiciera?, ¿Qué me quedará en una banqueta? –encoge los hombros.
–Está bien –suelto y Sebastián me mira, lo miro de igual forma–. Oye, no lo puedes dejar afuera, a parte, esta también es su casa, ya que está pagando una renta –regreso mi vista a Marco–. Puedes cenar lo que quieras, hay pizza y pasta en la cocina.
–Vaya, muy al estilo italiano, grazie –inclina la cabeza y camina a un lado de Sebastián dirigiéndose a la cocina–. Pueden seguir haciendo lo que hacían, no se darán cuenta que estoy aquí –se introduce en la cocina dejándonos solos.
–¿Es en serio? –dice incrédulo y me mira resignado.
–Hey... –me acerco un poco más a él y le tomo la mano–...aún tenemos una película que ver.
Me mira y sonríe, toma mi cabeza de manera suave y deposita un beso en mi frente, lo jalo al sillón y elige una de acción de las que había escogido, son casi la 1 de la mañana y no me ha dicho nada, empezamos a verla y nos acurrucamos en una manta, pasan los minutos, la trama avanza y yo no sé de que va, mis pensamientos están en la cocina con Marco, ¿qué está haciendo aquí?, ¿Por qué no se fue con las chicas al departamento de Sebastián?, ¿Por qué tiene que hacer las cosas más difíciles?
–Al parecer, tu novio ya se quedó dormido... –entra con un vaso de refresco y se sienta en el sillón a unos cuantos pasos de mi, miro a Sebastián y efectivamente ya se ha dormido y yo ni cuenta me di, tampoco me di cuenta cuando dejo de abrazarme–...la película debe haber estado muy aburrida, aunque ésa está muy buena.
–¿Qué estás haciendo aquí? –le digo con cierta seriedad en la voz.
–Estoy en mi casa –encoge los hombros–, en cualquier caso...él es el intruso –señala con el vaso a Sebastián.
–Él te había pedido algo, ¿qué fue?
–No lo recuerdo, creo que fue algo de dejarles el departamento por una noche para que arreglaran sus problemas o algo así –relaja el semblante, restando importancia a lo que acaba de decir.
–Marco, tienes que dejar de hacer esto, de verdad, me casaré con Sebastián y no podrás evitarlo.
–Eso es precisamente lo que estoy haciendo –se inclina hacia adelante apoyando sus codos en sus rodillas–. Estoy evitando que arreglen sus problemas, no quiero que estés con él, ¿crees que aceptaría un trato como ése?, no te implicaría en ningún trato con él.
–Tienes que irte y estoy hablando en serio –me incorporo y me alejo un poco de Sebastián, lo vuelvo a mirar y está profundamente dormido.
–No quiero irme –dice mirando al suelo.
–Entonces, seré yo la que se irá con Sebastián –digo de manera definitiva, alza la mirada un poco confundido–. No me estás dejando ninguna opción.
–No quiero que tengas opciones.
–Dijiste que si yo te decía que te fueras, lo harías –siento como un nudo de lágrimas empieza a formarse en la garganta–. Por primera vez cumple una promesa y ésta sí tiene fecha de caducidad –mi pecho duele, quiero llorar, correr y abrazarlo, pero es por su bien.
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¿Destino?
Romance"Todos nacemos con un lazo rojo, pero únicamente tenemos un extremo, el otro extremo lo tiene la persona a la que estamos destinados y por más lejos o tenso que esté, ese lazo jamás se romperá"...pero, ¿qué pasa cuando llega a ser alterado? ¿Cuá...